Por Álvardo Delgado
Jaime Rodríguez, más conocido como “El Bronco”, ha llegado a niveles inauditos como candidato independiente a gobernador de Nuevo León. Acaricia una victoria que troncharía la espina dorsal del régimen de partidos en todo México. Y lo quieren aplastar.
¿Quiénes quieren liquidar al Bronco? Es obvio: Los dos principales partidos repudiados en Nuevo León por estar infectados por el mismo mal de la corrupción y que –ante un adversario común– se vuelven uno solo: PRI y PAN.
En la recta final de la campaña, y después de que ninguna estrategia de golpeteo ha dado resultados, ha comenzado ya –desde el epicentro del poder en México– una nueva fase, la definitoria, para descarrilar al candidato independiente y aplastarlo.
Esta estrategia contempla, inclusive, el amago de sacrificar al gobernador priista Rodrigo Medina. El y su padre, Humberto Medina, han sido acusados de corrupción y la candidata priista, Ivonne Alvarez, ya se deslindó de ambos nada menos que en El Noticiero de Televisa que conduce Joaquín López Dóriga, el viernes 15.
El plan de descarrilar al Bronco –en el que Enrique Peña y Felipe Calderón vuelven a ser socios– se diseñó empezando mayo cuando éste superó en preferencias electorales a Ivonne Alvarez y al panista Felipe de Jesús Cantú, una realidad del momento que ratificó la encuesta del diario El Norte, publicada el 7 de ese mes, con cifras respectivamente de 29, 27 y 22 puntos.
Desde antes de esa fecha, Saba Consultores –una empresa con sede en Monterrey– había registrado, primero, un triple empate y luego el cruce de El Bronco, con un ascenso vertiginoso, mientras que la priista tenía una tendencia sólo a la baja y el panista quedaba estancado en el tercer sitio.
De hecho, en su análisis del 12 de mayo, uno de los directivos de Saba, Salvador Borrego, escribió que El Bronco retomó “el liderazgo de la contienda en forma absoluta, dejando en entredicho el poder de influencia de las televisoras”, que lo habían atacado de manera sistemática, y subrayó: “Vive un período de indestructibilidad, muy similar al que tuvo AMLO en el 2006”.
Justo ese día, Felipe Calderón reapareció en Monterrey para, como en el 2006, ahora comparar al Bronco con Andrés Manuel López Obrador y señalarlo como peligro para Nuevo León, cuyo mayor efecto fue sólo la réplica de aquél, quien atribuyó sus imputaciones a que estaba “crudo o pedo”.
Otra parte de la estrategia para liquidar al Bronco es la difusión de encuestas que, en otro momento, han servido como armas de propaganda, no como estudios serios. Las elecciones presidenciales de 2016 y 2012 están repletas de ejemplos.
La primera de ellas se difundió, el martes 12, atribuída a Parametría y que colocaba a la priista con una ventaja de siete puntos sobre El Bronco, seguida del expanista Fernando Elizondo, candidato de Movimiento Ciudadano. Era una encuesta apócrifa, según Francisco Bundis, director de la empresa.
La misma semana pasada, el jueves 14, El Universal publicó la suya, en la que la priista tiene 40.3%, 32.1% El Bronco y Cantú obtuvo sólo 23.5%. Lo curioso es que el diario, por primera vez, no informó quién levantó la encuesta, que suele hacerlas Jorge Buendía.
Apenas hoy lunes 18, justo en medio de la embestida política, mediática, demoscópica y de todo tipo contra El Bronco, irrumpió la empresa emblema de la fabricación y manipulación descarada de resultados: GEA-ISA.
No sólo eso: La presentación la hizo Guillermo Valdés Castellanos, exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) con Calderón y encargado de encuestas de GEA-ISA, propiedad de Jesús Reyes-Heroles González-Garza, el priista exdirector de Pemex, hoy consejero de la constructora española OHL, involucrada en corrupción.
Valdés Castellanos, quien ha sido asesor de Calderón desde principios de los 90 y su ideólogo en la estrategia de guerra que produjo cien mil muertos, expuso cifras alucinantes: La priista tiene 38 puntos, seguida por el panista Cantú con 33 y en un remoto tercer lugar El Bronco, con sólo 15 puntos que, de seguir esta tendencia, éste quedará a deber.
Expriista que condensa el hartazgo social con los partidos políticos en general en Nuevo León, Jaime Rodríguez es una incógnita sobre cómo gobernaría de resultar triunfador –un análisis que debe hacerse aparte–, pero de lo que no hay duda es que, cuando faltan poco más de dos semanas para la elección, está en curso un plan al más alto nivel para liquidarlo.
Y son capaces de todo…
Apuntes
Aquí lo anticipamos la semana pasada: “El más reciente escándalo de corrupción de la constructora española OHL corre el riesgo de quedarse sólo en el secretario de Comunicaciones del Estado de México, Apolinar Mena Vargas, un ladrón de poca monta frente a priistas de la cumbre como Emilio Lozoya Austin, Carlos Ruiz Sacristán, Jesús Reyes Heroles y, naturalmente, Enrique Peña Nieto”. En un domingazo, Apolinar fue despedido por el gobernador Eruviel Avila. Aquí no ha pasado nada…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
Fuente: Proceso