Hace siete años el presidente Barack Obama asumió su cargo prometiendo poner fin a las guerras de su antecesor, George W. Bush. El 6 de mayo, faltando ocho meses para que abandone la Casa Blanca, Obama pasó por un sombrío hito menos notado: ya lleva en guerra más tiempo que Bush, o que cualquier otro mandatario estadounidense.
Si Estados Unidos permanece en combate en Afganistán, Irak y Siria hasta concluir la gestión de Obama –algo casi seguro a raíz del reciente anuncio que hizo de que enviará a Siria 250 efectivos de Operaciones Especiales más– habrá dejado el inesperado legado de ser el único presidente en la historia de Estados Unidos es prestar servicio dos mandatos completos con el país en guerra.
Obama, quien en el 2009 ganó el Premio Nobel de la Paz y pasó los años que lleva en la Casa Blanca intentando cumplir las promesas hechas como candidato antiguerra, habrá tenido un periodo de servicio como presidente en tiempos de guerra más prolongado que Franklin D. Roosevelt, Lyndon B. Johnson, Richard M. Nixon o su héroe Abraham Lincoln.
Cierto, Obama está dejando muchos menos soldados que puedan ser heridos –al menos 4 mil 87 en Irak y 9 mil 800 en Afganistán– que los 200 mil elementos que heredó de Bush en ambos países. Pero Obama también ha aprobado ataques contra grupos terroristas en Libia, Pakistán, Somalia y Yemen, dando como total siete países donde su gobierno ha tenido acciones militares.
“Ningún presidente quiere ser presidente en guerra”, dijo Eliot A. Cohen, historiador militar en la Universidad Johns Hopkins que respaldó la guerra en Irak y cuyo hijo en dos ocasiones prestó servicio en dicho país. “Obama considera la guerra como un instrumento que tiene que usar con mucha renuencia. Pero estamos librando guerras prolongadas, más bien raras. Estamos matando mucha gente. Estamos teniendo bajas”.
Obama ha luchado con esta inmutable realidad desde su primer año en la Casa Blanca, cuando salió a caminar entre las tumbas del Cementerio Nacional Arlington antes de dar la orden de enviar 30 mil soldados adicionales a Afganistán.
Sus asesores más cercanos dicen que ha recurrido tanto a operaciones encubiertas limitadas y a ataques con drones debido a su cautela sobre los peligros de la intensificación y a que desde hace largo tiempo se muestra escéptico respecto a la efectividad de las intervenciones militares estadounidenses.
En público, desde el principio Obama reconoció la contradicción entre el mensaje de su campaña y las realidades de gobernar. Cuando en diciembre del 2009 aceptó el Nobel, declaró que la humanidad necesitaba conciliar “dos verdades aparentemente irreconciliables –que la guerra en ocasiones resulta necesaria y que la guerra a cierto nivel representa una expresión del sinsentido humano”.
El presidente ha intentado reconciliar dichas verdades abordando en términos restringidos sus guerras, como un desafío crónico pero manejable en vez de una campaña nacional que acapara todo, como la II Guerra Mundial o, en menor grado, Vietnam. La duración de su currículum de conflictos militares, dicen historiadores militares, refleja asimismo la cambiante definición de la guerra.
Fuente: The New York Times