Desde lo que se conoció como la Salinastroika, los ultrarricos mexicanos enlistados por la revista Forbes –cuyos editores sólo tienen que hacer copy paste con sus apellidos– son los mismos de siempre pero con más millones acumulados. Envejecieron y algunos murieron, pero sus apellidos resuenan en familias y descendientes: Slim, Bailleres, Larrea, Garza Lagüera, Salinas Pliego… ¿faltan algunos? Pues agreguemos a González Barrera, Azcárraga, Harp Helú, Arango, Aramburuzabala. El tiempo pasa, pero los millones no sólo se quedan, sino que se multiplican.
Por Mathieu Tourliere/ Proceso
Todos envejecieron –algunos han muerto–, pero sus fortunas permanecen: 14 de los 16 multimillonarios mexicanos que la revista Forbes enlistó en su edición de este año ingresaron al exclusivo club de los ultrarricos del planeta durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Hoy la fortuna de esos 16 personajes –14 hombres y dos mujeres– suma, según la revista, 141 mil millones de dólares (más de 2 billones 636 mil 700 millones de pesos), es decir 14% del PIB nacional. Más que el presupuesto del gobierno federal para desarrollo social en 2018.
Forman parte de dinastías enriquecidas por las privatizaciones que Salinas de Gortari aplicó en los noventa, proceso que Forbes llamó entonces Salinastroika, un guiño a la apertura liberal de la economía soviética, la Perestroika.
Conforme el gobierno de Salinas vendía al por mayor la banca, las minas, las telecomunicaciones y las carreteras, el número de multimillonarios mexicanos se disparó: cuando el priista asumió el poder, en 1988, sólo la familia Garza Sada aparecía en la lista de Forbes; seis años más tarde México se había convertido en el cuarto país con más multimillonarios: sumaba 24.
Entre ellos figuraban Carlos Slim Helú, Jorge Larrea Ortega, Alberto Bailleres González, Eugenio Garza Lagüera, Ricardo Salinas Pliego, Pablo Aramburuzabala Ocaranza, Emilio Azcárraga Milmo, Jerónimo Arango, Roberto González Barrera, Roberto Hernández Ramírez, Alfredo Harp Helú y David Peñaloza Sandoval. Javier Garza Calderón entró en ella el año siguiente, 1995.
Hoy, 23 años después, las fichas son idénticas. Aunque siete de los multimillonarios fallecieron, sus herederos –Germán Larrea Mota Velasco, Eva Gonda de Rivera, María Asunción Aramburuzabala Larregui, Carlos Hank Rhon, David Peñaloza Alanís y los hermanos Javier y Francisco Calderón Rojas– retomaron el timón de los negocios familiares y ocuparon su lugar en la lista publicada el pasado martes 6.
Durante la crisis bancaria de 1995, varios de los multimillonarios actuales fueron salvados de la ruina con dinero de los contribuyentes mexicanos: el gobierno de Ernesto Zedillo hizo pública su deuda mediante el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) –ahora llamado Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB) por un monto que ahora llega a 1 billón 7 mil millones de pesos.
En estas dos décadas y media no sólo se heredó la riqueza. También lo hizo la miseria: la población pobre por ingreso –es decir, que no tiene dinero para adquirir los bienes de la canasta básica– es prácticamente idéntica hoy a la de 1994: 50.6% de los mexicanos enfrenta esta situación actualmente, contra 52.4%, cuando Salinas acabó su mandato.
En el México de hoy, 7.5 millones de personas sobreviven con un salario mínimo de 87 pesos diarios, cuyo valor real es incluso inferior al salario mínimo de 1994.
Para alcanzar la fortuna de Alfredo Harp Helú –el mexicano más “pobre” de la lista de Forbes– un hogar promedio tendría que juntar sus 15 mil 507 pesos de ingreso corriente mensual durante 122 mil 525 años.
“Lo que quieren”
“No es que antes no hayan sido supermillonarios, lo que ocurre es que antes no teníamos suficiente información sobre su valor de marcado”, dijo a Proceso Graham Button –entonces editor del informe de Forbes– en 1994, para explicar el incremento brutal del número de ultrarricos mexicanos en la administración de Salinas. Añadió: “Ahora el gobierno no los estorba, sino que los deja hacer lo que quieren”.
Ese año Carlos Slim Helú –quien adquirió Teléfonos de México en diciembre de 1990 y apareció en Forbes en 1992– estaba satisfecho: su fortuna se había incrementado 215%; las utilidades de Telmex alcanzaban 8 mil millones de pesos y las compañías bajo control de Grupo Carso y Grupo Financiero Inbursa representaban 22% de la capitalización mercantil de la bolsa mexicana.
Sentado sobre el monopolio de las telecomunicaciones, durante las siguientes dos décadas Slim cobró a los mexicanos tarifas abusivas en telefonía e hizo internacional su imperio mediante América Móvil. Forbes lo coloca este año en el séptimo lugar de los personajes más ricos del planeta, con una fortuna evaluada en 67 mil 100 millones de pesos.
