Se democratizan secuestros en México

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El secuestro en México alcanza niveles históricos y ahora afecta a taxistas, taqueros y estudiantes, según publica el Washington Post

En México, el modus operandi de los secuestradores ha cambiado con el tiempo, mientras que hace algunos años el objetivo principal de los plagiarios eran las personas ricas, ahora se ha vuelto “más igualitario”, pues sus víctimas son comerciantes, taxistas, empleados, cuidadores de autos y hasta taqueros, publica el diario estadounidense The Washington Post.

“En México, con su historia de violencia por la guerra contra el narcotráfico y corrupción policial, el secuestro es una historia vieja”, apunta el diario, que recupera los datos oficiales del año pasado, cuando el gobierno federal registró mil 698 secuestros, un número récord, y a la vez una cifra sesgada debido a que se estima que sólo un 10 por ciento de las víctimas dio aviso a las autoridades, pues en algunos de los casos la policía se encuentra coludida con el crimen, apunta.

Los estudiantes son también uno de los principales objetivos de los secuestradores hoy en día, debido a que sus padres están dispuestos a pagar los rescates; además están los comerciantes quienes suelen tener la facilidad para acceder al dinero en efectivo y al instante.

Este es el caso de Adriana Carrillo, una mujer encargada de la caja registradora del negocio familiar ubicado en Ecatepec, Estado de México, que junto a sus padres y sus seis hermanas sostienen desde que ella tenía ocho años. Ella ha sido secuestrada dos veces en menos de dos años.

“La primera vez, después de que hombres con insignias de la policía la habían amarrado las muñecas y los tobillos con cinta y ella había pasado 37 horas en la parte trasera de un automóvil Nissan, su padre pagó 12 mil dólares [alrededor de 141 mil pesos con el tipo de cambio de 2011]para el rescate, en una mochila negra sobre una pared con graffiti, y la sacó de su pesadilla. Ella tomó tres días de descanso y luego volvió a su trabajo”, escribe el WP.

“No quiero vivir como una víctima”, dijo entonces Adriana.

Carrillo regresó a la caja registradora de la tienda de la familia, entre malvaviscos, nueces, pasta y vasos de plástico. “Su negocio – a base de efectivo, de la clase trabajadora, en las afueras de Ciudad de México – pasó a ponerlos de lleno en el grupo demográfico más vulnerable a la epidemia de secuestros de México. Y el 28 de mayo de 2013, menos de dos años más tarde, un sedán blanco se detuvo al lado del coche de Carrillo mientras conducía a casa tarde de regreso del mercado. Cuando vio las armas, se tapó la cara con las manos.

“No, no otra vez, no. No. No. No. No“.

Eran las 8:00 am del 2 de junio del 2011 y Adriana Carillo se preparaba para manejar del mercado a su trabajo cuando tres personas, con insignias de la policía le pidieron, a base de pistola, que pasara a la parte trasera de su Nissan X-Trail y mantuviera la cabeza abajo.

Aunque ella no los reconoció, sabe que debieron conocer su negocio familiar, pues el mercado de Ecatepec, en donde se encuentra la tienda que su padre fundó en 1990 y le pagó a Adriana una carrera en Ciencia Política, era como su segundo hogar.

“El fenómeno ha cambiado, ahora son los trabajadores, la gente en la economía informal, porque son quienes tienen acceso al dinero rápido. Nunca habíamos visto tantos secuestros como los que estamos viendo ahora”, dijo al diario la activista Isabel Miranda de Wallace, cabeza de la Asociación Alto al Secuestro, que contrario a las cifras que dio el gobierno el año pasado, registró 3 mil 38 plagios.

A mediados de año, las estadísticas oficiales afirmaron que los secuestros han disminuido en un 17 por ciento, a 808 en los primeros seis meses de 2014, mientras que la organización de Miranda informa de un aumento del 56 por ciento en el mismo período.

El problema de los secuestros ha presionado a las autoridades a poner manos a la obra, por ello, a principios de este año, el Presidente Enrique Peña Nieto presentó una estrategia para coordinar a las autoridades estatales y federales, y creó la figura del zar antisecuesto, Renato Sales heredia.

“Sales argumentó que el aumento en los secuestros es un subproducto no deseado de éxito de la ley. Debido a que el gobierno ha matado y capturado a jefes de los carteles de drogas, por lo que sus secuaces se han visto obligados a diversificar sus maneras de hacer dinero, como el secuestro y la extorsión. La policía mexicana, tanto activos como jubilados, también juegan un papel importante en las bandas de secuestradores, ya sea llevando a cabo secuestros por sí mismos o dando protección de quienes lo hacen, de acuerdo con funcionarios y expertos”, menciona el rotativo.

“Hay un importante número de secuestros que están fundamentalmente vinculados a ex-policía”, dijo Sales en entrevista.

Por su parte, Fernando Ruiz Canales, un sobreviviente del secuestro y ahora activista, menciona que cuando los criminales dan una cantidad de rescate, la mayoría de las veces aceptan algo mucho menor, hasta un conjunto de frutas y vegetales o un refrigerador.

En algunas ocasiones, además, mandan a las familias los dedos de las víctimas como advertencia, o violan y golpean a sus rehenes. Y así, del total de los casos, se estima que un 20 por ciento de las víctimas no sobrevive al cautiverio.

Fuente: Sin Embargo

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