Por Luis Javier Valero
¿Cómo? ¿Quién filtró la información de que “según fuentes partidarias aseguran que en unas horas se destapará al todavía diputado federal, Manlio Fabio Beltrones como dirigente del PRI?
¿Cómo se enteraron, la mayoría de los priistas, que en la práctica ya tenían nuevo presidente, sin siquiera haber iniciado el proceso de sucesión de César Camacho?
¿Cómo funciona la democracia interna en el PRI que, de inmediato y como un solo hombre, todos los dirigentes y funcionarios públicos se pronuncian por uno de ellos para que asuma la máxima responsabilidad partidaria?
Y, luego, como si los mexicanos no supiéramos hasta la saciedad la forma en que se ejerce la “democracia interna”, el nuevo ungido declara que se presentó con el presidente Peña Nieto ¡‘‘a informarle de su decisión y que estaría atento a los requerimientos de la convocatoria para satisfacerlos’’!
A su vez, como si fuera un hombre ajeno a toda esta parafernalia de simulación política, el presidente Peña demuestra su satisfacción y declara estar al pendiente de las decisiones ‘‘del partido’’.
A continuación, en esta feria de simulaciones, los dirigentes del resto de los partidos se declaran ‘‘respetuosos’’ de las decisiones del PRI, que sólo le atañen a los integrantes del mismo, posturas que chocan frontalmente con las regulaciones existentes que declaran a los partidos políticos instituciones de interés público y, además, obligadas a desarrollar e impulsar la democracia electoral.
Tomado por sorpresa, Beltrones no tenía el nombre de la mujer que lo acompañaría como “candidata” a la Secretaría General, pero a los días ¡Oh, sorpresa, la ungida sería la diputada electa y expresidenta municipal de Metepec, Carolina Monroy del Mazo, pero por supuesto integrante del Grupo Atlacomulco y por si faltara pedigree, ¡Prima del ‘‘señor presidente’’ Peña Nieto!
No podía faltar en esta feria de la picaresca nacional, la aportación de César Camacho. Luego que lo fueron a visitar los candidatos, como si no supiera ya lo suficiente, esto puso en su Twiiter: ‘‘Conocidos los términos de la convocatoria, @MFBeltrones y @CarolinaMonroy_ han externado su interés por participar’’.
Además, para que no cundieran las falsas apreciaciones, Beltrones se apresuró a declarar que sería ‘‘un presidente del PRI cercano a Peña Nieto’’, en abierta contraposición a lo expuesto por el anterior presidente priista, Ernesto Zedillo, que proclamó ‘‘la sana distancia’’ entre el PRI y el Gobierno.
Conocidas de antaño sus aspiraciones presidenciales, puso énfasis en declarar que no buscaría la Presidencia en 2018, pues el dirigente del tricolor, dijo, ‘‘debe ser un buen árbitro, no un participante’’.
¿Qué llevó a Peña Nieto a realizar una designación ajena a su grupo?
Al iniciar su Gobierno, prácticamente todas las posiciones del primer nivel -y mucho más allá- fueron reservadas al grupo más poderoso del PRI en el país, salvo las destinadas a los hidalguenses, encabezados por Osorio Chong y a los grupos de Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones prácticamente los recluyó en lo que alcanzaron, uno la Cámara de Diputados y el otro la de Senadores.
Así fue a lo largo de la mitad del sexenio, hoy parece cambiar la visión de Peña Nieto, es probable que hayan tomado nota de que el acto de despedida de Camacho, la segunda ovación más fuerte -después de la propinada a Peña- fue la recibida por Beltrones.
Pero probablemente lo que más haya influido en su ánimo -y en el de sus asesores y compañeros de equipo- fueron las elecciones del pasado 7 de junio, en ellas perdió 66 presidencias municipales, 25 diputaciones locales y las gubernaturas de Querétaro, Michoacán y Nuevo León, además de que dejará de gobernar a 10 millones de mexicanos.
Más aún, y probablemente de ahí se desprendieron las preocupaciones de Peña Nieto en su discurso de la “despedida” de Camacho, fue que los jóvenes entre los 18 y los 38 años, que representan 45% del electorado, votan muy poco por el PRI. Además de que este año obtuvieron la segunda votación más baja de la historia al llegar al 29%, apenas tres puntos de la obtenida en 2006 por Roberto Madrazo a la Presidencia de la república.
En una encuesta de salida realizada ‘‘por la empresa Parametría encontraron que 40% de quienes votaron por candidatos priistas a diputados federales tienen 56 años o más. De igual forma, 49% de las personas que manifestaron no tener estudios dijeron haber votado por el PRI, así como 42% de los que sólo cursaron la primaria’’. (Nota de José Gil Olmos, Proceso 2022, 2/VIII/15).
Esa encuesta ratificó que ‘‘conforme aumenta la escolaridad, disminuye la intención de voto por el tricolor’’. (Ibídem).