Su primo, Alfredo Harp Helú, también fue incluido en la lista de Forbes en 1992, junto con Roberto Hernández Ramírez, su socio en la corredora Acciones y Valores de México, que en 1991 adquirió el Banco Nacional de México (Banamex) y formó la holding Banacci. Ambos permanecen entre los personajes más ricos del planeta, con fortunas estimadas por la revista en mil 200 y mil 900 millones de dólares, respectivamente.
“No es casual que muchos de los 24 mexicanos enlistados sean accionistas de Banacci”, dijo Button a este semanario en 1994. Entre estos accionistas se encontraban apellidos familiares, como Aramburuzabala, Hank Rhon o Larrea.
Germán Larrea Mota Velasco heredó la fortuna que hizo su padre, Jorge Larrea Ortega, gracias a la privatización del sector minero: en 1990 el gobierno de Salinas vendió al empresario la paraestatal Minera de Cananea, con la que aquel se convirtió en el dueño de 90% de la producción nacional de cobre –tenía además las cuatro fundiciones en operación– y 6% de la internacional.
Además de sus minas, hoy Grupo México tiene un cuasimonopolio sobre el transporte ferroviario mexicano –en asociación con Inbursa, de Slim– y controla empresas constructoras, energéticas y concesiones de autopistas. Según Forbes, Germán Larrea es el segundo personaje más rico del país, con 17 mil 300 millones de dólares.
“Más horas de programación que la NBC”. Así describió Forbes a Televisa en 1993, para explicar la fortuna de 5 mil 100 millones de dólares de Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, conocido entonces como el hombre más rico de América Latina, con una fortuna sentada sobre el control de 90% de la audiencia televisiva mexicana.
En 1997, al fallecer El Tigre –asumido “soldado del PRI y del presidente”, y promotor de programas de televisión “para la clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida”–, su hijo Emilio Azcárraga Jean asumió el control de Grupo Televisa y aparece hoy en la lista de Forbes con una fortuna de mil 700 millones de dólares.
En los primeros cinco años de gobierno de Enrique Peña Nieto, sus distintas empresas recibieron contratos del gobierno federal por más de 20 mil 600 millones de pesos; la mayor parte de ellos en publicidad oficial.
Salinas Pliego entró al club de Forbes a los 38 años, en 1994, un año después de comprar la paraestatal Televisión Azteca por 645 millones de dólares. Con ello, el dueño de Grupo Elektra –y ahora presidente del Grupo Salinas– compartió el mercado televisivo con Televisa. La revista lo coloca como el cuarto mexicano más rico, con 7 mil 100 millones de dólares.
También en 1994 incursionó Roberto González Barrera por primera vez en la exclusiva lista. En ese entonces, el fundador del Grupo Industrial Maseca –con el que consiguió un monopolio sobre la harina de maíz industrial– acababa de comprar Banorte y disfrutaba “de una relación cercana con el gobierno”, reportó la revista.
Su yerno, el banquero de Atlacomulco Carlos Hank Rhon –dueño del Grupo Financiero Interacciones e hijo del priista mexiquense Carlos Hank González, secretario de Turismo y de Agricultura de Salinas–, aparece hoy entre los multimillonarios mexicanos con una fortuna estimada en 2 mil millones de dólares.
Hank Rhon y su hijo Carlos Hank González –actual presidente del Grupo Financiero Banorte, que heredó de su abuelo Roberto González Barrera– obtuvieron contratos del gobierno federal por más de 30 mil millones de pesos durante el sexenio de Peña Nieto; además, sus bancos tienen contratos de deuda estatal y municipal vigentes por un monto superior a los 193 mil millones de pesos.
Dulce fortuna
Tres integrantes de la lista actualizada de Forbes heredaron sus fortunas de los fundadores de FEMSA, la principal embotelladora de Coca-Cola de América Latina, dueña de algunas de las marcas de refrescos más vendidas en el país –tiene 853 mil puntos de venta en el territorio– y operadora de 16 mil 526 tiendas Oxxo en México y Colombia, así como gasolinerías y farmacias.
En un país donde siete de cada 10 adultos sufren sobrepeso u obesidad y en el que más de 100 mil personas mueren cada año por diabetes, FEMSA sigue prosperando de la venta de refrescos y de comida chatarra: sus ingresos totales se elevaron a 460 mil 456 millones de pesos en 2017, según su informe financiero anual.
Eva Gonda de Rivera, la cuarta persona más rica de México –7 mil 100 millones de dólares–, es viuda del empresario regiomontano Eugenio Garza Lagüera, a su vez hijo de Eugenio Garza Sada, el fundador de FEMSA. Garza Lagüera fue presidente vitalicio del consejo de administración de la empresa y adquirió en 1991 parte del entonces Grupo Financiero Bancomer, privatizado ese año por Salinas.
Los hermanos José y Francisco Calderón Rojas, por su parte, hicieron su fortuna –2 mil 900 millones de dólares– con base en el 7% de participaciones en FEMSA que obtuvieron de su padre, José Fernando Calderón Ayala, exconsejero de la empresa, quien se incorporó a la lista de Forbes en 1995 y falleció una década después.
