Por José Gil Olms
El viernes 27 de febrero los poderes de Los Pinos y Televisa se unieron para darle forma a una estrategia mediática que ya se conoce como “la caja china” y que consiste en crear una distracción en la opinión pública mientras el gobierno peñista toma decisiones claves y trascendentes para el país pero que sólo beneficia a unos cuantos.
Desde la madrugada de ese día el propio gobierno se encargó de filtrar la detención de Servando Gómez La Tuta, el único cabecilla de los Caballeros Templarios, para colocarla en todos los medios como la noticia más importante del día y de los subsecuentes días, alejando los reflectores de la decisión de imponer en puestos claves en el sistema judicial a dos miembros de la familia Televisa: Arely Gómez en la PGR y Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte de Justicia.
Al día siguiente la estrategia siguió con el “Tuta tour”. Desde la oficina de la Presidencia llamaron a distintos medios para llevar a los fotógrafos a recorrer unas cuevas ubicadas en los linderos de los municipios de Tumbiscatío y Arteaga, donde supuestamente se escondía. Fue la misma estrategia mediática que usaron cuando detuvieron al Chapo Guzmán, mostrando el lugar donde fue capturado y luego exhibido ante los fotógrafos, ya socavado, en el hangar de la Procuraduría General de la República, antes de ser trasladado a un penal de alta seguridad.
La desconfianza social en Peña Nieto, reconocida por él mismo en una entrevista al Financial Times en su reciente gira a Inglaterra, y sobre todo su relación con Televisa desde que era candidato, nos hace cuestionar si de verdad La Tuta fue detenido ese día o si se armó una estrategia desde Los Pinos para hacernos creer eso y darle un impulso a la figura ya disminuida del jefe templario que ya se encontraba huyendo a salto de mata, haciendo a un lado en la agenda mediática la propuesta de incluir en el sistema judicial a dos personajes relacionados con la televisora.
Bernardo Gómez, vicepresidente de la empresa, es amigo cercano de Medina Mora, quien fue el director del Cisen y titular de la PGR. Mientras que Leopoldo Gómez, el otro vicepresidente de Televisa es el hermano de Arely Gómez.
En un artículo publicado en el diario Milenio el martes, Leopoldo Gómez dice que en el periodismo moderno no debe haber estas sospechas pues cada quien tiene su carrera y nunca, nunca, ha habido una vinculación entre sus respectivas carreras. ¿Pero qué tan moderno es el periodismo de Televisa que el conductor estrella del noticiero nocturno, Joaquín López-Dóriga, fue quien anunció la llegada de Arely Gómez a la PGR y no el gobierno federal? ¿Cuál es el periodismo moderno de esta empresa que hizo un contrato con Peña Nieto para llevarlo a la presidencia? ¿O acaso el periodismo moderno de Televisa fue haber participado en la historia aviesa de la detención de Florance Cazzes en una puesta en escena del exsecretario de seguridad pública Genaro García Luna?
En política no hay coincidencias, dice el viejo dicho. Menos cuando en un solo día el gobierno hace un show mediático con la detención de un delincuente al que ponen como el “más peligroso del país” con discursos de todos los representantes del gobierno federal que fueron replicados en la primeras planas de los periódicos y en las noticieros de radio y televisión, casi al mismo tiempo que dan a conocer las nuevas propuestas para integrar a dos personajes como Arely Gómez y Eduardo Medina Mora en puestos claves en la procuración de justicia.
El sábado 28, fue clara la estrategia mediática para posicionar la noticia de la captura del jefe templario para restarle reflectores a otras noticias más importantes y trascendentes. Salvo un diario, todos los de circulación nacional tenían en sus portadas la imagen de La Tuta, quedaba a un lado la decisión del gobierno de cederle a Televisa dos espacios fundamentales en la procuración de justicia.
Ese mismo día, en helicópteros de la Policía Federal, un grupo de reporteros y fotógrafos invitados a realizar el “Tuta tour” fueron llevados a las cuevas del Diablo, recorrieron el lugar donde supuestamente se escondió un tiempo el jefe de los Caballeros Templarios, ofreciéndoles la historia oficial de la persecución del “Profe” por más de dos años, hasta que lo agarraron en Morelia cuando se quería hacer una cirugía plástica en el rostro desgajado y en la voz atiplada que ya era reconocida en sus famosos videos.
La caja china-michoacana había funcionado mientras el presidente Peña Nieto viajaba a Londres a tratar de componer su imagen denostada y en los niveles más bajos de la aceptación ciudadana.
Twitter: @GilOlmos
Fuente: Proceso