La directora del Centro de Investigación e Información Periodística de Chile, Mónica González, reveló que fue secuestrada por el cártel de Los Zetas durante una estancia en nuestro país.
La comunicadora narró en el programa Ciudadanos, de CNN Chile, el lunes el motivo de su ausencia en ese espacio durante un mes.
Compartió que “mis primeras dos semanas fueron de vacaciones, largamente planificadas con una de mis nietas que vive en Francia. Pero las últimas dos fueron obligadas. Ello, porque estando en México, específicamente en San Cristóbal de las Casas (Chiapas), el martes 19 de julio fui secuestrada con mi nieta en un hotel cinco estrellas de la manera más violenta y lo que viví a partir de ese momento fue una pesadilla”.
“No me puedo quedar conforme con sólo lamentarme y haber vivido el horror”, dijo González.
“No puede ser que tantos ciudadanos chilenos sigan yendo inadvertidamente a México. Yo fui a San Cristóbal porque figura como uno de los estados más seguros de México”, contó.
La periodista chilena dijo que había “reservado en un hotel maravilloso, cinco estrellas, precioso y estaba muy cansada con mi nieta porque habíamos viajado bastante durante dos días”.
Así, “recorrimos la ciudad, comimos muy rico y nos acostamos temprano a dormir. Y estando dormida profundamente suena el teléfono de la habitación, y el hombre de la recepción me dice ‘señora Mónica, hay un operativo en marcha, la comunico’. No me comunica con un teléfono, hay un hombre que toma la comunicación y me dice ‘señora, quiero informarle que hemos descubierto un vehículo cargado con armas con patente de Monterrey y que hemos iniciado un operativo habitación por habitación ¿Lo escuchó? Si escucha disparos, escucha gritos, escucha carreras, más disparos, usted no abra la habitación hasta que yo se lo ordene’”, detalló.
Enseguida el sujeto le empezó a hacer preguntas para ver si ella era “quien dice ser”, y González le pidió explicaciones sobre por qué debe responder preguntas personales y que quién le garantizaba que quien estaba al otro lado del teléfono era policía.
“Ahí cambia el tono de voz y escucho, ‘mira hija de la gran puta, el único que da las órdenes soy yo, el único que grita soy yo. Tú no vales nada, tú no eres nadie. ¿Policías? Jajaja. Estás en manos de Los Zetas”.
“Que te digan Los Zetas se te hiela la sangre y yo tenía a mi lado una nieta que dependía de mí, chica, a la cual lo primero que me dicen es que la van a sacar y le van a hacer todas las violencias que ellos saben hacer”, contó.
“Lo que siguió fue una pesadilla”, confesó. A la mañana siguiente salió del hotel junto a su nieta con la orden de dejar todas sus pertenencias y sólo llevar cosas “para dos o tres días”.
Más tarde los secuestradores llevaron a la periodista a un segundo hotel donde tenía una reservación a su nombre. Allí estuvo durante días.
En ese sitio la mantuvieron incomunicada bajo la amenaza de que había hombres en las afueras del recinto vigilando sus pasos.
Los presuntos Zetas llamaron a la familia de Mónica González en Francia y le pidieron “un rescate millonario”.
A la par, su familia se contactó con el Ministerio de Relaciones Exteriores, cuyo departamento de crisis se instaló en la casa en Francia.
La familia también contactó al periodista mexicano Luis Miguel González, director de El Economista, a quien también Los Zetas pidieron un rescate, el cual habría pagado.
González relató que mientras se hacían las negociaciones ella recibió amenazas “que van subiendo de tono el tercer día”.
La comunicadora explicó que “la desesperación empieza a aumentar porque la violencia verbal es mucha”, para enseguida agregar que el periodista mexicano pagó el rescate, sin embargo, el grupo narcotraficante no la liberó y empezaron a solicitarle a ella 25 mil dólares.
Finalmente, González decidió salir del hotel “a lo que sea, tomo a mi nieta y le digo nos dejaron salir”.
Entonces la periodista chilena regresó al hotel desde el que había sido secuestrada y una hora después llegó la policía y fue trasladada hasta el aeropuerto, donde la esperaban los embajadores de Chile en México, Ricardo Núñez, y de Francia, Maryse Bossière.
Sólo “ahí me doy cuenta que estoy a salvo”, concluyó.
Fuente: Proceso