Por Jenro Villamil
El Senado de la República notificó el 9 de noviembre al empresario Alberto Bailleres que fue votado por la mayoría de los legisladores –68 a favor, 13 en contra– para recibir este año el máximo reconocimiento de la Cámara Alta: la Medalla Belisario Domínguez en honor al tribuno de Comitán, Chiapas, quien se enfrentó al golpista Victoriano Huerta en un célebre discurso pronunciado el 23 de septiembre de 1913.
En la parte medular de aquel discurso, Belisario Domínguez, entonces senador de la República, le advirtió al usurpador Huerta:
“La verdad es ésta: durante el gobierno de don Victoriano Huerta no solamente no se hizo nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República, es infinitamente peor que antes: la Revolución se ha extendido en casi todos los estados; muchas naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa de la República amordazada o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y, por último, el hambre y la miseria en todas sus formas amenazan con extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada patria”.
¿Qué relación hay entre la personalidad del legislador liberal que le propuso al Senado que depusiera a Victoriano Huerta y el empresario Alberto Bailleres, que en menos de 15 años multiplicó su fortuna personal de mil 200 a 18 mil 200 millones de dólares, convirtiéndose en el tercer hombre más rico de México y el más consentido acaparador de tierras en los sexenios de Zedillo, Fox y Calderón?
¿Qué relación existe entre el dueño del Grupo Peñoles que detenta concesiones mineras en más de 2 millones de hectáreas del país y el valiente legislador chiapaneco que fue asesinado cruelmente el 7 de octubre, tres semanas después de su célebre discurso en contra de Huerta?
¿Qué merecimiento puede tener Bailleres, el hombre que luce en su oficina personal a sus animales disecados, los colmillos de marfil (cuya caza está mundialmente condenada) y sus pieles de lujo frente a la memoria de Belisario Domínguez, a quien sus verdugos le cortaron la lengua y se la enviaron como “trofeo” a Victoriano Huerta?
¿En qué momento Bailleres, tan cómodo desde su privilegiada posición económica y de clara influencia política a través de sus redes personales en el ITAM y en sus organizaciones filantrópicas, ha arriesgado algo para defender a la República, para ejercer la libertad de expresión que le costó la vida a Belisario Domínguez? ¿Alguien le ha escuchado al señor Bailleres un discurso tan delicado como el del prócer chiapaneco?
La única respuesta que se puede encontrar frente a estas preguntas es que, ante la evidente contradicción de vida y obra de Alberto Bailleres y Belisario Domínguez, la mayoría de los senadores del PRI, PAN, Verde y algunos del PRD optaron por el cinismo más ramplón que se escuda en la ignorancia histórica.
Si a don Alberto Bailleres lo quieren galardonar por sus contribuciones a los últimos cuatro gobiernos, por haber impulsado a eminentes funcionarios-empresarios como Pedro Aspe, Luis Videgaray y tantos otros que se formaron en las aulas del ITAM, que lo reconozcan los exalumnos célebres de esta institución académica, de calidad notable, pero que no se caracteriza por su carácter público. En todo caso, que le den el reconocimiento al rector del ITAM, no a su financiador.
Lo más grotesco del reconocimiento a Bailleres no es que se trate de un magnate, o del dueño de las tiendas departamentales que simbolizan el delirio aspiracional de nuestra élite “totalmente Palacio”.
Lo más ofensivo es el intento evidente de instrumentalizar un poder público, el Senado, que se arrodilla de manera grotesca para darle el reconocimiento a Bailleres que le deben otorgar las cámaras empresariales, las sociedades de exalumnos, las instituciones filantrópicas, las revistas Forbes o Líderes, pero no una cámara del Poder Legislativo que dice representar los ‘intereses públicos’ de los mexicanos.
Otros galardonados con la medalla Belisario Domínguez fueron polémicos por haber formado parte del sistema político autoritario que los mexicanos creímos haber superado, pero en ningún caso anterior habíamos visto un intento deliberado de frivolizar la memoria de un legislador que luchó contra la tiranía y defender con su vida la libertad de expresión que, al parecer, se volvió una concesión más del Grupo Peñoles.
Twitter: @JenaroVillamil
Fuente: www.homozapping.com.mx