Por Francisco Javier Pizarro Chávez
Todo proceso histórico social y político suele olvidarse a lo largo del tiempo a los ciudadanos del presente y también tergiversado sexenio tras sexenio, y régimen tras régimen, cuyos presidentes y partidos no entienden que sin la historia del pasado no hay presente y tampoco “futuro sin presente”, como bien lo advierte cualitativamente la dialéctica.
En atención a ello, les describo acontecimientos históricos más violentos social y políticamente en la década de los cincuenta, sesenta y setenta.
Empiezo con el movimiento magisterial de 1958, que encabezó el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) encabezado por el maestro Othón Salazar, maestro de primaria, que demando a la Secretaría de Educación Pública el 12 de abril de ese año, incrementara el 14% de sus salarios y de no ser así, se pondrían en huelga, lo cual ocurrió.
El 30 de abril el MRM tomó los patios de las oficinas de la SEP durante un mes, con el apoyo de mas de mil quinientos maestros, los cuales fueron reprimidos de forma violenta en el Zócalo, que dejó un saldo de decenas de muertos, heridos y encarcelados, entre ello, Othón Salazar, quien fue detenido y torturado antes de procesarlo penalmente y encerrado en el penal de Lecumberri, por ordenes del presidente Adolfo López Mateos.
Un año después (1959) se detonó la huelga ferrocarrilera impulsada por dos lideres laborales–Demetrio Vallejo y Valentín Campa–, los cuales también exigían al presidente López Mateos, aportara mejores condiciones de vida a los trabajadores ferrocarrileros.
Lejos de ello, el mandatario despidió a mas de 9 mil ferrocarrileros, (centenares) otros fueron asesinados y recluidos a la cárcel. No obstante, el 4 de agosto de ese año, Demetrio Vallejo fue electo líder del sindicato ferrocarrilero, pero solo por un mes. El 1 de septiembre, la policía se apoderó de los locales sindicales y encarceló a 5 mil trabajadores ferrocarrileros más y a sus líderes –Demetrio Vallejo y Valentín Cama—quienes estuvieron 10 años en prisión, hasta que fueron liberados por el movimiento estudiantil de 1968, aún y cuando Luis Echeverría, Secretario de Gobernación del presidente Gustavo Díaz Ordaz, dijo públicamente que “la prisión no ha logrado cambiar su ideología política y por tanto, no se han readaptado” por lo que “no tienen derecho, no procede la libertad anticipada”.
La represión del gobierno a los líderes ferrocarrileros y estudiantes universitarios y politécnicos, se sustentaba en el Articulo 145 del Código Penal del presunto y falaz “Delito de Disolución Social”, que permitía meter a prisión a todo aquel que protestara al gobierno. Afortunadamente el movimiento estudiantil logró suprimirlo y liberar a Valentín Campa y Demetrio Vallejo.
Otro acontecimiento histórico deplorable y atroz, es el asesinato de Rubén Jaramillo — líder agrario zapatista– y su familia acribillada brutalmente por un destacamento militar y policías judiciales, 23 de mayo de 1962.
Y digo que fue un crimen atroz, porque de inicio, Jaramillo se incorporó desde los 14 años de edad al Ejército Libertador del Sur del general Emiliano Zapata, que luchó por “Tierra y Libertad”.
En los años veinte encabezó Jaramillo una lucha legal tras el asesinato de Emiliano Zapata, por la reforma agraria que tenía en claro que era una bandera política y no un verdadero compromiso del gobierno.
Al inicio de la década de los treinta, era el líder campesino mas respetado y conocido en el poniente del Estado de Morelos; apoyó la candidatura presidencial de Lázaro Cárdenas, a quien sugirió que su gobierno construyera una gran central azucarera, que el general Cárdenas aprobó y fundó en1938 el ingenio de Zacatepec y designó a Jaramillo, presidente de su consejo de administración.
Aprobó también, a petición de Cárdenas, la campaña presidencial de Ávila Camacho, pero cuatro años después se dio cuenta que el nuevo presidente había traicionado los ideales de la Revolución. Fundó en 1945 el Partido Agrario Obrero Morelense, del cual fue candidato a gobernador de Morelos.
Jaramillo se alzó nuevamente en armas en 1957 en los Cerros de Morelia por la corrupción de los políticos, las amenazas a los luchadores sociales que le apoyaban y siguió luchando por los derechos de los campesinos. Según investigaciones posteriores, indican que el asesinato de Jaramillo y su familia, fue por órdenes también del presidente Adolfo López Mateos.
Como colofón les comparto el mensaje histórico que el 11 de septiembre de 1965 difundieron Arturo Gamiz y Salvador Gaytán en un desplegado del periódico Índice, que le dirigieron al General Práxedis Giner Duran, gobernador de Chihuahua, muy similar al que difundió Jaramillo cuando se alzó de nuevo en armas en 1957 en Morelia.
“Nos hemos levantado en armas para hacer frente a los cacicazgos como el de José Ibarra y Tomás Vega, que agobian al estado, una vez que agotamos los medios legales sin fruto alguno; una vez que nuestros esfuerzos de años fracasaron en virtud del apoyo incondicional que el gobierno del estado proporciona a los caciques que por décadas se han dedicado impunemente a explotar como bestias a los campesinos, a humillarlos y asesinarlos, a quemarles sus ranchos, robarles su ganado y violar a sus mujeres”
“Durante años, por las buenas estuvimos pidiendo justicia, pero usted señor gobernador, nos despidió siempre con insultos; se puso de parte de los latifundistas y les dio fueros. Empuñamos las armas para hacer por nuestra propia mano la justicia que les niega a los pobres”.
Veremos y diremos si la Comisión de la Verdad y la Justicia que se integró el 13 de diciembre de 2021 en el Palacio de Gobierno de Chihuahua, pondera estos deleznables acontecimientos históricos y procesa a los presidentes de la República y sus funcionarios que dejaron una estela de muertes de 1960 a 1990, que la Suprema Corte de Justicia solventó durante décadas y bloqueo la Consulta Popular de 2019.
Espero que el INE no haga lo mismo con la Consulta de la Revocación de Mandato en abril de este año. Reitero. Sin pasado no hay presente y sin presente no hay futuro.