Por John M. Ackerman
La destacada filósofa, politóloga y feminista belga Chantal Mouffe nos visitó hace unos días en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Frente a un auditorio lleno en la magnífica Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, nos compartió su visión sobre las prácticas políticas que se requieren para mantener vivo y vigoroso al ideal democrático en el cada vez más complicado escenario mundial.
En el evento organizado de manera conjunta por el Programa Universitario de Estudios de Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) y la Coordinación de Difusión Cultural, ambos de la Máxima Casa de Estudios, la Doctora Mouffe nos compartió su visión sobre la profunda crisis histórica y estructural que hoy sufre la democracia en su modalidad neoliberal.
Esta crisis implica simultáneamente grandes oportunidades e importantes riesgos.
Por un lado, el colapso del neoliberalismo abre una oportunidad para sanear las heridas infligidas a la teoría y la práctica de la democracia durante las últimas décadas. Muchos analistas y políticos ya son simplemente incapaces de ver más allá de la visión formalista, racionalista, elitista e institucionalista de los procesos democráticos. Pero con el desmoronamiento de la camisa de fuerza del pensamiento neoliberal, hoy somos más libres que nunca para imaginar y construir nuevos escenarios para el despliegue de la participación popular y el empoderamiento ciudadano.
Sin embargo, por otro lado, existe también el peligro de perder totalmente al ideario democrático. El vaciamiento del concepto de la democracia ha llegado a tal grado que al tirar el agua sucia del neoliberalismo podríamos terminar también echando por la borda a la democracia misma pensando que no es más que un sustrato del mismo neoliberalismo caduco.
Para evitar este peligroso escenario, urge generar una nueva visión de una democracia pos-neoliberal que tenga suficiente fuerza y claridad para mantener encendida la antorcha de la soberanía popular aún en el difícil contexto mundial actual.
¿Cuáles tendrían que ser las características del nuevo proyecto democrático para el Siglo XXI?
La Doctora Mouffe argumenta que en primer lugar la superación del neoliberalismo debería ir de la mano con un rescate de los principios históricos del liberalismo clásico incluyendo la división de poderes, el sufragio universal, la libertad de expresión y los derechos humanos.
Sin embargo, su pensamiento no es de ninguna manera nostálgica. No busca regresar a un falso idilio del pasado, sino que sostiene que para poder revitalizar la democracia tenemos que simultáneamente superar y enmendar las grandes fallas históricas con la praxis liberal.
Por ejemplo, Mouffe celebra los liderazgos políticos fuertes y nos invita a rescatar el papel de las emociones y las pasiones en la acción política. Aquí la filósofa cuestiona frontalmente las hipótesis de los politólogos tradicionales que suelen despotricar en contra de los líderes “populistas” que supuestamente ponen en peligro a las instituciones democráticas con su “demagogia”.
De acuerdo con Mouffe, son perfectamente compatibles los liderazgos con gran arrastre entre la población y el respeto absoluto a la institucionalidad democrática. De hecho, para Mouffe, este tipo de liderazgos no debilitan la democracia sino que son justo lo que se requiere para revitalizar la participación ciudadana y la soberanía popular.
De acuerdo con la politóloga, una de las grandes debilidades tanto de la izquierda marxista como de los “progresistas” de la “tercera vía” fue su visión excesivamente racional de la política como un terreno de disputa estrictamente de ideas, partidos y propuestas. Hay que ponerle pasión a los procesos políticos, de lo contrario se marchitarán y se achicará el campo de lo político dejando el terreno abierto para el florecimiento del neofascismo, la intolerancia y la exclusión.
Otro elemento esencial en el pensamiento de Mouffe es su cuestionamiento de la obsesión con el “consenso” y la “unidad” entre muchos teóricos de la democracia. Para la filósofa, lo que constituye la sangre vital del terreno político es más bien el debate y la confrontación de ideas y de fuerzas sociales, lo que ella llama “agonismo”.
Los consensos muchas veces son tan amplios que no permiten cambiar nada. El conflicto es muchas veces más productivo, siempre y cuando no se desborde a la violencia. Y el agonismo, agrega quien escribe estas líneas, es especialmente valioso en el contexto de sociedades desiguales como la de México donde las divisiones sociales son particularmente evidentes.
La teoría de Mouffe se construyó en diálogo con la realidad política de Europa, pero embona perfectamente con la praxis de la Cuarta Transformación en México. La visión de una democracia simultáneamente institucional y combativa, de un diálogo con la sociedad horizontal pero también provocador, y de una transformación política a la vez revolucionario y reformista, es sorprendentemente consistente con lo que hoy estamos viviendo en México.
Fuente: Proceso