Parece que México ya no cae tan fácil en las trampas de Trump

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La alerta de que Donald Trump estaba por  cancelar el TLCAN no causó mayores estragos en México. Parece que los mexicanos por fin están aprendiendo a interpretar las jugadas del presidente de EU.

Por Kirk Semple y Elisabeth Malkin

Ciudad de México – Como candidato y después como presidente, Donald Trump era capaz de alborotar a los mexicanos, a veces aparentemente sin siquiera intentar hacerlo.

Sus amenazas sobre la construcción de un muro fronterizo y su promesa de hacer que México pagara por él desataron un patriotismo generalizado entre los mexicanos. Las promesas de deportar a millones de migrantes indocumentados llevaron a los políticos a redactar un sinfín de planes de contingencia. Los planes para desarticular el Tratado de Libre Comercio de América del Norte desquiciaron a varios funcionarios.

Pero el anuncio de que la Casa Blanca se preparaba para abandonar el TLCAN vía una orden ejecutiva –que después fue desmentido por Trump– fue recibido con más calma por México. Eso dio muestra de que parece estar aprendiendo a responder a las habladurías del presidente estadounidense o, al menos, a tener una reacción pública más mesurada a estas.

“Parece que está sentado en una mesa de póquer faroleando y no tomando decisiones serias”, dijo el senador independiente Armando Ríos Piter. “Y si estás enfrente de un blofeador, tienes que mantenerte firme y digno”.

Los funcionarios mexicanos no hicieron comentarios públicos al anuncio del miércoles sino hasta que Trump emitió un comunicado ya avanzada la noche, en el que decía que, al final, no planeaba sacar a Estados Unidos del acuerdo comercial trilateral, sino “actualizar al TLCAN por medio de la renegociación”.

El presidente Enrique Peña Nieto respondió con una misiva en la que dijo que “ambos presidentes hablaron del objetivo compartido de buscar modernizar” el acuerdo.

Los cambios durante el día respecto al TLCAN dejaron desorientados a muchos mexicanos –el tipo de cambio peso-dólar se vio particularmente afectado–, pero también con un ligero sentimiento de satisfacción de que, por fin, estaban aprendiendo a interpretar las jugadas de Trump.

Eduardo Bravo, exdirector de la Asociación de Empresarios Mexicanos, dijo que quedó aliviado de que el tema se resolviera el mismo día. Sin embargo, advirtió que todavía queda un camino difícil por delante, en particular con una Casa Blanca cuyo comportamiento describió como “muy esquizofrénico”.

“Hay que mantener la esperanza y seguir trabajando para mantener la relación”, dijo. “Hay mucho trabajo por delante”.

Políticos, analistas, economistas, líderes empresariales y exdiplomáticos dijeron en diversas entrevistas que la sugerencia de que Estados Unidos se retiraría del pacto comercial no era más que un acto teatral para intentar demostrarle algo a los votantes de Trump y a los líderes mexicanos y estadounidenses.

Durante la campaña presidencial, Trump criticó repetidamente al TLCAN y parecía encaminado a empezar la renegociación tan pronto como tomara posesión. Cuando eso sucedió en enero, funcionarios de la Casa Blanca circularon una carta en la que se hablaba de las metas para esa negociación, aunque eran más modestas de lo que Trump había sugerido, dado que la mayoría del TLCAN quedaría intacto.

No obstante, durante las últimas semanas, la administración se mostró frustrada por el ritmo al que se desenvolvían las conversaciones, en buena medida porque no ha sido confirmado el representante para negociaciones comerciales propuesto por Trump, Robert Lighthizer, y porque el gobierno necesita llevar a cabo consultas con varios comités legislativos e informar al congreso de manera formal que tiene la intención de renegociar el pacto para que ese proceso avance.

“En México esto debería verse como el berrinche de un niño mimado al que no le tocaron los regalos que quería de cumpleaños por sus cien días” en el cargo, dijo Rafael Fernández de Castro, experto en las relaciones de México y Estados Unidos del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Algunos incluso especularon que la filtración de la orden ejecutiva para presuntamente sacar a Estados Unidos del TLCAN fue hecha a propósito para medir la reacción de México y Canadá a modo de estrategia de “prenegociación”.

“Un análisis generoso sería decir que estaba jugando a una política de riesgo calculado para aumentar las apuestas”, dijo Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos. “Parece que está acercando la mano a la funda de una espada mientras asegura que tiene un sable para decir: ‘Si no aceptas mis demandas entonces apretaré el botón nuclear’”.

El gobierno de Peña Nieto ya se ha mostrado dispuesto a tomar una postura más dura respecto a la renegociación: integrantes del gabinete han dicho que están dispuestos a actualizar el tratado, pero también a dejar la mesa de negociación y, con ello, el pacto.

“No vamos a aceptar cualquier tipo de renegociación del tratado, preferimos en todo caso abandonarlo que tener una mala negociación, en eso hemos sido claros con el gobierno de Estados Unidos”, dijo el canciller Luis Videgaray el martes.

Los mexicanos también se han sentido respaldados hasta cierto sentido por la respuesta de la comunidad empresarial estadounidense y de algunos legisladores —incluidos algunos republicanos del Capitolio– en contra de abandonar el TLCAN y a favor de mantener las relaciones con México.

Sin embargo, México no ha perdido de vista la impredecibilidad de Trump y ha comenzado a explorar la posibilidad de establecer nuevos acuerdos comerciales con otros países o de modernizar los pactos que ya tiene con otras naciones.

El exembajador Sarukhán dijo que el gobierno mexicano alguna vez respondía a Trump “como un venado en mitad del bosque cegado por las luces”, pero que ha adoptado una postura más madura al saber elegir qué batallas pelear y al emitir “declaraciones quirúrgicas y precisas, convirtiéndose en el adulto en la relación”. Eso quedó claro el miércoles, aseguró Sarukhán.

Fuente: The New York Times

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