El actor británico de Harry Potter, Sense and Sensibility y Galaxy Quest, entre otros éxitos de la pantalla, tenía cáncer.
Le faltaba menos de un mes para cumplir setenta y apenas ciento veintitanto días para que se estrenara “Alicia a través del espejo”, su incursión cinematográfica en el mundo fantástico de Lewis Carroll.
Se llamaba Alan Sidney Patrick Rickman y tenía una de esas voces que, aún para el que no entienda inglés, es identificable a la distancia. Formado en la Royal Academy of Dramatic Art –su examen de ingreso fue una interpretación de Ricardo III, de William Shakespeare, todo un acto de audacia– comenzó su carrera como actor en el teatro “off” para migrar a la Real Compañía Shakespeareana y a la televisión británica hacia fines de la década del ’70, para dar luego el salto a la pantalla grande.
Le puso la piel y los huesos (y esa voz inolvidable) a villanos y personajes sombríos en filmes tan dispares como “Duro de matar” (1988) o “Robin Hood” (1992) sin que su formación clasica y su perfil lo estigmatizaran. Se atrevió a la comedia paródica en “Galaxy Quest” (1999) y al género romántico puro y duro en “Love, actually” (2003).
Pero el personaje que le valió su condición de ícono popular fue el del profesor Severus Snape en la saga de películas basadas en los libros de Harry Potter, donde encarnó una mezcla exquisita de crueldad, cinismo y pasos de comedia que –sumados a un momento épico de redención como pocos en la historia del cine y la literatura– lo convirtieron en el villano favorito de un par de generaciones.
A lo largo de su carrera ganó un Golden Globe, un Emmy y un BAFTA, entre otras nominaciones y galardones. El Oscar le fue siempre esquivo, pese a su talento.
Alan Rickman murió este 14 de enero del 2016, “rodeado de su familia y amigos”, según el comunicado oficial. Tenía cáncer.
Desde el mundo de los muggles, solo cabe despedirlo recordando sus grandes momentos. Profesor Snape, gracias por la magia.
Fuente: NoticiasPerfil
