Por John M. Ackerman
La sorpresiva visita de Enrique Peña Nieto a Washington en medio de la enorme crisis económica, política y social en México desnuda una vez más quién realmente manda en el país.
Vapuleado por su pueblo y agotadas todas sus estrategias políticas internas, el deslegitimado ocupante de la Casa Blanca de Sierra Gorda 150 espera que un abrazo de año nuevo en la Casa Blanca de Washington, en el Día de Reyes, salve mágicamente su fallido sexenio. Pero es probable que le salga el tiro por la culata.
La programación de la reunión entre Barack Obama y Peña Nieto durante el primer día de sesiones del nuevo Congreso de Estados Unidos garantiza que el encuentro será ignorado tanto por la clase política como por los principales medios de comunicación en el país vecino. En las elecciones del pasado 4 de noviembre, el Partido Demócrata de Obama perdió su control sobre el Senado y también sufrió una derrota histórica en la Cámara de Representantes.
Este martes 6 de enero será un día lleno de discursos y posicionamientos políticos de los representantes de la nueva mayoría legislativa, así como de debates sobre el cada vez más reducido margen de maniobra que tendrá un debilitado Obama durante los últimos dos años de su mandato.
La ausencia de una agenda clara o acuerdos relevantes en preparación para la reunión Obama-Peña Nieto también confirma la insignificancia del encuentro. El único interés de Obama será hacer propaganda para su hipócrita acción ejecutiva en materia inmigratoria. Esta medida no constituye de ninguna manera lareforma migratoria integral que ha venido prometiendo desde hace años, sino que es simplemente más atole con el dedo con el fin de evitar la fuga de votantes latinos.
Los inmigrantes bien portados y con altos niveles educativos, que no podrían ser expulsados de todas formas por su central importancia para la economía estadunidense, recibirán un temporal pase libre por la gracia del rey Obama. Mientras, las deportaciones de los otros connacionales seguirán a la alza y la frontera se volverá más militarizada y peligrosa que nunca.
Asimismo, la ausencia de acción legislativa en la materia significa que en el momento en que Obama deja la presidencia a finales de 2016 todos los inmigrantes registrados en el nuevo programa estarán en una situación de absoluta vulnerabilidad frente a las políticas del nuevo ocupante de la Casa Blanca.
Mientras, las abyectas pleitesías que Peña Nieto rendirá mañana a Obama terminará de hundir su credibilidad en ambos lados de la frontera. Del lado mexicano, la población se mantiene firme en su defensa de la soberanía nacional.
Año tras año la Country Ratings Poll de la BBC revela que la mayoría de los mexicanos está convencida quela influencia de Estados Unidos en el mundo es profundamente negativa.
Y todas las encuestas de opinión reflejan un elevado nivel de orgullo nacional, así como un sólido y consciente rechazo al intervencionismo de Estados Unidos.
Del lado estadunidense, el patético espectáculo de ver al mandatario mexicano de rodillas, rogando un salvavidas en medio de la tormenta social generada a raíz de la masacre de Iguala confirmará el carácter desechable del actual ocupante de Los Pinos. Los títeres solamente son útiles mientras mantienen cierta fuerza propia y pueden aparentar independencia de acción. Pero una vez que se levanta la cortina y las cuerdas del titiritero se exhiben a la luz del día, los operadores inmediatamente buscan otras opciones.
El desairado encuentro de mañana entre Obama y Peña Nieto posiblemente sea el último entre estos dos presidentes fallidos.
Pero un simple cambio de fichas de ninguna manera modificará el escenario estructural de dominación y explotación.
Los informes recientes del Council on Foreign Relations (CFR) y el Mexico Institutem (MI) del Centro Woodrow Wilson dejan perfectamente claro que el poder político y económico en Estados Unidos no descansará hasta engullir completamente a México y separarlo de América Latina en aras de una nueva unión norteamericana.
El estudio del CFR fue coordinado por nadie menos que el general David Petraeus, antiguo jefe de operaciones en Afganistán y director de la CIA, así como por Robert Zoellick, antiguo presidente del Banco Mundial (véase:http://ow.ly/GMb0m).
Y el informe del Mexico Institutem fue escrito por Duncan Wood, antiguo profesor del ITAM y gran amigo de las grandes petroleras internacionales (véase: http://ow.ly/GMbcy).
Ambos documentos hablan de la urgente necesidad de servirse de los recursos naturales y humanos de los vecinos para poder mantener el poderío global de Estados Unidos. Preparan el terreno para cada vez mayor intervención político, militar y económica en México.
Pero estos informes también revelan, paradójicamente, que los mexicanos tenemos hoy una mejor oportunidad que nunca para apalancar la relación binacional a nuestro favor. El complicado escenario internacional ha aumentado de manera significativa la dependencia de Estados Unidos en México.
Un gobierno mexicano comprometido con su pueblo podría aprovechar de esta situación para negociar grandes concesiones que beneficiarían a todos los mexicanos.
En este contexto, la indignidad de nuestros representantes actuales resulta particularmente trágica y la transformación radical de la política nacional se vuelve más urgente que nunca.
Twitter: @JohnMAckerman
Fuente: La Jornada