Por John M. Ackerman
Son tiempos de resistencia, de colaboración y de solidaridad para juntos vencer tanto a la pandemia del #COVID19 como a la crisis económica que la acompaña.
Todos deberíamos poner nuestro granito de arena, pero quienes tienen mayor responsabilidad son los más privilegiados. Ya basta de que los más pobres y marginados tengan que pagar los platos rotos en momentos de crisis, como ha ocurrido tantas veces a lo largo de nuestra historia.
La razón por la cual nuestro sistema de salud pública se encuentra en tan malas condiciones y la economía sea tan vulnerable a las crisis internacionales es porque durante décadas los intereses privados se han priorizado sobre el bienestar general de la población. Hoy les toca a los oligarcas y los superricos devolver un poquito de lo que han recibido a costa del pueblo mexicano durante la larga noche neoliberal.
La más reciente lista de multimillonarios de la revista Forbes incluye 17 mexicanos entre los más adinerados del mundo, con fortunas mayores a mil millones de dólares. En adición a estos oligarcas, México también cuenta con 3,790 personas en la lista de superricos del planeta elaborado por la empresa Knight Frank.
México es uno de los países más desiguales del planeta, con un coeficiente Gini de 0.48. 40% de la riqueza nacional se concentra en el 1% más adinerado de la nación, de acuerdo con estudios del Banco Mundial. El decil de los hogares más ricos del país gana 18 veces más que el decil más pobre, de acuerdo con datos del INEGI.
La vasta mayoría de los superricos de México no acumularon su dinero o sus propiedades a partir del esfuerzo o el mérito, sino que los heredaron de sus padres o gozaron de privilegios y protecciones especiales de parte de los gobiernos neoliberales del pasado.
Así que quienes tendrían que encabezar el gran “Pacto nacional” por el rescate de la economía deberían ser estos mismos privilegiados. Ellos son quienes cuentan con sus cuentas bancarias abultadas y están en posibilidades de endeudarse para sacar adelante la Nación. Ellos son quienes deberían ponerse al corriente con sus pagos de impuestos, mantener su planta laboral y apoyar con la extensión de créditos a las pequeñas y medianas empresas. Ellos son quienes deben asumir la responsabilidad por mantener a flote una economía nacional de la cual se han beneficiado tanto a lo largo de las últimas décadas.
Pero, con enorme cinismo, estos mismos actores hoy le exigen a Andrés Manuel López Obrador que él encabece un pacto al estilo de los gobiernos de pasado. Dicen que el Presidente debería dar una prórroga al pago de impuestos, rescatar a las empresas y contratar deuda en el exterior para salir de la crisis actual.
Estas voces se quedaron atrapadas en los esquemas presidencialistas y paternalistas del pasado.
Los neoliberales dejaron al gobierno mexicano al borde de la bancarrota con una deuda de 10 billones de pesos. Durante 2020 el gobierno tendrá que pagar 727 mil 373 millones de pesos sólo para cubrir el costo financiero de la deuda. Por culpa de los mismos que hoy exigen que el gobierno se endeude más, nuestras instituciones simplemente no soportarían una ampliación de la deuda pública. Y tampoco sería conveniente aumentar la carga impositiva a un sector privado que ya está sufriendo los estragos de una recesión mundial.
El Presidente está comprometido con utilizar toda la fuerza y los limitados recursos del Estado Mexicano, pero para apoyar a los pobres en lugar de los mismos de siempre. El objetivo del gobierno federal debe ser atender a quienes se encuentran fuera de los grandes circuitos de capital, no apapachar a quienes determinan y controlan estos mismos flujos.
Lamentablemente hay que “optar entre inconvenientes”, como señala el mismo López Obrador. “¿A quién ayudamos? ¿Quién lo necesita más? El rescate es a los olvidados. Ya al que le fue bien puede salir adelante.”
Por ello, el Presidente ha decidido aumentar y adelantar los apoyos para jóvenes, campesinos, y personas de la tercera edad, cubriendo un total de 22 millones de personas. Aunque a este número también había que agregar una cantidad similar de beneficiarios indirectos incluyendo los familiares de quienes reciban directamente los apoyos. El gobierno también meterá el acelerador en los grandes proyectos de inversión pública, como la Refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, con el fin de abrir hasta 2 millones nuevas oportunidades de empleo, tal y como lo hizo Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión.
López Obrador también extenderá un millón de nuevos créditos a micro y pequeños empresarios y otro millón de créditos a la vivienda desde la banca pública. Es totalmente falso que el gobierno esté dejando a la deriva a la clase media del país.
Quienes representan a los más privilegiados de México, como el Consejo Coordinador Empresarial, Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional, entre otros, solamente demuestran su enorme mezquindad intentando aprovecharse de la crisis actual para atacar a López Obrador y exigir más apoyos gubernamentales para ellos. En lugar de hundirse aún más en el desprestigio y el descrédito, el momento actual constituye una excelente oportunidad para que abran los ojos y demuestren su humanidad y su generosidad, si es que todavía les quede un poco.
Fuente: Proceso