La preocupación va en aumento pues se confirmó la tendencia priista a perder de manera sostenida el voto ‘‘urbano’’, ejemplo de lo cual es la zona metropolitana de Guadalajara, en el que volvió ‘‘de nuevo el perfil del votante promedio del PRI: baja escolaridad, menores niveles de ingreso y habitante de colonias populares o de poblaciones rurales, principalmente’’. (Ibídem).
En una forma totalmente contraria a lo sucedido en 2012, cuando la candidatura de Enrique Peña Nieto tuvo aceptación entre votantes de clase media urbana, en la elección del 2015 se cayó y el PRI perdió 2 millones de votantes. Casi simultáneamente, el periódico Reforma (2/VIII/15) publicaba la primera encuesta de preferencias electorales rumbo a la presidencia en la que, no sólo Andrés Manuel López Obrador aparece en el primer lugar de las preferencias (42%), con una considerable ventaja respecto al segundo lugar, Margarita Zavala, del PAN, con el 28%, el priista mejor ubicado se encuentra en el 5o. lugar (Miguel Osorio Chong, secretario de Gobernación) con un lejano 18%, seguido de Eruviel Avila (13%) y Luis Videgaray (12%) y Beltrones en el 9o. con el 10%.
Todo lo anterior puede explicar el sorpresivo cambio del equipo de Peña Nieto de permitirle a alguien ajeno a su grupo la participación en uno de las posiciones más importantes. Es probable que Beltrones no defina, por ejemplo, las candidaturas a las 12 gubernaturas del próximo año, y las 7 del año siguiente, pero sí tendrá, gracias a su extendida participación política, la posibilidad de influir de modo importante en esas candidaturas y, probablemente, de manera determinante en las candidaturas en algunas alcaldías -especialmente las de las capitales estatales- y algunas diputaciones.
Del mismo modo, no se le puede descartar de la carrera presidencial. A diferencia del episodio de Roberto Madrazo que, siendo dirigente se fabricó la candidatura, Beltrones tendrá encima, no solo la vigilancia presidencial, sino la de sus ‘‘delfines’’ y sólo podrá alzarse con la candidatura si Peña Nieto así lo resuelve, pero de que Beltrones puede -y lo va a hacer- construirse un entorno favorable para convertirse en el candidato presidencial, nadie lo puede dudar.
Difundida extensamente la decisión del presidente Peña, los dirigentes de dos de los grupos más importantes a nivel local, el gobernador César Duarte y el ex gobernador José Reyes Baeza declararon que Beltrones sería un excelente dirigente y que los honra con su amistad y se ‘‘soltaron’’ inmediatamente las especulaciones -y otras no tan especulativas- acerca de quien saldría beneficiado por la designación del nuevo presidente.
Podrán decirse mil cosas, pero luego de la enorme exposición del gobernador César Duarte, a partir de la posibilidad de que fuera designado líder del PRI nacional, queda claro que la decisión de quien será el candidato (a) del PRI recaerá fundamentalmente en el presidente Peña y que la capacidad de ‘‘veto’’ del mandatario chihuahuense habrá disminuido sensiblemente.
Algo de eso se aprecia en las primeras expresiones de la senadora Graciela Ortiz, al ‘‘destapar’’ sus aspiraciones a la gubernatura por el PRI, en el seno del muy influyente grupo cuauhtemense ‘‘Sierra’’, cuando declaró, a propósito de la deuda de 42 mil millones de pesos y la petición de 3 mil millones de pesos más, que “en lo personal, mi forma de vida es austera y que así sería en caso de que llegara (a la gubernatura)”. (Nota de Manuel Salcedo, El Diario de Chihuahua, 5/VIII/15).
Por lo pronto, la llegada de Beltrones echa por tierra las expresiones -o anhelos- del presidente Peña acerca de que el PRI necesitaba incidir mayormente en los sectores juveniles de la sociedad, en la sociedad urbana, en la academia y los sectores universitarios.
La historia política de Beltrones no abona en ese sentido, discípulo de Jesús Reyes Heroles, protagonizó una de las anécdotas que mejor retratan al priismo, aquella, acaecida al final del Gobierno de Miguel de la Madrid y que los discípulos de Reyes Heroles le pidieron orientación para ver a cual de los precandidatos apoyaban. Este solamente les dijo -repártanse, luego se juntan-.
Fallecido el ideólogo priista, Beltrones se acogió a la sombra de Fernando Gutiérrez Barrios, el hacedor de las dependencias del espionaje mexicano y de los cuerpos de seguridad del gobierno mexicano. Algo de eso le quedaba, cuando, ya como gobernador de Sonora, prácticamente secuestró al presunto asesino de Luis Donaldo Colosio, Mario Aburto. Lo llevó a pasear a las playas de Tijuana, en un episodio, de los más oscuros de la clase política mexicana.
El será el nuevo dirigente del priismo, es la ‘‘nueva’’ cara del partido gubernamental en México.