Las fortunas mexiquenses del peñanietismo

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No se podrá acusar al presidente de la república de no generar riqueza en su sexenio, aunque sólo sea por el compacto grupo de empresarios del Estado de México que durante su administración han acumulado fabulosas fortunas con base en contratos federales. Un recuento de las obras del Plan Nacional de Infraestructura, las asignaciones de contratos y sus costos, revela que el presupuesto se ha derramado generosamente en las empresas de ocho paisanos y amigos de Enrique Peña Nieto.

Por Arturo Rodríguez García/ Proceso

En menos de cuatro años, ocho empresarios del Estado de México diversificaron sus negocios a prácticamente todas las áreas en que el gobierno asigna contratos. Contra la lógica empresarial, cuya tendencia mundial es hacia la especialización, este grupo “invierte” lo mismo en obra pública que en la venta de desayunos escolares, en el sector energético y en guarderías subrogadas.

Sus dominios ya son nacionales: operan carreteras y puertos, poseen líneas de autobuses, camiones de carga y aviones; tienen medios de comunicación y hospitales públicos. Alguno es dueño de un banco y de hoteles de gran turismo en playas, mientras otro opera telefonía y tiene gaseras, pero ambos coinciden en prestar servicios a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Como contratistas, esos mexiquenses participan de los proyectos de infraestructura y de los programas emblemáticos del gobierno de Enrique Peña Nieto. En este sexenio al menos dos de ellos lograron figurar entre los más ricos de México, según los cálculos de la revista Forbes, cuyos datos son los siguientes:

Carlos Hank Rhon y su familia ocupan el número 15 del país: tiene una fortuna personal de 2 mil 100 millones de dólares y al menos 32 empresas. Su hijo Carlos Hank González, fiel a la antigua fórmula que se atribuye a su abuelo homónimo, “un político pobre es un pobre político”, heredó el segundo apellido del ya fallecido magnate regiomontano Roberto González Barrera y preside el Grupo Financiero Banorte.

A su vez, David Peñaloza Alanís es el número 25, con mil 500 millones de dólares y alrededor de 30 empresas heredadas en vida por su padre, David Peñaloza Sandoval.

Ellos forman el mencionado grupo de exitosos mexiquenses, junto con Juan Armando Hinojosa Cantú (al menos 11 empresas), Roberto Alcántara Rojas (13), los hermanos Luis Ernesto y Anuar Maccise Uribe (29), Alfredo Miguel Afif (alrededor de 10), Carlos Peralta Quintero (27) y Roberto San Román (padre e hijo, con al menos ocho compañías).

La mayoría de estos hombres de negocios son identificados con el Grupo Atlacomulco y su cercanía con Peña Nieto es por demás conocida. Tres de ellos incluso estuvieron implicados en los escándalos que deterioraron la imagen presidencial: Hinojosa por la llamada Casa Blanca, San Román por la casa de Ixtapan de la Sal y Miguel por las oficinas de transición.

Los miembros de esta casta de acaudalados se relacionan entre sí y con políticos, fieles a la tónica de ese grupo de poder mexiquense. Por ejemplo, el año pasado Alcántara se convirtió en cuñado del exgobernador de Oaxaca José Murat, padre de Alejandro, actual mandatario electo de esa entidad.

Luis Ernesto Maccise se casó con Laura Barrera Fortoul (secretaria de Turismo en el gobierno estatal de Peña Nieto y exdiputada del PRI), hija de Heberto Barrera Velázquez, un veterano político cuyo cargo más reciente fue en el Consejo Estatal de Infraestructura y Desarrollo Social, en la administración de Eruviel Ávila. En el actual gobierno mexiquense es secretario del Trabajo Javier García Bejos, sobrino de Alfredo Miguel Afif.

Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2081 de la revista Proceso, ya en circulación.

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