Por Francisco Javier Pizarro Chávez
El encabezado se refiere a las acciones que el Estado de la República aborda las prácticas educativas del Sistema educativo integral, conforme a todos sus niveles, desde la educación básica, la media superior y la profesional de la ciencia y la tecnología.
La política educativa actual es un eje fundamental para enfrentar y procesar el desafío del contexto social vigente a lo largo de cada época histórica, y, desde luego, crear una educación de calidad a los habitantes y estudiantes del país.
Durante el período de la Colonia, la educación fue escolástica; durante la Independencia se ejerció la doctrina de la Ilustración en la Constitución de Apatzingán y los “Sentimientos de la Nación” influidos por el francés “Jacobo Roseau.
En la Reforma encabezada por Benito Juárez, surge el Liberalismo laico interrelacionado entre la economía, la política, la ideología y la filosofía; formulado por John Locke, Adam Smith y Johan Stuart Mill. Además, gracias al Consejo constitucional impulsado por Gabino Barreda, se estableció una educación Positivista basada en la ciencia, no en la teología.
En la primera década del siglo XX, esa educación referida, fue sustituida por el espiritualismo, basado e Platón, Bergson y Brotroux. En el inicio de la Revolución mexicana, Alfonso Reyes escribió que esa fase carecía de filosofía alguna, salvo la del Anarquismo de los hermanos Flores Magón, quienes advertían que “El revolucionario es un ilegal por excelencia; quien ajusta sus actos a la Ley podría ser a lo máximo un animal domesticado, pero nunca jamás un revolucionario”
Al culminar la revolución mexicana y crearse la Constitución de 1917, se inició un “período de transición educativo” conforme a la consolidación de un Estado Nacionalista y corporativo, durante el gobierno cardenista de la “Educación Socialista”.
Posterior al régimen del período cardenista, el Estado pasó a manos de una burocracia que se enriqueció a su sombra, cuyo carácter autoritario y represivo suscitó la formación de movimiento armados, cuya violencia trató de conjurarse en 1977. El gobierno de José López Portillo condujo a México una terrible crisis económica en 1982, que lesionó profundamente el sistema educativo. En respuesta a ello, Miguel de la Madrid y su grupo, iniciaron una “revolución conservadora”, denominada “Neoliberalismo” concebido por un grupo de economistas, politólogos e incluso filósofos, quienes pusieron ese “Neoliberalismo” como una “Nueva etapa del capitalismo trasnacional”.
En 2018, Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia de la República y se manifestó en contra del neoliberalismo. En abril de 2019, el actual mandatario, dejó sin efecto la “reforma Educativa” creada por los neoliberales.
Dejó en claro que el objetivo de su gobierno de la política educativa, “es consolidar una nueva reforma constitucional…que garantice la educación pública obligatoria, laica, pluricultural de calidad y gratuita, en todos los niveles escolares”. “La educación no es un privilegio, es un derecho de todos los mexicanos”.
El Plan educativo de la 4t, advirtió “es que no se cobre la educación que imparte el Estado en el nivel básico, como quedó establecido hace 20 años por la política neoliberal, cuando se hizo la primera modificación del Artículo Tercero Constitucional, la cual se limitó a promover la educación gratuita, únicamente a nivel básico, no para todos los niveles”.
Está en lo cierto. En el periodo neoliberal año con año se rechazaba a miles de jóvenes que no podían estudiar, con la mentira y pretexto de que no pasaban con el examen de admisión, lo que era una falacia. No es que no pasaran su examen, sino que no había cupo porque las universidades públicas, no contaban con presupuesto suficiente, a diferencia de las instituciones y colegios privados.
Y concluyó: Con la política educativa de la 4T y colaboración de los padres de familia y maestros, “se van a construir 100 nuevas universidades públicas y se van a otorgar becas a estudiantes de nivel superior, y 300 mil becas a estudiantes de familias de escasos recursos económicos”. Infortunadamente la pandemia del Covid 19, paralizó ese Plan educativo y al sindicalismo magisterial.
Los neoliberales imputaron al presidente y la Secretaría de Educación Pública, ser los responsables de la caída de la educación pública presencial. Quieren que miles de maestros y maestras sigan perdiendo hoy su prejubilación y jubilación, y la matricula de las normales, como ellos lo lograron en 2016 y 2019, y afectaron a 150 mil maestros y maestras.
Veremos y diremos que le depara el destino al sistema educativo y el magisterio. En el Estado de Chihuahua la elección de la Dirección Seccional Sindical de la 8ª y la 42, desde mi punto de vista, deben reestructurar a partir el 9 de abril de este año al 8 de abril de 2026; las políticas educativas canceladas y fortalecer la auténtica democracia sindical y poner freno a la corrupción de sus dirigentes “charristas” en boga, que se quieren reelegir.