Un grupo de investigadoras mexicanas logró crear vaginas artificiales desde las células de pacientes con aplasia vaginal, un padecimiento congénito que se da cuando una mujer nace sin ese órgano o lo tiene subdesarrollado.
Para desarrollar esta técnica, el equipo del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), trabajó con cuatro adolescentes de entre 13 y 18 años, según cuentan los propios científicos en la revista médica The Lancet.
El primer paso fue tomar muestras de tejido de la vulva de cada una de las pacientes, a partir de las cuales se generaron los órganos artificiales dentro de incubadoras.
Una vez que los órganos estuvieron listos —lo que tardó entre cinco y seis semanas, según la revista Quo—, se realizaron trasplantes a las adolescentes y se les dio seguimiento durante ocho años.
En ese tiempo, las investigadoras no detectaron complicaciones postoperatorias de largo plazo y notaron que los órganos artificiales se adaptaron a los cuerpos de las pacientes y desarrollaron las características de una vagina normal, como fuerza muscular, contractibilidad y lubricación.
A decir de los científicos, esto permitirá que las adolescentes atendidas tengan vida sexual y reproductiva, y la técnica no sólo podría emplearse en mujeres con aplasia vaginal sino en otras que necesiten reconstrucción vaginal por accidentes o enfermedades como el cáncer.
Entre las investigadoras responsables del estudio están Atlántida Raya Rivera, Reyna Fierro Pastrana y Esther López Bayghen.
¿Y cómo se construyen vaginas?
Desde hace 10 años, la doctora en ciencias Esther López había logrado generar uretras gracias a la ingeniería de tejidos, con su experiencia y sus nuevas investigaciones tomó una biopsia de un centímetro cúbico del tejido de la vulva de estas niñas para crearles una vagina.
El primer paso fue tomar un parte del tejido de cada una de las pacientes. De ahí se logró extraer células epiteliales y musculares, que se cultivaron por separado in vitro. Ambos grupos de células se reprodujeron por separado en una tela para cirugía de colágeno y fueron alojadas en una incubadora para madurar. Finalmente, el nuevo tejido se enrolla y se cose para formar una estructura tubular capaz de adaptarse al tamaño de cada mujer.
Los neotejidos son cultivados y están listos para ser transplantados en 5 o 6 semanas, tiempo en el que las células epiteliales y musculares están unidas y se asemejan al tejido de la vagina”.
Lo que sorprendió a las investigadores es que tras el implante, las pacientes tenía una vagina con tres de sus componentes fundamentales: la fuerza muscular, contractibilidad y lubricación lo que les permitiría tener una vagina sexualmente funcional.
Tras la cirugía, las cuatro pacientes fueron evaluadas mensualmente durante más de 8 años, periodo durante el cual se les realizaron revisiones físicas, biopsias y resonancias magnéticas, estudios que les permitió saber el trasplante había sido exitoso y que el tejido tenía las mismas funciones que una vagina normal.
Las pruebas y seguimiento mensual de cada una de las pacientes logró determinar que cuando estas empezaron su vida sexual, su vagina tenía la misma sensibilidad que la de cualquier otra mujer.
Fuente: Quo y CNN