Por Álvaro Delgado
Donde sí hay una estrategia de rebelión es en el empresariado radical, que lidera el presidente de la Coparmex
Los empresarios políticamente más radicales de México, que no son necesariamente los más ricos, traman una rebelión contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador con la epidemia del coronavirus de fondo para, en el mejor de los casos, tratar de que les sean perdonados impuestos y, en el peor, deponerlo del cargo.
Se trata de ánimos golpistas muy parecidos a los de 1976 y 1982, cuando en los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo se propusieron la toma del poder político, cuyo objetivo sigue en marcha ante López Obrador.
Ha sido el propio López Obrador quien aludió, en dos ocasiones, a ánimos golpistas: en noviembre de 2019, aseguró que la mayoría que lo respalda “no permitiría otro golpe de Estado en nuestro país” y, el 19 de febrero de este año, agradeció al Ejército “no escuchar el canto de las sirenas y dar la espalda a la traición y al golpismo”.
Ahora es Felipe Calderón el que aludió al golpismo contra López Obrador, pero no para alentarlo, sino para rechazarlo, en un pronunciamiento de México Libre, el partido político que construye, en el contexto de amagos por huelga de pagos y ruptura con la Federación.
“Rechazamos desde ahora iniciativas que impliquen convocatoria a la ruptura del orden constitucional. Pueden ser no sólo inviables e ilegales, sino ingenuas”, publicó Mexico Libre en sus redes sociales, y aseguró que “no apoya ni apoyará ninguna iniciativa real o virtual que busque acciones contrarias a la Constitución en contra del gobierno, así se trate de uno tan malo como éste. La única vía democrática y constitucional que reconocemos es la electoral”.
Es una incógnita lo que motivó este pronunciamiento de Calderón y su partido —tanto como el Presidente sobre lo mismo—, pero debe saber quiénes son los que traman “la ruptura del orden constitucional” a los que no quiere ser asociado:
“¡Qué más quisieran radicales del poder que opositores rompieran el orden legal! Sueñan con desvirtuar elecciones y partidos de oposición como México Libre, al que temen, y sobre todo, la vía pacífica de cambio para legitimar la violencia, verbal y física, en la que son expertos.”
Donde sí hay una estrategia de rebelión es en el empresarido radical, que lidera el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, imitador de Andrés Marcelo Sada, el dirigente de ese organismo que chocó con Echeverría y quien confesó a Porfirio Muñoz Ledo que los empresarios querían el poder político.
Esta ambición quedó expuesta en el insólito diálogo público de las 12 organizaciones del CCE, a cuyo presidente, Carlos Salazar Lomelín, quieren deponer por “timorato” tanto como a López Obrador. Pero el México actual no es el de 1976 y les recordó a los rebeldes que si quieren quitar al Presidente deben obtener también más de 30 millones de votos en la revocación de mandato de 2022:
“Y si esto es lo que todos queremos, unámonos. Nada más que debemos tener a los 30 millones de mexicanos detrás de nosotros.”
Fuente: El Heraldo de México