La violencia en México aumenta desigualdad y pobreza: BM

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La violencia y criminalidad en algunas regiones de México no sólo afecta la vida cotidiana de las personas sino que en el mediano y largo plazo reduce las posibilidades de crecimiento del ingreso y de reducción de la pobreza, reveló un nuevo reporte del Banco Mundial.

Los municipios con niveles más altos de crímenes relacionados con drogas en México registraron un decrecimiento anualizado del ingreso de 0.2 puntos porcentuales al año durante un periodo de un lustro, observó el organismo, de acuerdo con el reporte “¿Desarrollo económico inestable? Choques agregados en América Latina y el Caribe”, publicado este miércoles.

En México, los pobres tienen casi tres veces más posibilidades de ser afectados por algún desastre natural en términos de pérdida de vivienda, cultivos y ganadería, que las personas en situación de vulnerabilidad o de clase media, apuntó el organismo.

Pero también los conflictos civiles, entre los que ubican aquellos relacionados con la violencia provocada por grupos criminales, ponen en peligro los ingresos de los hogares.

Las comparaciones que establece el estudio son estas: la guerra civil en Perú generó una disminución de cinco por ciento en los ingresos por exposición temprana, a nivel de distritos, a la violencia relacionada con el conflicto; los municipios con niveles más altos de crímenes relacionados con drogas en México registraron un descenso del crecimiento anualizado del ingreso de 0.2 puntos porcentuales entre 2005 y 2010.

Violencia y pobreza

Un aumento de 10 homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes duplica las probabilidades de un municipio en México a seguir sufriendo de pobreza crónica cinco a 10 años después, aseguró el reporte del Banco Mundial.

En Colombia y México, la movilidad económica ascendente –personas que logran superar los umbrales de pobreza– fue menos prevalente entre los hogares afectados por grandes choques.

Casi la mitad de los hogares no afectados logró salir de 40 por ciento inferior de la pirámide de distribución del ingreso, un volumen casi dos veces mayor que el porcentaje de hogares que sí fue afectado por choques como desastres naturales o violencia, a los que el organismo llama “choques agregados”.

México tiene una tasa de 18 homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes, la más alta entre los países que forman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

América Latina y el Caribe ha logrado avances significativos en la reducción de la pobreza y la desigualdad, pero la frecuencia de los choques naturales y de aquellos creados por el hombre amenazan con regresar a millones de personas a la pobreza a menos que se aceleren los esfuerzos por mitigar y afrontar estos riesgos, según el informe del Banco Mundial.

Los choques agregados (aquellos que afectan a un gran número de gente al mismo tiempo), como los desastres naturales, el crimen, la violencia y las epidemias, representan un desafío considerable para la población vulnerable de la región, sobre todo en el actual contexto de bajo crecimiento económico y crecientes déficits públicos.

“A pesar de los grandes avances en términos de prosperidad de los últimos años, muchas personas en América Latina y el Caribe están tan sólo a un desastre de regresar a la pobreza”, dijo Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Los países deben prepararse mejor y fortalecer su resiliencia ante los choques, para así no perder en un día lo que les tomó años construir”.

Entre 2003 y 2012 la proporción de personas en situación de pobreza extrema se redujo a la mitad hasta alcanzar 12.3 por ciento, mientras que la de aquellos en pobreza moderada bajó de 41.1 a 25.3 por ciento. Sin embargo, prácticamente cuatro de cada 10 hogares siguen siendo considerados como económicamente vulnerables, corriendo el riesgo de volver a la pobreza debido a los choques agregados, apuntó.

El informe subraya el hecho de que a menudo son los pobres los que más sufren estos choques, así como el menor nivel de empleo y consumo que generalmente surge después de estas crisis.

Los grandes desastres naturales o los conflictos civiles suelen afectar a las economías locales, destruyendo activos, dañando negocios y alterando los mercados. En consecuencia, las familias sacan a los niños de la escuela con frecuencia para que trabajen, lo que tiene un impacto negativo a largo plazo tanto para estos individuos como para la sociedad en su conjunto.

Asimismo, en anticipación al próximo desastre, muchos hogares vulnerables eligen actividades económicas de bajo riesgo y bajo ingreso, perpetuando así la pobreza.

Fuente: La Jornada

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