Deberán pasar mucho años para que los habitantes de Newtown, un pueblo de apenas 27,000 personas, puedan olvidar la masacre en la que 20 niños perdieron la vida.
Tampoco podrá borrarlas la profesora Kaitlin Roig, que intentó tranquilizar a los pequeños.
“Pensé que tenía que actuar como si yo fuera sus padres. Por eso les dije: Necesito que sepáis que os quiero mucho y que todo va a ir bien. Pensé que esa sería la última cosa que escucharían”, señala la profesora.
Una pacífica comunidad, con tan solo un asesinato en los últimos diez años, que no llega a digerir aún lo ocurrido.
“Esta ciudad tiene 300 años pero sin duda este ha sido su peor día. Es duro de creer que esto haya podido ocurrir en esta ciudad tan tranquila. Es horrible pensar que el demonio esté en los Estados Unidos, en Sandy Hook. Supongo que es la naturaleza del mundo en el que vivimos”, señala un habitante de esta localidad.
Poco a poco se van conociendo más detalles sobre lo ocurrido. Algunas respuestas para las cientos de preguntas que todavía quedan en el aire.
“Dolor, tristeza y devastación”, señala el corresponsal de Euronews. “El día después Newtown intenta reponerse, mientras que cada vez más estadounidenses exigen que haya un mayor control en la venta de armas.”
Fuente: euronews