Los cómplices de Elba Esther

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Por Sanjuana Martínez

“Siempre he sido priista, he hecho mi tarea como priista, pero no soy de las que cree que por la institucionalidad en términos ortodoxos hay que hacer lo que no es ético para uno, ni para el Estado. Por allí no voy a pasar. Nunca”, me dijo Elba Esther Gordillo en la última entrevista que le hice en Isla Coronado, en una de sus casas ubicadas en San Diego.

Y aclaró: “Soy fiel al PRI pero para hacer el cambio. Para el partido que México necesita. Ahora los partidos gastan más en publicidad. Me gustaba más el viejo PRI porque tú ibas a una colonia y les arreglabas la luz, hacías pavimentos, metías banquetas, arreglabas escuelas y hacías carreteras aunque fuera sólo por esa vez. Y ahora todo el dinero se lo lleva la televisión y la pobre gente si bien les va, les dan una cachucha o una camiseta”.

Elba Esther Gordillo lo decía y repetía: “Toda mi vida he sido priista”. Y son esos mismos priistas los que la han llevado a prisión. Esos que abrazan hipócritamente a su hija, la senadora Mónica Arriola para enterrarle el cuchillo por la espalda.

El arresto de “La Maestra” es una escenografía al más puro estilo del viejo PRI, un esperpento de la impunidad en México, un ajuste de cuentas de Enrique Peña Nieto para legitimarse en el poder.

Gordillo llevaba 30 años enriqueciéndose, 30 años desviando recursos del SNTE, 30 años repartiendo dinero, 30 años “cuidando” el patrimonio electoral del PRI, 30 años haciendo alianzas “hasta con el diablo” si eso significaba la permanencia hegemónica de su liderazgo. ¿Por qué hasta ahora la arrestaron?

Algunos sostienen que “nunca es tarde” si se trata de hacer justicia. Pero yo pregunto: ¿realmente el objetivo es hacer justicia?, ¿realmente el objetivo es ofrecer reparación al Sindicato de Maestros por el daño causado durante todos estos años?

Lo que parece es una especie de pacto. El silencio de los cómplices de Elba Esther así lo indica. El silencio de “La Maestra”, de su hija Senadora, de su nieto Diputado. El silencio de los maestros sindicalizados, el silencio de los líderes de Nueva Alianza.

¿Dónde están todas esas personas que se beneficiaron del poder y del enriquecimiento ilícito de Gordillo? ¿Cuántos cómplices tiene “La Maestra”? El Estado debería empezar a fincar responsabilidades a cada uno de los favorecidos con el dinero que Elba Esther presuntamente robaba de las arcas del SNTE.

Más allá de sus cómplices inmediatos, habría que cuestionar a los presidentes panistas de los últimos doce años: Vicente Fox y Felipe Calderón, ambos igualmente cómplices de las tropelías sin límite de “La Maestra”: “Nunca he negado a mis amigos, nunca he traicionado a ninguno”, decía cuando se le preguntaba sobre Fox y Calderón: “Esa amistad me ha costado mucho. A veces la gente no quiere entenderlo. A Fox le tengo cariño, afecto, estima; como persona es un buen hombre”.

Pero la construcción de Elba Esther Gordillo se hizo en cuatro sexenios, hay que agregarle a sus otros cómplices: Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León. Ambos le ayudaron a engrandecer su imperio, su poder y fortuna: “Soy una mujer de lealtades”, insistía cuando se le preguntaba sobre su partido el PRI.

Lealtades que no le sirvieron de mucho. Enrique Peña Nieto buscaba un elemento legitimador y la prefirió a cambio de Carlos Romero Deschamps, el otro líder sindical vitalicio corrupto. ¿Por qué Elba y no Romero Deschamps?, nos preguntamos muchos.

Por una sencilla razón: desde su Torre de Marfil, Elba Esther se fue ganando los odios de muchos con su soberbia temeraria. Quiso enfrentar al dinosaurio y se olvidó que el Dino devora a sus propios hijos. Fue el PRI, el partido que construyó al monstruo, particularmente Manuel Camacho Solís por órdenes de Salinas de Gortari; y luego fue el PAN quien le dio forma de villana, una malvada de telenovela intocable, poderosa e impune.

Quienes piensan que Elba Esther Gordillo permanecerá mucho tiempo en la cárcel están equivocados. El procurador Jesús Murillo Karam ya adelantó que existe prisión domiciliaria por motivos de edad y particularmente por motivos de salud, un argumento que está siendo utilizado por los abogados de “La Maestra” desde que le pusieron las esposas.

Quienes piensen que “La Maestra” no está negociando su libertad desde su celda, se equivocan. Es un animal político enjaulado. Y sabe jugar bien sus cartas, siempre lo ha hecho y ahora no es la excepción. Elba Esther Gordillo quedará libre pronto.

Carlos Jonguitud fue su mentor y lo traicionó para ocupar rápidamente su puesto. Le dio un golpe de Estado sindical y él lleno de coraje, vencido y desesperado despotricó contra su alumna: “¡Esa puta, esa ignorante… no puede ser! ¡Traidora!”.

Y es que “La Maestra” no se anda por las ramas. Dice que es una mujer de “lealtades” y acepta que no es monedita de oro: “Siempre he sabido que soy incómoda, siempre, siempre. Pero no me han vencido en cuanto a mis convicciones. Ni nadie puede decir que yo haya prometido no lo haya cumplido. No me han vencido, ni me vencerán”, parece repetir esto que me dijo en entrevista, desde la prisión.

¿Dónde están las protestas en la calle de los maestros beneficiados bajo el mandato de Elba Esther Gordillo? ¿Dónde están las declaraciones de indignación de sus amigos igualmente beneficiados?

Parece ser que los únicos que extrañan a Elba Esther son los empleados de Neiman Marcus, particularmente Juanita, una coahuilense que cuidaba la compra de sus atuendos. Y en particular sus mascotas: una guacamaya llamada Bubulina, una perra salchicha que responde al nombre de Trufa y un perro negro a quien llama Mickey.

Fuente: Sin Embargo

 

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