México, el país más peligroso para los sacerdotes: Vaticano

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En el 2017 fueron asesinados 23 misioneros en todo el mundo, siendo México el país más peligroso para ejercer el ministerio sacerdotal, con cuatro ejecutados este año, informó la agencia vaticana Fides.

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Con un total de cuatro sacerdotes asesinados, México fue el país del mundo con el mayor número de misioneros católicos muertos en 2017, según informó hoy la agencia Fides en su reporte anual.

Según datos de la agencia de información de las Pontificias Obras Misioneras, de los 23 sacerdotes, religiosos y laicos asesinados este año en el mundo, 11 perdieron la vida en América, 10 en África y 2 en Asia.

El segundo país más violento de América después de México fue Colombia, nación donde se reportaron dos sacerdotes asesinados, mientras Bolivia, Venezuela, Brasil, Argentina y Haití registraron respectivamente un asesinato cada uno.

“La violencia contra el clero ha aumentado en los últimos años sin que se vean acciones concretas para detenerla”, indicó a Fides el padre Omar Sotelo, director del Centro multimedia de México, que anualmente presenta un informe sobre la violencia y los asesinatos de sacerdotes y religiosos en la nación latinoamericana.

“La población está permanentemente expuesta al crimen, lo conocemos bien, pero ahora, sobre todo el sacerdocio, se ha convertido en un ministerio peligroso y en los últimos nueve años México es el país con el mayor número de sacerdotes asesinados”, destacó el sacerdote mexicano.

Según el mencionado informe, muchos misioneros han sido asesinados durante intentos de secuestro o robo, realizados con gran ferocidad, en contextos de pobreza económica y cultural, de degrado moral y ambiental.

“Los asesinados son solo la punta del iceberg, ya que es larga la lista de trabajadores pastorales, o de simples católicos, agredidos, golpeados, robados, amenazados, como también lo es la de las estructuras católicas al servicio de toda la población, atacadas, vandalizadas o saqueadas”, evidenció Fides.

En primer sacerdote asesinado en México en 2017 fue Joaquín Hernández Sifuentes, de la diócesis de Saltillo, Coahuila, quien tras desaparecer el 3 de enero fue encontrado muerto unos días después junto con otros dos cadáveres en las afueras de Parras de la Fuente.

El 26 de marzo fue encontrado el cuerpo sin vida de don Felipe Carrillo Altamirano, en la localidad de El Nayar, prelatura de Jesús María del Nayar, en el estado de Nayarit, aparentemente víctima de un asalto.

El sacerdote diocesano Luis López Villa, de 71 años de edad, fue brutalmente asesinado en su habitación el día 5 de julio por unos delincuentes que se metieron a robar en su parroquia, la de San Isidro Labrador, ubicada en el municipio de los Reyes, en el Estado de México.

El día 3 de agosto falleció en un hospital capitalino don José Miguel Machorro, por las consecuencias de las puñaladas sufridas en mayo a raíz de la agresión de un desequilibrado mientras celebraba la misa en la Catedral de la Ciudad de México.

La agencia vaticana reportó que en el país también son frecuentes los secuestros de sacerdotes, “muchos de los cuales no son denunciados por temor a poner en peligro la vida de los secuestrados y para poder acelerar su liberación”.

Fides nada más mencionó el caso del sacerdote Oscar López Navarro, secuestrado el 28 de marzo mientras llevaba a cabo su ministerio en la parroquia San José Obrero, municipio de Altamira, Tamaulipas, el cual fue liberado después de dos días de cautiverio.

Fuente: Apro/ Reforma

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