Hay una conexión entre los ataques cometidos en París y Bélgica y su eje es Molenbeek.
Un distrito de clase trabajadora de Bruselas, la capital de Bélgica, Molenbeek es una de las bases del extremismo islámico en Europa, escribe el diario francés Le Monde.
Y no es la primera vez que se vincula a Molenbeek -que este lunes fue objeto de fuertes redadas por parte de las autoridades belgas- con la violencia yihadista.
Uno de los atacantes dados de baja en París vivió en Molenbeek, dijo el fiscal de Francia cuando declaró que los atentados fueron planeados en Bélgica.
La policía confirmó, el domingo, que dos de los autos utilizados por los sospechosos fueron alquilados en ese país.
Hasta el momento, siete individuos han sido detenidos en Molenbeek, tras varias redadas, y otro fue arrestado en un sitio diferente de Bruselas.
Fuente de reclutamiento
Varios factores han contribuido al auge de una radicalización islámica, sin control efectivo del estado, en ese sector de Bruselas y en Bélgica, en general.
Medio millón de musulmanes viven en ese país pero los problemas de militancia extremista se concentran en la capital.
“La mayoría de los que son reclutados en Bélgica para ir a combatir en Siria son de Molenbeek y otras partes de Bruselas”, expresó el ministro del Interior de Bélgica, Jan Jambon.
Más de 350 combatientes belgas han sido tentados por radicales para pelear en Siria. En relación a una población de 11 millones, Bélgica es la mayor fuente de yihadistas en Europa.
El ministro Jambon asegura que el número ha disminuido. Aunque se ha hecho progreso, continúa siendo un problema.
Poco control de las autoridades
Una de las dificultades que enfrenta el gobierno en controlar el radicalismo yace en la limitada efectividad de sus servicios de seguridad y de policía.
Bélgica está compuesta de dos principales nacionalidades rivales: la valona, de habla francesa, y la flamenca, de habla holandesa.
Para aliviar la tensión entre las dos, se le ha dado más independencia a los gobiernos locales, lo que ha creado varios niveles de burocracia.
Es una estructura muy densa para que fluya eficientemente la información de las agencias de inteligencia y que puedan operar y obtener resultados positivos.
Ese es el caso de Molenbeek, donde no sólo existe militancia extremista sino que radicales franceses pueden encontrar una base conveniente y discreta para pasar “por debajo del radar”, mientras planean sus ataques contra la vecina Francia.
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En Molenbeek, una municipalidad con una población de 90.000, hay vecindarios con 80% de musulmanes, algunos tan segregados que ni siquiera se sienten parte de Bélgica.
Eso añade dificultades para conseguir información de parte de la comunidad.
“Hay partes donde la policía tiene muy poco control”, expresó a la agencia Reuters Edwin Bakker, del Centro de Terrorismo y Antiterrorismo de la Universidad de Leiden, Holanda. “Aunque los vecinos hayan visto algo sucediendo, no le van a pasar esa información a las autoridades”.
“Base yihadista”
Las complicaciones de la estructura política belga también es responsable de la lentitud en promulgar nuevas leyes, particularmente las que buscan frenar el discurso de odio en las mezquitas o el reclutamiento para unirse a la guerra en Siria.
Las autoridades están particularmente preocupadas con la influencia de versiones radicales del islam y Molenbeek es una de las áreas donde los predicadores fundamentalistas han florecido.
Este fenómeno ha creado un vínculo peligroso entre jóvenes musulmanes en Francia y Bélgica, dijo a la BBC Claude Moniquet, analista en temas de inteligencia.
“Ambos países comparten situaciones comunes; comunidades frágiles provenientes del norte de África, con problemas de identidad, cultura y conflictos sociales”, explicó.
“En la clandestinidad surgen figuras carismáticas que se convierten en líderes de las partes más extremistas de la comunidad”, concluyó.
George Dallemagne, parlamentario belga de la oposición de centro-derecha, dijo a Reuters que hay una fuerte influencia salafista (una corriente ultraortodoxa del islam) que coloca a Bélgica en el centro del “terrorismo” actual en Europa.
Él llama a Molenbeek “una base aérea para yihadistas”.
“Se radicalizan en Francia, van a siria a combatir y, cuando regresan, encuentran en Molenbeek el apoyo logístico y las redes necesarias para realizar sus ataques terroristas”, expresó el político belga a Reuters.
Mercado de armas
Lo que hace las cosas más atractivas para los extremistas es el fácil acceso a las armas, un producto más de la descentralización extrema del gobierno belga que obstaculiza la detección de traficantes de armamento.
En Bélgica hay un próspero mercado negro de rifles automáticos del tipo que fueron usados en los ataques en París.
En enero de este año, la policía francesa que investigó las matanzas en la revista satírica Charlie Hebdó y en un supermercado judío de París, determinaron que uno de los atacantes había adquirido armas por la vía de Molenbeek.
Igualmente, dice la fiscalía en Francia, sucedió con el frustrado ataque de un marroquí en un tren que iba de Bruselas a París, en agosto. Se le encontró un AK-47 y casi 300 balas.
Vínculos macabros
Y aquí no concluyen los vínculos de Molenbeek con la violencia radical. La lista de personas que han pasado por la ciudad y que luego están implicadas en hechos extremistas es “impresionante”, dice el diario Le Monde.
También en enero de 2015, un supuesto complot para atacar a la policía belga fue desarticulado tras redadas en las que dos individuos, con conexiones en Molenbeek, fueron acribillados en la localidad de Verviers.
Un hombre acusado de matar a cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas, en mayo de 2014, también pasó un tiempo en Molenbeek.
Hasta figura en los atentados con bomba en Madrid. Un destacado miembro del grupo que detonó artefactos en la estación de Atocha, en 2004, matando a 191, provenía del mencionado distrito en Bruselas.
Remontándonos a 2001, de Molenbeek partieron los autores del asesinato del comandante afgano Ahmed Shah Massoud, el principal adversario del Talibán en ese país.
Los atacantes suicidas se hicieron pasar por periodistas para matar a Massoud bajo órdenes de Osama bin Laden, dos días antes de 11-Septiembre.
Fuente: BBC