Alberto Bailleres González, el tercer hombre más rico de México –con 10 mil 700 millones de dólares–, incursionó por primera vez en Forbes en 1993. La revista lo presentó entonces como dueño de Palacio de Hierro, accionista de FEMSA y, sobre todo, heredero de su padre, Raúl Bailleres, considerado en su tiempo uno de los hombres más ricos del país.
Ese año, la revista acompañó la fotografía del ahora dueño de Industrias Peñoles y Grupo Nacional Provincial con la leyenda: “Dinero viejo, en medio de todo este dinero nuevo”.
David Peñaloza Alanís –dueño de mil 300 millones de dólares– es otro heredero del salinismo. Mediante Triturados Basálticos (Tribasa), su padre, David Peñalosa Sandoval, obtuvo de Salinas concesiones de autopistas –entre ellas la del Sol y la México-Toluca–. Las utilidades de la empresa se dispararon mil 293% entre 1989 y 1993.
A principios de este siglo Tribasa y su fundador se hundieron en escándalos de fraude, y en 2005 Peñaloza Alanís renombró la empresa como Pinfra (Promotora y Operadora de Infraestructura). Ésta tiene actualmente 26 concesiones carreteras –el gobierno de Enrique Peña Nieto le otorgó nueve–, y obtuvo contratos por más de 5 mil 379 millones de pesos el año pasado, para la construcción de un tramo de la autopista Monterrey-Nuevo Laredo y de una terminal del nuevo puerto de Veracruz.
Jerónimo Arango Arias mantuvo un perfil bajo desde su entrada en la exclusiva lista, en 1992, año en que Forbes le atribuyó una fortuna de “por lo menos mil millones de dólares”. Dos años después, el dueño de la cadena Cifra –la primera en instalar una tienda de autoservicio en México– se asoció con Walmart. Actualmente encabeza más de 330 puntos de venta en el país y la revista le calcula una fortuna de 4 mil 300 millones de dólares.
Sólo tres multimillonarios de la lista actual de Forbes no estaban en las listas elaboradas en tiempos de Salinas: Juan Francisco Beckmann Vidal –heredero de la empresa tequilera José Cuervo, con una fortuna estimada en 4 mil 300 millones de dólares–, el jalisciense Rufino Vigil González –con mil 400 millones de dólares– y el banquero Antonio del Valle Ruiz.
Aun así, Del Valle Ruiz fue un beneficiario directo del salinismo. En 1992 compró una participación mayoritaria en el recién privatizado Banco Internacional (Bital, ahora HSBC), que fue rescatado por el Fobaproa dos años más tarde. Al frente de Mexichem, Del Valle consolidó sus relaciones con los gobiernos y Forbes calculó su riqueza actual en 3 mil 400 millones de dólares.
Entremés
En 1993 Forbes reveló el secreto de los multimillonarios mexicanos: “Sus empresas tienden a estar integradas y autofinanciadas, y siempre bien relacionadas con el gobierno”.
Algunos de los enriquecidos de las privatizaciones que perduran hoy en la cumbre de la riqueza del país financiaron la llegada de Salinas a Los Pinos, gracias, entre otros, a la intermediación de Claudio X. González, presidente del consejo de administración de Kimberly Clark y exlíder del Consejo Coordinador Empresarial.
Desde principios de 1988, Claudio X. González reclutó, en nombre de Salinas, a un grupo de poderosos empresarios para apoyar la candidatura del priista. Entre los integrantes de la Comisión de Financiamiento del PRI destacaban Carlos Slim, Roberto González y Carlos Peralta.
En marzo de 1988, cuatro meses antes de las elecciones que catapultaron a Salinas a la Presidencia, Hank González organizó una cena en su casa para apoyar al candidato. Acudieron Slim, Azcárraga, Hank Rhon, Roberto Hernández, Arango y Claudio X. González, entre otros.
Este pequeño grupo no se separó con el tiempo. Los multimillonarios suelen participar en los consejos de administración de los grupos presididos por sus pares: en Banamex están Hernández, Harp, Aramburuzabala, Azcárraga, Beckmann y Larrea; en Grupo Televisa se reúnen Azcárraga, Bailleres, Hank y Hernández.
Claudio X. González Laporte, por su parte, permanece en los consejos de administración de Grupo Carso y Grupo México. Fue además la cara más visible del Consejo Mexicano de Negocios (CMN), el grupo elitista de los 50 mexicanos más adinerados, que en conjunto representan 30% del PIB nacional.
En voz de González Laporte, el CMN respalda la candidatura de José Antonio Meade Kuribreña, candidato de la coalición PRI-PVEM-Nueva Alianza a la Presidencia de la República.
Meade tiene con qué caerle bien a la casta multimillonaria: promueve activamente las reformas neoliberales emprendidas en el gobierno de Peña Nieto, se presenta como aliado del sector bancario y su padre –el priista Dionisio Meade y García de León– fue uno de los arquitectos del Fobaproa y del IPAB.
Aplica para Meade una observación que hizo la revista Business Week sobre Salinas de Gortari en 1991: “Está bien claro: no se propone destruir a la élite de poder en México; es parte de ella”.
Fuente: Proceso