Por Luis Javier Valero Flores
Fruto de los cambios ocurridos en el país; de la creciente percepción ciudadana del triunfo de AMLO; del incesante hartazgo popular hacia la clase política y sus partidos; por la terquedad de Andrés Manuel López Obrador; por el agotamiento de los tres principales partidos –PRI, PAN y PRD– a cual más de pletóricos de hechos de corrupción; por el desastre económico y de seguridad pública.
Quizá por todo ello, el hecho es que la reunión de empresarios, convocada en la capital del estado, para dar a conocer los puntos de vista del encargado de López Obrador de la relación con los empresarios, Alfonso Romo, resultó ser todo un éxito para los fines del líder de Morena.
Seguramente faltaron algunos de los capitanes de los grupos económicos más importantes de Chihuahua, pero reunir a cerca de 400 empresarios (pequeños, medianos y algunos de más de “medio pelo”) para escuchar las propuestas lopezobradoristas era una cosa impensable en el pasado cercano.
Muchos de los asistentes podrán no votar por el tabasqueño, pero que se acercaran, así fuera por mera curiosidad, confirma el hecho de que hay una creciente percepción de las muy altas posibilidades de que si se postulara a la candidatura presidencial (cosa que prácticamente todos dan por hecho, incluido el mismo AMLO, aunque guarde las formas legales a fin de impedir que le pudieran acusar de la comisión de actos anticipados de campaña) podría resultar ganador en los próximos comicios.
Tal hecho va acompañado de otra certidumbre, la de que muy pocos piensan que el PRI pueda retener la Presidencia de la República; su derrota es una de las pocas cosas ciertas que la mayoría de los mexicanos poseen en este momento.
Bueno, hasta los mismos priistas, entre ellos los más leales y convencidos de sus militantes, están conscientes del daño realizado por el actual presidente y la mayoría de sus gobernadores, que los ha llevado a arrostrar la peor crisis de credibilidad de su historia.
A tal certidumbre ha contribuido seriamente, en las últimas semanas, la sorpresiva irrupción de la candidata de Morena al gobierno del Estado de México, Delfina Gómez, como seria competidora frente al candidato priista, Alfredo del Mazo; a tal
grado, que no pocos apuestan al triunfo de la ex presidenta municipal de Texcoco en las elecciones del próximo cuatro de junio.
No hay motivo de discrepancia, el crecimiento electoral de Delfina Gómez obedece a la simpatía popular por López Obrador, quien no ha fallado en las últimas semanas a los actos de la texcocana.
Tiene razón, aún si perdiera la candidata de Morena, lo haría después de obtener un porcentaje por encima del 30% de los votantes, del padrón más grande del país. De ese modo, por los resultados previos, el partido de AMLO se coloca en la punta, rumbo al 2018, pues es el que cuenta con mayores porcentajes de simpatizantes en las tres entidades con el mayor número de electores en el país: Estado de México, Ciudad de México y Veracruz.
En ese recuento no pueden desestimarse los resultados obtenidos en Oaxaca y Chiapas en los más recientes procesos electorales y el efecto que los mencionados arriba tendrán en la población de las entidades vecinas… y en el país.
Lo hemos escrito. En Chihuahua, Morena puede dar una mayúscula sorpresa, tanto por la simpatía despertada en numerosos ciudadanos, como por el desencanto provocado por priistas y panistas, que les puede llevar a que los segundos salgan adelante en las elecciones del próximo año por márgenes menores en la presidencial y la de senadores.
Los candidatos del PRI, en estas dos, muy probablemente queden por detrás de los abanderados de Morena, de tal modo que la izquierda chihuahuense está en la posibilidad, cercana, de colocar por vez primera a uno de los suyos en la Cámara de Senadores, por la vía de primera minoría.
Todo lo anterior, tal vez sin tanto detalle, es lo que está en el fondo de la exitosa convocatoria a la reunión con el ex propietario de la empresa cigarrera La Moderna y exdirector de planeación estratégica de Femsa, el poderoso consorcio de Coca Cola en México.
Romo hizo bien su tarea, a juzgar por las reacciones de muchos de los asistentes, pues hizo un buen retrato de la actual situación del país, luego de efectuar una especie de recuento de sus incursiones en la política, en los varios esfuerzos por incidir en las elecciones presidenciales y las de varias entidades, generalmente al lado de otros empresarios que resolvieron, a mediados de los 90’s del siglo anterior, tratar de realizar cambios en la conducción del país.
