Operación Jalisco

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Por Eduardo Guerrero Gutiérrez

Un exceso y un error de cálculo. Con los ataques del pasado viernes 1 de mayo, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) canceló cualquier posibilidad de un apaciguamiento que le permitiera sobrevivir en el largo plazo. La magnitud de los ataques fue espectacular. El mismo día que inició la Operación Jalisco, dirigida a reducir la capacidad operativa del CJNG, los criminales lanzaron una ofensiva en tres frentes: ataque directo a un helicóptero del Ejército (con un saldo de seis muertos y 12 heridos); bloqueos a vialidades en la Zona Metropolitana de Guadalajara y al menos en 15 municipios más; e incendios provocados en gasolineras, bancos, restaurantes y otros comercios. Aunque los ataques tuvieron su epicentro en Jalisco, también se reportaron en Michoacán, Guanajuato y Colima.

Se trata de una acción planeada con días de anticipación, coordinada, e instrumentada con disciplina militar. Una clave del ataque fue su carácter sorpresivo, pues aunque las autoridades federales esperaban una respuesta hostil a su incursión en territorio jalisciense, nunca pensaron que ésta ocurriera tan pronto, con decenas de acciones simultáneas y dispersas en un territorio tan amplio.

Desde antes del 1 de mayo, el CJNG ya era un blanco prioritario dentro de la estrategia de combate al crimen organizado por tres razones. La primera, por su creciente poder económico. Gracias a una estrategia de diversificación, en la que Estados Unidos figura sólo como uno entre varios mercados, el CJNG ha logrado consolidarse como la organización mexicana que tiene la participación más rentable en el negocio del tráfico trasnacional de drogas. De acuerdo con la DEA, la alianza criminal integrada por Los Cuinis (líderes en el tráfico de drogas sintéticas en varios continentes) y el CJNG (que funge como el brazo armado de la organización) constituye la asociación criminal económicamente más poderosa del mundo.

La segunda, por el poder de fuego y la alta sofisticación que el CJNG ha exhibido en sus más recientes ataques. Las fuerzas federales y estatales se enfrentan a una organización con capacidades de planeación e inteligencia, cohesionada, bien coordinada, y con recursos ofensivos no convencionales. El CJNG ha invertido parte de sus cuantiosos recursos en adquirir armamento de primera generación y en reclutar a criminales con experiencia que sobrevivieron al desmembramiento de otras organizaciones. La emboscada del pasado 6 de abril, en la que murieron 15 policías estatales, fue ejecutada con destreza —tanto por la selección del lugar, como por la fabricación y el uso de explosivos. El viernes pasado, al derribar un helicóptero de las fuerzas armadas, el CJNG confirmó que dispone de un arsenal de un calibre que el Estado no puede tolerar.

La tercera, la violencia del CJNG no se enfoca en otros grupos criminales, sino que se dirige primordialmente en contra de autoridades. Desde el secretario estatal de Turismo, pasando por elementos de la Gendarmería, de la policía estatal y mandos municipales, hasta el atentado en contra del Comisionado de Seguridad Pública de Jalisco, esta organización busca imponer un pacto que le permita desarrollar sus actividades sin interferencia del gobierno.

Se avecinan meses complicados. El Ejecutivo federal y el gobierno estatal tendrán que seguir trabajando de forma coordinada. La principal incógnita en la actual coyuntura son los gobiernos municipales, así como los 125 alcaldes que serán elegidos el próximo 7 de junio. Es probable que el CJNG no haya infiltrado de forma sistemática los ayuntamientos (como sí hicieron, en su momento, Los Caballeros Templarios, en Michoacán); sin embargo, su influencia ha sido notoria en algunos. En dos municipios, Cocula y Casimiro Castillo, la Fuerza Única Regional (policía estatal) ya asumió las tareas de seguridad pública desde diciembre de 2014. En agosto del año pasado fue asesinado el alcalde de Ayutla, Manuel Gómez Torres, al parecer con la participación de mandos de la policía municipal (el día del homicidio se ordenó acuartelar a los elementos para dejar solo al alcalde).

Recientemente Ayutla ha sido mencionado como el posible escondite de Nemesio Oseguera, El Mencho, líder del CJNG. En este contexto parece prioritario avanzar en la implementación del mando único en los municipios más vulnerables del estado. Aquéllos en los que se han registrado ataques contra funcionarios, como Ayutla, podrían encabezar la lista.

Derrotar al CJNG significará un desafío de primer orden, tanto para las agencias federales como para la administración de Aristóteles Sandoval. Sin embargo, sería equivocado pensar que eventos como los del pasado viernes demuestran que los criminales llevan la delantera.
Por el contrario, el CJNG se benefició por años de mantener un bajo perfil para desarrollar nuevos mercados para la exportación de drogas y ocupar los espacios que dejaban otras organizaciones, debilitadas por los operativos del gobierno. Las condiciones favorables que permitieron al CJNG crecer llegaron a su fin hace algunas semanas, cuando autoridades de EU lo señalaron como un blanco prioritario y en México tuvieron lugar algunas capturas importantes. Con los ataques, los criminales buscan ganar tiempo y evitar más capturas; pero saben bien que sus tiempos de auge quedaron atrás.

Fuente: El Financiero

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