Muy enfermos, presos de Guantánamo

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Por Ben Fox/ AP

Tarek El-Sawah está muy mal luego de 11 años detenido en Guantánamo, algo que los militares estadounidenses no cuestionan.

Durante su cautiverio, el peso de este egipcio de 55 años se duplicó y llegó a estar en los 190 kilos (420 libras). Su salud se deterioró como consecuencia de ello, según sus abogados y funcionarios del gobierno.

Los abogados de El-Sawah y los médicos que llevaron a la base para examinarlo pintan un panorama sombrío, de un hombre muy obeso, con diabetes y una cantidad de males. Le cuesta respirar, no puede caminar más de tres metros (10 pies), se duerme durante reuniones y existe la posibilidad de que no salga de la prisión vivo.

“Creemos que se puede morir en cualquier momento”, dijo el teniente coronel de los marines Sean Gleason, un abogado militar que lo representa.

Los detalles sobre la salud de El-Sawah, quien admitió haber capacitado a elementos de al-Qaida en el uso de explosivos pero no tiene cargos pendientes, han comenzado a salir a la luz en una serie de procedimientos judiciales y en un adelanto de argumentos que podrían ser usados con mayor frecuencia a medida que la población carcelaria de Guantánamo envejece, sin perspectivas de que se resuelvan sus casos.

No es el único reo entre los 164 alojados en Guantánamo con problemas serios de salud. La semana pasada un juez ordenó la liberación de un sudanés esquizofrénico que pasó buena parte de la última década medicado en el pabellón para presos con trastornos mentales. Sus abogados dijeron que estaba tan enfermo, con males que incluían diabetes, que no podía representar una amenaza y que por lo tanto Estados Unidos ya no tenía autoridad para retenerlo. El fallo del juez se produjo luego de que el gobierno retirase su oposición a una liberación.

También hay un preso paquistaní, Saifullah Paracha, con un grave trastorno cardíaco, que hizo que las autoridades llevasen un equipo de cirujanos y un laboratorio cardíaco móvil para atenderlo, a un costo de 400.000 dólares. Paracha se negó a ser atendido, diciendo que no confiaba en el personal médico militar.

Dos presos murieron de causas naturales, uno de ellos de un ataque al corazón y el otro de cáncer. Y varios reos han reportado problemas médicos derivados de su participación en una larga huelga de hambre. En total 106 reos se plegaron a la huelga en julio y el lunes de esta semana 17 seguían adelante.

“Hay una cantidad de gente con una cantidad de problemas de salud graves”, manifestó Cori Crider, abogada de la organización británica de derechos humanos Reprieve, que se ha estado reuniendo por años con los presos de Guantánamo.

Las autoridades estadounidenses afirman que los reos reciben excelente tratamiento médico, el mismo que se da a sus soldados. Hay más de 100 médicos, enfermeras y otros profesionales tratando “una cantidad” de enfermedades, aseguró el capitán de la Armada Daryl Daniel, un médico y jefe de los servicios médicos del centro de detención. Agregó que ninguno está en condición crítica en estos momentos.

“Hay una población que envejece y que empieza a mostrar los síntomas de la gente de su edad”, sostuvo Daniels.

En agosto los abogados de El-Sawah radicaron una moción de emergencia ante un juez de Washington, pidiendo que ordenase a los militares ofrecer atención médica “adecuada”, incluidos análisis adicionales de posibles trastornos cardíacos y un aparato para ayudarlo a respirar porque su cerebro no estaba recibiendo suficiente oxígeno.

El gobierno insiste en que recibe buena atención en Guantánamo y que lo único que necesita es comer menos y hacer más ejercicios. “Si bien su salud no es buena, su vida no corre peligro inminente”, aseguraron abogados del Departamento de Jusicia en respuesta a los planteamientos de los abogados del reo.

El juez no se ha pronunciado, pero la solicitud es secundaria de todos modos. Lo que quieren El-Sawah y sus abogados es que Estados Unidos lo libere y lo envíe preferiblemente a Egipto. Dicen que su salud es tan frágil que no representa amenaza alguna. “Es incomprensible que se resistan a liberarlo”, sostuvo Gleason.

El-Sawah mide 1,70 metros (5 pies 10 pulgadas) y pesaba unos 95 kilos )2125 libras) cuando llegó a Guantánamo en mayo del 2010, tras ser capturado en Afganistán. Fotos de antes de su captura muestran un individuo con un poco de barriga, pero sin indicios de problemas de salud. Una de sus abogadas, Mary Petras, dice que ya era obeso la primera vez que lo vio, en marzo del 2006.

“Cuando llegó a Guantánamo hace 11 años no era obeso”, afirmó Gleason. “Y durante esos 11 años estuvo bajo la custodia, el control y la supervisión médica del gobierno de Estados Unidos”.

El-Sawah estuvo acusado de conspiración y de ofrecer apoyo material al terrorismo. Pero el gobierno retiró esos cargos y le dijo a sus abogados que no los volvería a radicar, por razones que no hay sido hechas públicas. Se dice que cooperó con sus interrogadores.

Sus abogados esperan un fallo del tribunal o de una junta revisora que evaluará a los presos bajo custodia. El-Sawah tiene cartas de recomendación de tres ex comandantes de Guantánamo, algo muy inusual.

En una de esas cartas, el mayor general retirado del ejército Jay Hood dijo que era un prisionero único, “distinto de los extremistas islámicos violentos que constituían buena parte de la población de Guantánamo”. Otro, el contraalmirante David Thomas, recomendó su excarcelación, haciendo notar su “movilidad restringida debido a su obesidad y otros problemas de salud”.

Más llamativo todavía es el contenido de la carta de un funcionario cuyo nombre y título no fueron difundidos por razones de seguridad. Este individuo pasó varias horas por semana con el prisionero durante 18 meses en Guantánamo y dijo que El-Sawah se comportó en forma “amistosa y cooperativa”.

“Francamente, me pareció que Tarek era una buena persona del otro bando que, en otro mundo, en otro momento, en otro sitio, podría tranquilamente ser aceptado como amigo o vecino”.

Fuente: AP Reportajes

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