Mireles, culpable de desafiar al Estado

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José Manuel Mireles, quien fuera jefe de todas las autodefensas de Michoacán, fue capturado porque osó cuestionar la estrategia anticrimen del presidente Enrique Peña Nieto en esa entidad, asegura Ana Valencia, esposa del médico. El trato que su compañero ha recibido, abunda, está lleno de irregularidades: Ha sido maltratado, humillado y lo han intentado engañar; no le hicieron prueba antidoping pese a que lo acusan de poseer droga para consumo personal, y aunque su juicio se desahoga en Uruapan, Michoacán, lo trasladaron a Hermosillo, Sonora.

Por José Gil Olmos

Con un amplio operativo militar y policiaco, José Manuel Mireles fue detenido, esposado y encapuchado la tarde del 26 de junio mientras comía una pierna de pollo en la comunidad de La Mira, municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Horas antes había recibido mensajes por radio y teléfono: sus allegados le advertían que se estaba preparando un golpe en su contra. Pensó que éste provendría de Los Caballeros Templarios, pero se trataba de una acción del Gobierno federal, que lo detuvo por haber “desafiado al Estado”, según palabras del comisionado Alfredo Castillo.

Luego de un par de visitas al penal de alta seguridad de Hermosillo, Sonora, Ana Valencia, esposa de Mireles, asegura que a su esposo le pusieron una trampa, y le manda un mensaje al presidente Enrique Peña Nieto:

“Mi esposo es un luchador social, no un criminal. Se equivocaron de persona. Si no les gustó lo que estaba diciendo, no debieron haber hecho las cosas así, inculparlo por droga… Jamás van a ganar porque no es narcotraficante ni adicto a las drogas ni asesino. Es un luchador social, un líder de años, aquí y en Estados Unidos.”

Para Ana Valencia, su marido es un preso político. Considera que lo detuvieron porque le dijo al presidente que no estaba de acuerdo con su estrategia anticrimen en el estado de Michoacán.

“A la mejor no supo medir lo que hablaba en televisión, pero hizo uso del derecho de expresión que tenemos todos. Que el señor presidente recuerde que le ayudó a limpiar 90% de Michoacán; que tome en cuenta eso, que le ayudó a hacer más bien que mal. Le pido que le den oportunidad de defenderse como debe ser, porque el hecho de que el juicio esté en Uruapan, y él en Hermosillo, es un desgaste moral y económico, y no somos personas ricas”, abunda la señora.

En entrevista telefónica el jueves 3 por la noche, asevera que su compañero permanece en una celda pequeña, “como si fuera caja fuerte, con una puerta de metal de varias pulgadas de grosor, por la que le pasan la comida a través de un orificio. No tiene comunicación con nadie”. Aunque se enteró de que ya lo están tratando de su diabetes, apunta que aún lo ve mal porque la alimentación es poca.

Se dice sorprendida del trato de criminal que le han dado a su esposo, que le hayan fincado delitos federales y que fuera detenido sin una orden de aprehensión:

“No le ha hecho un mal al país. Todos los que lo conocen y lo han tratado saben que no usaba armas. Yo siempre he respetado al presidente y al señor Castillo, pero no creo que hayan ganado legalmente. Le dije a mi esposo que su lucha fue de frente, sin esconderse de nadie, y que su detención fue con una trampa.”

La traición

Mireles llegó a La Mira el jueves 26 de junio invitado por las autoridades de la tenencia municipal. Éstas le habían pedido ayuda para integrar sus propias autodefensas contra Los Caballeros Templarios, que aún tienen poder en Lázaro Cárdenas.

En una asamblea como las que organiza en cada pueblo y comunidad a la que entra, el médico manifestó que él y su grupo seguirían con la tarea de “limpiar” Michoacán. Anunció que avanzarían hacia el puerto y luego a Morelia. Al aludir a Castillo dijo: “Me ha traicionado, no hay comunicación”.

Las diferencias entre Castillo y Mireles ya eran evidentes desde febrero, cuando el doctor de Tepalcatepec anunció que no se plegaría al programa del gobierno federal para institucionalizar las autodefensas. Calificó de “farsa” y “teatro” la estrategia. Acusó a Castillo de haberse aliado con Estanislao Beltrán, Papá Pitufo, para destituirlo como coordinador y vocero de las guardias comunitarias.

El montaje

El 26 de junio Mireles llegó a La Mira. En la asamblea que realizó se inscribieron 38 autodefensas. Por la noche le avisaron que irían por él.

En dos videos grabados por su abogada, Thalía Vázquez Alatorre, Mireles narra cómo lo sorprendieron los marinos y policías. En uno de ellos muestra un golpe en el brazo derecho y huellas de las esposas que le pusieron. “Yo estaba bien armado con una pierna de pollo. Esa era la única arma que traía”.

En la otra grabación, fechada el sábado 28 y ya en las instalaciones de la procuraduría estatal, Mireles confiesa su sorpresa por el operativo que realizaron para capturarlo. “Nunca pensamos que iba a ser la autoridad”, declara ante una representante de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. “Incluso, al llegar, un comando militar nos dijo que si se nos ofrecía algo y les dije que no”.

Mireles desmiente también al comisionado Castillo, quien afirmó en conferencia de prensa que el médico no fue encapuchado, que se respetaron sus derechos humanos en la detención y traslado, que tenía armas y droga en su camioneta y que fueron detenidos 83 autodefensas con pistolas y fusiles.

“¿De dónde sacaron a los 80 que agarraron? Me dijeron que atraparon a gente que iba pasando por el jardín porque en ese momento era la graduación de la secundaria. Lo que sí quiero decir es que en el momento en que me sacan de ahí me ponen una malla negra, una tela negra en la cabeza. Eran como las cuatro y media, y hasta las 10 de las noche me tuvieron así.”

También hay imágenes, transmitidas en televisión abierta, en que se ve a Mireles con una tela oscura tapándole los ojos. Se observa que es subido a un helicóptero, esposado y encapuchado, algo que no le hicieron a Joaquín “El Chapo” Guzmán, el otrora narcotraficante más peligroso de México.

Fuente: Proceso

 

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