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Fue el día en el que, como en tantos otros en todo el sexenio, Calderón le rindió también honores a García Luna –“clave” en la transformación de la Policía Federal– y convocó a los jóvenes para unirse a ella como parte de un “sacerdocio cívico” para México
Fue un día luminoso para Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División de Seguridad Regional de la Secretaría de Seguridad Pública, mano derecha del poderoso Genaro García Luna: Delante de miembros de la clase política, militar, policiaca y hasta periodística, fue homenajeado por Felipe Calderón.
La ocasión era propicia para el habitual boato del felipismo y al Centro de Mando de la Policía Federal, en Iztapalapa, llegaron los numerosos funcionarios e invitados, algunos en helicóptero, como el secretario de la Defensa, Guillermo Galván, y el propio Calderón.
Y frente a gobernadores priistas, como Enrique Peña Nieto, la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo, aplaudidores como María Elena Morera y Alejandro Martí, y hasta periodistas, como Carlos Marín y Pedro Ferriz, Calderón le otorgó a Cárdenas Palomino la Medalla al Mérito Policial.
Fue hace una década, en la primera conmemoración del Día de la Policía Federal, el 2 de junio de 2011, cuando Cárdenas Palomino se inclinó ante Calderón para recibir de él en el pecho la presea, ante la mirada orgullosa de García Luna, jefe de la estrategia de guerra que encubría, en realidad, a un grupo criminal en el gobierno.
Fue el día en el que, como en tantos otros en todo el sexenio, Calderón le rindió también honores a García Luna –“clave” en la transformación de la Policía Federal– y convocó a los jóvenes para unirse a ella como parte de un “sacerdocio cívico” para México.
“Sólo unidos lograremos que la policía deje de ser y parecer una ocupación desprestigiada y convertirla en lo que debe ser: una profesión honorable que goce del respeto de la gente, un verdadero sacerdocio cívico de quienes están incluso arriesgando su vida al servicio de los demás”.
Pero ya para entonces el “sacerdocio cívico” era idolatría al crimen, como lo ilustra plásticamente el caso de Cárdenas Palomino, quien arrastraba un triple asesinato, incluido el del taxista Jesús Palafox Aranda, abatido a balazos, el 12 de agosto de 1987, sólo “para saber qué se sentía”, conforme a la averiguación previa 13ª/4419/987.
Cárdenas Palomino tenía 18 años de edad cuando ocurrieron esos crímenes, en 1987, el mismo año en que García Luna, quien sería cómplice y protector, era acusado de un robo de 250 millones de pesos y 10 mil dólares a un comerciante de la colonia Romero Rubio, según la averiguación previa 1/9455/987.
La vocación criminal de ambos corrió paralela a su trayectoia como servidores público que, como tales, participaron en la tortura de Israel Vallarta, infligida con todo descaro por Cárdenas en el montaje de la captura de él y de la francesa Florance Cassez que se transmitió en vivo en Televisa y TV Azteca.
La captura de Cárdenas Palomino se suma a la de García Luna, en diciembre de 2020, ambos acusados de narcotráfico en Estados Unidos, y están pendientes las de Ramón Pequeño García, Armando Espinoza de Benito, Edgar Millán Gómez, Facundo Rosas, una bandade presos, fugitivos y ejecutados con los que Calderónhizo una guerra y hasta santificó.
PERIODISTA.ALVARO.DELGADO@GMAIL.COM
@ALVARO_DELGADO