Por Jorge Carrasco Araizaga
Manlio Fabio Beltrones es uno de los hombres más informados de México. Ahí está su poder. Por más de cuatro décadas ha conocido las decisiones y hechos que han marcado la política mexicana. Pero sobre todo, a sus protagonistas.
El nuevo presidente del PRI creció y se formó en el PRI autoritario de los años 70. Gobernó Sonora en el México de Salinas y desde ahí pudo conocer de primera mano los por qué del asesinato de su paisano Luis Donaldo Colosio y del ascenso de Ernesto Zedillo.
Fue uno de los desterrados de Zedillo, quien se dedicó a deshacerse de todo lo que oliera a Salinas y a pavimentar el camino para la llegada de la oposición a la Presidencia, pasando por la pérdida del PRI de la Ciudad de México, en 1997, ante Cuauhtémoc Cárdenas.
De ahí que la primera declaración de principios de Beltrones como presidente del PRI sea acabar con la ahora trillada frase de la “sana distancia”, acuñada por Zedillo para separar a su gobierno del partido.
Tampoco sorprende que Roberto Madrazo, frustrado candidato presidencial del PRI en el 2006, haya reaparecido en el registro de Beltrones a la presidencia del PRI para arremeter contra el expresidente.
Madrazo y Beltrones son contemporáneos, pero Beltrones trascendió porque tiene una concepción de poder más allá de la coyuntura. Madrazo hizo todo por ganar la Presidencia de México. Beltrones buscó ser un factor de poder.
Fue alumno del capitán del Ejército, Fernando Gutiérrez Barrios, el llamado superpolicía del régimen del PRI gracias al control que tuvo de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y de la Subsecretaría de Gobernación. Beltrones fue secretario técnico de Gutiérrez Barrios como subsecretario en el gobierno de Luis Echeverría. Ahí aprendió el poder de la información y su control.
Desde entonces no ha dejado de tener iniciativas para hacerse de información. Desde la oposición, creó la consultora a-regional, para saber cómo los gobiernos federal y local influyen en la agenda nacional. También desde fuera del poder, dio a conocer que existía una gran red de espionaje político.
Ahora mismo, cuenta con una página personal en la que hace saber que está al tanto de los temas nacionales, pero también usa como instrumento de promoción, con el formato del sitio de un candidato en campaña.
Del manejo de la información ha hecho su virtud política, lo que le ha permitido trascender a los protagonistas del viejo régimen, pero también que sea un factótum de la política mexicana de comienzos del siglo XXI.
Nadie le niega, empezando por la oposición, que fue el arquitecto de los acuerdos políticos en el Congreso para las reformas que tenían a Enrique Peña Nieto en el reconocimiento internacional, hasta que al presidente le llegó el momento de gobernar el México real.
Si el mentor de Beltrones, Gutiérrez Barrios, fue bautizado por Fidel Castro como “el policía caballero”, el flamante presidente del PRI es ahora “el caballero de la política”, a decir de la despedida que diputados y senadores del PRI y toda la oposición le dieron el 14 de agosto pasado, cuando la Comisión Permanente del Congreso le otorgó licencia como diputado federal para inscribirse de candidato a la presidencia del PRI. Ni un solo legislador se atrevió a romper la sinfonía.
Así como Vladimir Putin trascendió al viejo régimen socialista de la Unión Soviética, a la que sirvió nada menos que como jefe de la KGB, el poderoso servicio de seguridad e inteligencia, y al desorden de los primeros gobiernos de la Federación Rusa, Beltrones ha superado a los dinosaurios priistas y domesticado a la oposición y a quienes tuvieron el poder con el PAN.
Hoy Putin busca restablecer el poder ruso, manejando las reglas del capitalismo que combatió. Toda proporción guardada, Beltrones pretende reconstruir la fuerte relación del gobierno con el partido, con él a la cabeza, echando mano del pragmatismo, como la idea del gobierno de coalición que promovió desde hace cuatro años en el Senado.
Comentarios: @jorgecarrascoa
Fuente: Proceso