Por qué hay que ver Noé de Aronofsky

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Por Fernando Dworak

La materia prima del mito es la materia de nuestra vida, la materia de

nuestro cuerpo y de nuestro ambiente, y una mitología viva y vital se

ocupa de esto en términos apropiados a la naturaleza del conocimiento de la época

Joseph Campbell

La primera película de Darren Aronofsky que vi fue Pi. Su narración, cargada de la tensión y los vuelcos inesperados que caracteriza al resto de las obras, habla de un misterio que no puede ser aprehendido sin pagar las consecuencias.

Otras películas hablan de la responsabilidad por trasgredir los límites (por ejemplo, Requiem for a Dream), o la incapacidad para escapar de una condición, ya sea inherente o condicionada por otros (ahí están The Fighter, o The Black Swan).

Sin embargo uno de los aspectos que me parecen más fascinantes de su obra es su trato de ese misterio y la manera en que puede tejer – o no – diversas historias paralelas, como en The Fountainhead. Con Noé se enfrenta otra vez a ese trasfondo, sino tocarlo, aprehenderlo como corresponde a una narración mitológica. Me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones que me provocó la película.

La eternidad de los mitos

Quizás muchos vean la película predispuestas a ver una narración bíblica, criterio que será usado para la mayoría de las críticas, tanto favorables como negativas. Sin embargo la intención de Aronofsky fue actualizar un mito sin hacer proselitismo religioso.

Los mitos son narraciones que explican nuestra historia, devenir y posibilidades, de tal forma que nos permite aceptar un estado de las cosas. Son inherentes a la condición humana y recurrimos a ellos para entender nuestro entorno. Es imposible adoptar un discurso ideológico sin recurrir en mayor o menor medida a éstos. Incluso creer en la muerte de los mitos es caer en un mito más.

No se espera que los mitos provean un relato histórico fidedigno, aun cuando se les pueda situar en un periodo determinado. Por ejemplo, la imagen de un águila devorando a una serpiente en el lago de Texcoco fue usada por un pueblo nómada, los aztecas, para justificar la creación de Tenochtitlán, haya o no ocurrido.

Tampoco se espera que los mitos den una narración científicamente exacta. No hay agua suficiente en el mundo para cubrir las aguas, a menos que colapsen las plataformas continentales, como sugirió Julio Verne en su versión del diluvio: El eterno Adán. Ninguna persona podría vivir los cientos de años que se nos dice vivieron los patriarcas. Meter a parejas de todas las especies en un arca es inconcebible, aun cuando vayan dormidas como sugiere la película. Incluso es genéticamente imposible reconstruir a la humanidad a partir de tres individuos con sus parejas si se desea tener una especie sana y viable. La función de estas narraciones es mostrarnos algo de nuestra condición, y la forma en que ésta se transforma hace que las primeras se actualicen.

Un problema de nuestra cultura es que se tomó una colección de mitos que un pueblo nómada creó y tomó de otras culturas como una verdad revelada. Mientras otras civilizaciones consideraron a sus mitologías como narraciones que podían variar con cada ciudad y no por ello dejaban de ser “ciertas”, las raíces monoteístas que comparten el judaísmo, el cristianismo y el islam hicieron de por lo menos cinco libros una revelación incuestionable. Con ello vinieron titulares de la verdad, sectarismos, herejes, persecuciones y guerras religiosas.

El problema de esperar una narración religiosa es no apreciar el valor de esta película.

El mito del diluvio

Por más mito que sea, la imagen del diluvio aparece en la mayoría de las civilizaciones. Uno de los soles de las culturas prehispánicas fue aniquilado por agua. Y el propio arquetipo de Noé se encuentra en la cultura sumeria: Ut Napishmi, por citar dos ejemplos. ¿Hay algo detrás?

De acuerdo con estudios genéticos, la primera ola de migraciones de la humanidad por todo el planeta se dio durante la edad de hielo, cuando el nivel del mar bajó tanto que muchas zonas eran accesibles a pie. El deshielo llevó a inundaciones que en algunas partes pudieron ser casi súbitas, llevando a las poblaciones a sentirse supervivientes de un cataclismo que, en sus visiones, pudo haber tenido un origen divino.

En la versión de este hecho que nos ha llegado, Noé representa un nuevo pacto con la divinidad, que sería continuamente renovado con tantos profetas como las religiones monoteístas acepten como suyos. Pero, ¿esto justifica una nueva narración en 2014?

Las evidencias científicas parecen indicar que el planeta se está calentando, y con ello subirán los niveles del mar. Quizás para el planeta esto no es más que una pequeña gripa, pero para nosotros puede implicar el colapso de la civilización ¿Tendremos la capacidad de sobrevivir? ¿Podremos detener la catástrofe? El mito no hace predicciones, pero se espera que ayude a entender un entorno y sus potencialidades.

