Por Raymundo Riva Palacio
El nuevo parte electoral sobre la sucesión presidencial pinta peor para José Antonio Meade de lo que estaba al comenzar la intercampaña. No se trata sólo de que permanece en el tercer lugar de la contienda, perdiendo casi tres a uno frente a Andrés Manuel López Obrador, sino que la cruzada en contra de Ricardo Anaya para arrancarle el segundo lugar no la capitalizó. Pero hay elementos más graves aún: ninguno de sus mensajes logró penetrar en el electorado, ninguna de sus estrategias de precampaña resultaron exitosas –salvo el reconocimiento de nombre–, y se encuentra en una situación tan crítica que incluso más priistas están dispuestos a votar por López Obrador que por él.
La última fotografía tomada a la campaña presidencial, que se levantó del 24 de febrero al 2 de marzo mediante una encuesta en vivienda a mil 200 personas, realizada por Encuesta Ciudadana para Efekto TV y Capital Media, muestra que la carrera de caballos por la presidencia fortalece a López Obrador, quien aparece con 46 por ciento de preferencia efectiva, contra 29 por ciento de Anaya y 17 por ciento de Meade. Si bien es un indicador, no es lo más significativo del estudio. En forma dramática para Meade se ve que la embestida contra Anaya por el presunto delito de lavado de dinero no le trasladó votos panistas, sino que se fueron con López Obrador.
Si Anaya no tuviera posibilidades de ganar, el 14 por ciento de los panistas daría su voto a López Obrador, y sólo 6.0 por ciento se los daría a Meade. El rechazo a él sigue siendo enorme. El 34 por ciento aseguró que nunca votaría por Meade, que es 100 por ciento más de los que dicen que nunca lo harían por López Obrador, y 300 por ciento más de los que no lo harían por Anaya. Entre todo el electorado, Anaya es la segunda mejor opción con 23 por ciento de preferencia, seguido de López Obrador con 16 por ciento. Altamente significativo es que Margarita Zavala aparece en tercer lugar a con 13 por ciento y Meade en cuatro con 9.0 por ciento.
Las encuestas son más interesantes en las razones de la intención de voto, que los porcentajes en sí mismo de la carrera de caballos presidencial. Por ejemplo, queda ratificado que la estrategia de Meade durante la precampaña fue un desastre. El candidato oficialista elevó, como se pretendía, su reconocimiento de nombre (74 por ciento, el quinto más recordado por los electores), pero derrumba el argumento del presidente del PRI, Enrique Ochoa, que entre más lo conocen más convence a los votantes que crucen la boleta por él. La correlación de conocimiento con mala imagen va creciendo. En este nuevo estudio, sólo uno de cada cuatro electores tiene una buena imagen de él, mientras que cinco de cada 10 tienen una imagen negativa del candidato.
Los estrategas de su campaña no le encontraron la cuadratura al círculo. Meade fue el candidato que más contenido introdujo en sus mensajes durante la precampaña, pero ninguno de ellos prendió. La gente no recuerda prácticamente nada de lo que dijo. Por lo mismo, las ideas fuerza para el electorado se fueron a la basura. Como botón de muestra, uno de los puntos que más subrayaron de Meade, era su amplia experiencia en la administración pública. Sin embargo, a la pregunta de quién tiene más capacidad para gobernar, sólo 13 por ciento lo señalaron a él, contra 39 por ciento que piensa que el mejor es López Obrador y 25 por ciento a Anaya, quien nunca ha tenido un puesto de gobierno estratégico. Mostrarlo como el mejor educado y el de mayor preparación, tampoco tuvo impacto. El 31 por ciento piensa que el más inteligente de los candidatos es López Obrador, seguido de Anaya (27 por ciento) y Meade (13 por ciento). Otro énfasis de la campaña de Meade fueron sus valores familiares y éticos, en donde 12 por ciento le compró el spin, pero abajo del 19 por ciento que obtuvo Anaya y del 39 por ciento de López Obrador.
El equipo de campaña de Meade no está leyendo las molestias del electorado, que es lo que se desprende de la encuesta. El candidato del PRI arrasa a sus contrincantes cuando se pregunta quién es el más corrupto de los tres y el más cercano a partidos corruptos. Lo afecta la desaprobación del presidente Enrique Peña Nieto, que esta encuesta ubica el desacuerdo nacional en 66 por ciento. Está reprobado de manera contundente dentro de los rubros principales, en el combate a la corrupción (70 por ciento), el combate al narcotráfico (69 por ciento), la seguridad pública (69 por ciento) y el manejo de la política energética (61 por ciento). Esta fotografía habla de los estragos continuos del episodio muy mal manejado de la ‘casa blanca’, la incompetencia en la estrategia de seguridad y el enorme rechazo a la reforma energética. El principal problema del país, reflejó la encuesta, es la inseguridad (24 por ciento), que si se suma a la delincuencia (15 por ciento), muestran la angustia y frustración del electorado. La corrupción sólo es percibida como gran problema por el 10 por ciento.
La gran paradoja que enfrenta Meade es que por ningún lado las cosas, según los estudios demoscópicos, le están saliendo. No convenció al electorado que es un candidato ciudadano, pero sí persuadió a los priistas. Hoy, 10 por ciento de los priistas que votaron por Peña Nieto en 2012 lo harían por López Obrador y sólo 9.0 por ciento por Meade. Un total de 16 por ciento se identificó con el PRI, pero únicamente la mitad votaría por él. Al pozo en el que se encuentra el candidato oficialista no se le ve aún fondo. Cierto, la campaña aún no comienza, pero los síntomas sugieren que el paciente está acercándose a la agonía.
Fuente: El Financiero