Me parece de pésimo y moscovita gusto desconocer la cultura y el ánimo relajante que conforman el sello de la muy panista-yunquista senadora Lilly Téllez, que está en contra de la vacuna rusa, Sputnik V, porque teme con justa razón que el comunismo resucite en México vía un plan maestro de Vladímir Putin. No es ni un arrebato ni una bravata, sino el resultado de una profunda investigación científico-providesca sobre la naturaleza estalinista que viene incluida en ese medicamento diseñado en los laboratorios secretos de la KGB, que se encuentran debajo del Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú, donde la sovietización tiene su niiiiiideeeeee.
Con la pulcra y fina elegancia intelectual que la caracteriza, la señora Téllez quiere impedir que el socialismo realmente existente viva, antes de que los tanques rusos entren a Tolantongo y Amecameca como un día metieron sus narices en Praga. Una misión, la lucha contra el comunismo, que también se autoimpuso la señalada por el dedazo de chistorra del ex presichente Jelipillo en Chihuahua, Maru Campos, encargada de darle en la torre a Tavito Maderoy y en consecuencia a Javier Corral.
Algo comprensible, que Lilly esté a las vivas, sobre todo si pensamos que ya tiene competencia con Lupita Jones, que sabe de rigor autoritario, y Paquita la de Barrio, la última creación de Dante Delgado que espera ganar algunos votos al ritmo de “Rata de dos patas”, el himno de Connivencia Ciudadana, digo Movimiento Ciudadano.
No vayan a quedar como los gobers del PANK y Kiki Alfaro que tanto estuvieron presumiendo de manera nada electorera que iban a traer vacunas para todos (los que voten por ellos), y que a la hora buena no encontraron ni desenfriolitos, pues creían que con ir a la Farmacia del Ahorro solucionaban el asunto. Se les dijo que eso les iba a pasar, pero querían sentirse más chichos que el dotor Simi. Y ahora claro, hasta el munícipe panista de Huixquilucan presume que anda consiguiendo vacunas para jalar algo de marca y atención, aunque estas se tardarán más de mil años, muchos más.
Voy a anunciar que ando buscando afanosamente brókeres de vacunas en Caleta-Caletilla, a ver si me gano la admiración de los niños, el respeto de los hombres y el cariño de las mujeres.
La mala onda es que, con tal de llevarle la contraria a la Téllez, hasta Angela Merkel ya se coludió con los rusos para impulsar sus vacunas “más allá de las diferencias políticas”. Niet, no se vale.
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Fuente: Milenio