Algo más que deja ver Aronofsky: su historia de Noé no se sitúa en un tiempo determinado, aunque no se entra en conflicto con la historia. En el cuento que narra el patriarca dentro del arca se puede ver la gran explosión, la evolución de las especies y hasta la marcha de las civilizaciones. Incluso uno no deja de pensar en El Bosco cuando muestra las tiendas de campaña de los hijos de Caín y en los grabados de Gustav Doré en las escenas del diluvio. La situación del cuento está pensada como una alegoría con la cual nos podamos relacionar, no hacer proselitismo religioso o construir una parahistoria.

Los vigilantes y el impulso civilizador

Prácticamente todos los mitos hacen mención a qué alguien distinto a la humanidad nos dio algún conocimiento que fue punto de partida para la ciencia, el arte y la tecnología. En ocasiones en ocasiones hay un precio a pagar por ello como le sucedió a Prometeo, quien fue castigado por Zeus tras darle el fuego a los hombres.

Por otra parte es común a las culturas monoteístas el mito del ángel caído, aunque no aparece en los textos considerados sagrados por las tres religiones. En algunos casos Lucifer se rebeló a Dios por soberbia. Para otros, fue por orgullo: Dios le había pedido a Lucifer no reverenciarle, son reverenciar al hombre. Para la interpretación musulmana chiíta Lucifer desobedeció a Dios por amor, convirtiendo a Satanás en el más fiel adorador a Dios.

En la película de Aronofsky el error de vigilantes o ángeles caídos no es la soberbia o el orgullo, sino la compasión a los hombres tras la expulsión del Edén. Y tras la caída se convierten en elementos civilizadores, tal y como fue Prometeo. Sin embargo la narración introduce un elemento que no aparece en el Pentateuco y que no asomaría la cabeza en el Antiguo Testamento sino hasta el David y los profetas: el perdón y la redención.

¿El conocimiento es malo? La humanidad le puede dar o no un contenido moral, de acuerdo con lo que decida hacer con éste o la capacidad que tenga para alterar el orden de una sociedad. Y en la mayoría de los casos las calificaciones serán tan subjetivas como quienes ganan y quienes pierden con el cambio.

El justo y sus dilemas

Hay dos formas de asumir las creencias propias. La primera es pensar que son valores absolutos, ya sea que vienen de la divinidad o porque la historia va a culminar en su cumplimiento. La segunda es asumir que por más convencimiento que tenga uno de sus creencias, otros tienen derecho a pensar lo contrario y a ser respetados.

El primer camino es el del justo: el que sólo es un instrumento de la voluntad divina, del espíritu del tiempo o de cualquier utopía futura. Bajo esta premisa, cualquier atrocidad es válida si se está actuando por algo superior, lo cual los redime de toda responsabilidad solo si obedecen. La historia tiene una larga estirpe de justos que han dejado sangrías, ya sea en guerras santas, gulags, campos de concentración o demás genocidios.

El otro camino posibilita la convivencia al permitir la tolerancia, el respeto a la vida de otros y ultimadamente a la compasión.

Ese es el gran conflicto de la película: la forma en que Noé se concibe no distinto moralmente de los hijos de Caín y piensa que la humanidad debería por ello terminar con él y su familia. Sin embargo al saber que será abuelo piensa que lo justo es matar a sus nietos si son mujeres. Al momento de casi consumar el acto, se detiene. Aunque en momento alguno hubo un sueño o un ángel que le detuviera la muñeca, permitió que la vida siguiese su camino.

La nueva humanidad no estará marcada por el sello de Caín, aunque sus descendientes influyeron de alguna u otra forma a la familia de Noé. Sin embargo en la nueva humanidad no hay predestinación, sino libre albedrío.

La religión y el espectáculo

El gran problema de la película de Noé es que, al venir asociada a una narración bíblica, toda crítica va a centrarse en qué tan fidedigna es o si termina siendo una épica hollywoodense al estilo de Charlton Heston. Y ciertamente hay un enorme nicho del mercado para los temas religiosos y personas que buscan reafirmar sus creencias a través de estas filmaciones.

¿Qué pasaría si de alguna forma se comprobara que alguna narración bíblica es textualmente cierta o una reliquia auténtica? No habría una conversión masiva hacia una religión que se considere verdadera, sino una masacre entre los bandos que se disputasen como continuadores de una tradición canónica.

Tan predispuestos y seguros pueden estar muchos como muestra su baja predisposición a ver sus creencias devueltas en mitos. Muchos países musulmanes no la van a exhibir porque no se puede representar gráficamente a un profeta. Conservadores cristianos de todas las iglesias se rasgan las vestimentas por no apegarse al Génesis. Y a otros les aburre la Biblia, pero no pueden apreciar la película por lo que es.

Y a esto, ¿cómo se puede relacionar el mito de Noé con nuestra cultura? Por eso vale la pena ir a verla y sacar las propias conclusiones.

Fuente: Sin Embargo

 

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