Por ello apoyaron a los candidatos del PAN en las elecciones presidenciales del 2000 y 2006 y, en ésta, llevando como objetivo central impedir el triunfo del candidato del PRI, Roberto Madrazo, y el del entonces candidato del PRD, López Obrador.
Luego cambiaría y para hacerlo, el grupo de líderes empresariales, sometió a un riguroso análisis el gobierno del tabasqueño en el DF. Lo aprobó en tres ejes: Uso del presupuesto, seguridad pública y respeto al Estado de Derecho. En el estudio incluyeron los gobiernos de Miguel Mancera en la Ciudad de México y el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Los resultados del presupuesto arrojaron que AMLO redujo el gasto 15 por ciento, que dejó un presupuesto equilibrado, estableció una baja a la deuda y repartió 60 por ciento del ahorro del presupuesto, a capital semilla para obras y el 40 por ciento al tejido social.
Además, Romo sostiene que en seguridad todas las estadísticas fueron a la baja en su gobierno y que el respeto al Estado de Derecho, fue reconocido hasta por la exprocuradora General de la República con Peña Nieto, en su momento presidenta del Tribunal Superior de Justicia del DF, Arely Gómez, quien certificó que no interfirió con el Poder Judicial.
En 2018 no nos podemos volver a equivocar, sostiene el empresario regiomontano, luego de haber intentado, al lado de otros, de impedir los triunfos de Fidel Herrera en Veracruz, de Mario Marín en Puebla y de Ulises Ruiz en Oaxaca. En todas fracasaron.
Romo no lo dijo expresamente, pero al acusar a la dirigencia del PAN en Veracruz de impedir el acuerdo que posibilitara ir con un solo candidato, del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano a fin de derrotar al entonces candidato del PRI, Fidel Herrera Beltrán, de cuyo gobierno emergiera Javier Duarte, su crítica se endereza al total de las dirigencias de tales partidos.
Pero las simpatías a favor del tabasqueño también crecen al interior del PRI (en grado menor entre los panistas), y no solamente entre los militantes de base, sino también en muchos de quienes han ocupado responsabilidades mayores en el partido y la función pública, algo que se advierte en Chihuahua, pues entre los principales organizadores aparecen algunos que no hace mucho formaban parte del equipo de Marco Adán Quezada, el ex alcalde chihuahuense cuyas aspiraciones al gobierno de Chihuahua fueron cortadas de tajo por el ex gobernador César Duarte.
Deberá precisarse que no hace mucho Quezada insistía, en lo privado y lo público, que no tenia planes de irse a otra agrupación partidaria, ni a otro proyecto político, cosa contraria a la expresada por los ex panistas Cruz Pérez Cuéllar y Antonio López, ambos ex candidatos de su partido a las alcaldías, el primero a la del antiguo Paso del Norte, en 2004, y el segundo a la de Chihuahua, en 2010.
Sus casos servirán para poner a prueba los mecanismos de elección de Morena de sus candidatos, uno de los temas centrales de la competición electoral del México de nuestros días, el del continuo cambio de partido de no pocos políticos, en busca de las candidaturas no obtenidas en sus partidos de origen, y que cambian de agrupación partidaria sin que en el camino, porque es extremadamente difícil hacerlo, cambien de ideología.
Hasta ahora, el tránsito de militantes y candidatos entre el PRI, PAN y PRD es un fenómeno “natural”; por una razón, porque a las dirigencias de estos partidos no les importa tal asunto, porque para gobernar como lo han hecho sus militantes no importa, pues coinciden extraordinariamente en los temas centrales de la vida pública del país, tal como lo mostraron en la elaboración y concreción del “Pacto por México”.
Morena tiene el reto de alejarse de tales prácticas. No lo hizo en el caso de Veracruz y así le fue con la ahora diputada federal, Eva Cadena, la denominada coloquialmente como “La diputada recaudadora”, cuyas corruptas prácticas las efectuaba desde fines de la década pasada cuando era militante y funcionaria pública del PAN. Ya desde entonces pedía los famosos “moches”.
El mismo Alfonso Romo lo advierte: “Morena deberá elegir candidatos congruentes. Si caen en la tentación de ganar por ganar, va a ser una tristeza”, seguramente recordando las candidaturas que apoyó en el pasado reciente, y también en el lejano, vistos los resultados de los gobiernos de Fox y Calderón.
Así que Morena tiene, no solamente la posibilidad de llevar a su principal dirigente a Palacio Nacional, sino la obligación de presentar a un conjunto de candidatos que sean exactamente lo contrario de lo que hasta ahora ha sido la clase política mexicana, la que nos tiene en las actuales condiciones, a esto nos llevaron…
luisvalerof@yahoo.com.mx