Lanzará el Papa evangelio social

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Con su evangelio social bajo el brazo, el PapA Francisco arribará este lunes a Río, convulsionada por protesta pero repleta de jóvenes. Como cuando era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio pretende estar cerca de los más necesitados. Por eso hizo modificar la agenda para visitar una favela y un hospital que se especializa en recuperar a jóvenes adictos. Sectores de la Curia se resisten a las reformas drásticas del Pontífice, que se mide al reto de cumplir con las expectativas.

El pontificado del primer papa no europeo y el primero llegado de las Américas arrancará definitivamente con su viaje a Brasil, a donde llegará mañana para presentar el programa revolucionario basado en el llamado “evangelio social”.

Llegado a la silla de Pedro desde la periferia de la Iglesia, Francisco eligió Sudamérica para presentar su programa a un millón de jóvenes llegados de todo el mundo para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

El Papa eligió el país con mayor número de católicos del mundo y que aún tiene las venas abiertas de una profunda desigualdad social. Desde Brasil hablará a todas las periferias abandonadas y humilladas del planeta y a todos los países emergentes que pueden caer en la tentación de poner sus riquezas en manos de los que menos las necesitan.

Amigos del Papa aseguran que la importancia que ha dado a su viaje a Brasil, donde permanecerá una semana, se debe a que desde allí desea presentar al mundo su programa de gobierno. Lo escucharán cerca de seis mil periodistas llegados desde todos los rincones.

En sus primeros cuatro meses de pontificado, Francisco mostró con la simbología de los gestos y algunas afirmaciones clave que desea centrarse en los olvidados del planeta. Ha pedido que la Iglesia no solo se preocupe por las personas en situación de pobreza sino que sea pobre ella misma y hasta mostró su tristeza en una visita al parque móvil de coches de lujo de los prelados del Vaticano, a los que pidió austeridad en su testimonio de vida. También ha arremetido contra las mafias anidadas en el Banco del Vaticano mientras él sigue viviendo en una habitación de hotel tras haber renunciado a los aposentos pontificios.

Francisco se ha ido despojando de los símbolos del poder que alejaron durante siglos al papa de Roma de los obispos de la Iglesia. Ni siquiera se ha llamado “papa” a sí mismo, solo obispo de Roma, que es lo que es. Ha criticado la “tiranía del dinero” y la “globalización de la indiferencia” hacia los que sufren.

En Brasil abrirá el resto de su caja de sorpresas y presentará la identidad de la Iglesia que él desea. Hay hasta quien apuesta que a partir de sus discursos en Brasil, el catolicismo de América Latina ya no será el mismo.

En su estadía de seis días en esta ciudad, la segunda más poblada de Brasil, con más de ocho millones de habitantes, Francisco difundirá al menos una decena de mensajes, entre discursos y homilías. Pero lo más importante serán sus gestos.

Como cuando era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio pretende estar cerca de los más necesitados. Por eso hizo modificar la agenda para visitar una favela y un hospital que se especializa en recuperar a jóvenes adictos.

El Papa no tendrá actividad oficial el martes, pero todos creen aquí que no serán pre­cisamente horas de descanso para el argentino. “Seguramente sorprenderá a todos con alguna salida o recibimiento que nadie tenía en cuenta”, aseguró ayer un integrante del comité de voluntariado que trabajó para organizar estas jornadas.

Zancadillas al Papa

Después de unos meses de tensa calma en los despachos de la Curia —entre sorprendidos por la instantánea popularidad del nuevo pontífice y preocupados por la anunciada pérdida de sus privilegios—, los altos jerarcas de la Santa Sede han vuelto a tirar de informes envenenados para recordarle a Francisco quién manda, todavía, en el poderoso consejo de administración del Vaticano.

El viernes se supo que Jorge Mario Bergoglio había sido víctima de una trampa muy bien urdida. El semanario italiano L’Espresso publicó que monseñor Battista Ricca, el prelado nombrado el pasado 15 de junio para vigilar el funcionamiento del Instituto para las Obras de Religión (IOR), tenía un pasado muy alejado de la ortodoxia de la Iglesia. Durante su permanencia en la nunciatura de Montevideo, monseñor Ricca, de 57 años, mantuvo una relación sentimental con un capitán del Ejército suizo, al que alojó y dio empleo en la mismísima legación del Vaticano en Uruguay.

Además, su afición a la vida disipada lo llevó a verse envuelto en reyertas de las que salió con el rostro tan magullado como su currículo. Pero el problema va mucho más allá de los pecados mundanos del diplomático vaticano. La cuestión es que nadie de la Curia advirtió al Papa de que el expediente de Battista Ricca había sido blanqueado hasta hacerlo parecer intachable. Lo dejaron equivocarse para, una vez cometido el error, airear hasta el último detalle de la ajetreada vida del hombre elegido por Bergoglio para frenar la corrupción en el banco del Vaticano.

Fuente: Misionescuatro.com

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