Los superhéroes, una catástrofe cultural

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El mítico guionista de ‘Watchmen’ o ‘V de Vendetta, carga contra los grandes iconos del cómic en la que, según advierte, será su última entrevista

A.L. Sucasas/ ElPaís

Cuando Alan Moore habla, el cómic escucha. Lo hace pocas veces, pero cuando decide romper su retiro misántropo en su Northampton natal, la cosa suele acabar en terrorismo intelectual contra el mainstream. Esta vez ha sido la última, pues el autor deWatchmenel único cómic elegido por Time en su lista de las 100 mejores novelas desde 1923, ha anunciado que no concederá más entrevistas. Pero la bomba que ha lanzado promete convulsionar el mundo del cómic. Se resume en una frase: “Los superhéroes son una catástrofe cultural”.

“Para mí, abrazar lo que son sin ambages personajes infantiles de mediados del siglo XX indica una retirada de las abrumadoras complejidades de la existencia moderna”, ha afirmado Moore en el blog de Pádraig Ó Méalóid, escritor y uno de los líderes entre el fandom del cómic irlandés. “Me parece que una parte muy significativa del público, renunciando a comprender el mundo en el que viven, ha razonado que sí puede entender los vastos, vacuos, pero al menos ‘finitos’ universos presentes en Marvel o DC Comics. Me gustaría indicar también que esto es potencialmente catastrófico, pues nos encontramos con la nostalgia del siglo pasado dominando posesivamente el ámbito cultural y negándose a permitir que esta era sin precedentes desarrolle una cultura propia, relevante y suficiente para los tiempos que corren”.

El infantilismo no se queda para Alan Moore en las viñetas. El mundo del cine, que ha sumado miles de millones con la guerra entre DC y Marvel en la gran pantalla con superproducciones anuales, tampoco ha escapado a la ira del guionista: “Encuentro preocupante que el público de las películas de superhéroes esté ahora prácticamente compuesto por adultos, hombres y mujeres en sus 30, 40 o 50 que se apuntan ansiosamente a ver personajes expresamente creados hace medio siglo para entretener a chavales de doce a quince años”.

No es la primera vez que Moore carga contra el icono por excelencia del cómic. Cuando DC Comics decidió resucitar Watchmen, aprovechando el tirón de la película de Zack Snyder, se pusieron en contacto con Moore para que avalara el proyecto. La respuesta del artista fue tajante: “Si vuestros mejores guionistas tienen que volver a algo que cree hace 30 años, pobres mejores guionistas”. Y en una entrevista a The Guardian del pasado noviembre, afirmó: “Odio a los superhéroes. Creo que son abominaciones”.

Este ataque de Moore ya provocó la ira de los fans del cómic superheroico y las críticas de primeras espadas como Grant Morrison —Arkham AsylumAll Star Superman—. Críticas que arreciaron después de la proyección de un cortometraje de Moore, Act of faith, que incluía una violación de una mujer y su posterior suicidio. Moore respondió largo y tendido en la entrevista a Pádraig Ó Méalóid sobre estas críticas: “La violencia sexual, incluyendo la violación y los abusos domésticos, deben figurar en mi trabajo cuando son necesarios o apropiados en la narración, porque la alternativa sería implicar o bien que tales cosas no existen o que no están ocurriendo. Esto, teniendo en cuenta la escala en la que ocurren, sería negar el holocausto sexual, que pasa año tras año”.

Los superhéroes, una catástrofe cultural

‘Watchmen’, único cómic incluido en las 100 mejores novelas en el Time.

Harto de lo que considera malinterpretaciones de su trabajo, Moore dejó caer que esta entrevista muy seguramente será la última de su carrera: “Supongo que, al entrar en la séptima década de mi vida [Moore tiene 60 años], no deseo tener una vida pública igual a la que he tenido hasta ahora. Voy a seguir con mi trabajo sin interrupciones, lo que creo que me he ganado después de todos estos años. La verdad puede que nos haga o no libres, pero espero que la falta de respuesta y la indiferencia obren en gran medida el milagro”.

Entre las futuras tareas de Moore que emprenderá en su modesta casa adosada de Northampton, se encuentran dos obras de enorme ambición: Providence una obra sobre la mitología de Lovecraft y el escritor que se sumergirá también en la homosexualidad norteamericana de principios del siglo veinte y Jerusalem, novela de más de mil páginas en la que lleva trabajando desde 2006 y que narra la historia de su barrio a lo largo de todas las épocas de la humanidad.

Fuente: El País

 

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