La Coalición Financiera Contra la Pornografía Infantil, que agrupa a empresas y policías, asegura que desde 2006, los ingresos por la venta comercial de pornografía infantil en internet pública se redujeron de varios miles de millones de dólares anuales a “casi cero”.
Luego de que la policía detuvo a Timothy Ford, un agresor sexual con dos condenas, encontró innumerables fotos de chicos sin ropa en su computadora. Sin embargo, cuando trató de ampliar la investigación, no se centró sólo en las imágenes. También siguió el rastro de dinero que había dejado Ford al pagar ese material y finalmente pudo desbaratar una banda integrada por docenas de personas de cuatro continentes.
Siguiendo la pista de que Ford, de 53 años, se comunicaba con otros pedófilos, los oficiales allanaron su bungalow de Northamptonshire, 70 millas (113 kilómetros) al noroeste de Londres. Mientras se abrían camino entre la ropa sucia y la basura apilada hasta la altura de la cama, descubrieron una laptop con cientos de fotos y videos que Ford dirigía desde su teclado, escribiendo las instrucciones -“Tóquense uno al otro” o “Primer plano, por favor”- que debían seguir chicos que en algunos casos tenían tan sólo seis años, muestran los documentos de la policía. Igual importancia tuvieron para los investigadores los detalles de las transferencias de dinero de Western Union Co. a adultos que abusaban de los niños en vivo a través de una webcam desde las Filipinas.
“La dificultad es que sólo vemos los montos de las transacciones” sin saber qué es lo que se compra, dijo Peter Barnes, jefe de investigación de Western Union en el norte de Europa. “Es por eso que trabajar en colaboración con la policía es tan importante”.
Después de que Western Union analizó los datos de pagos encontrados en la computadora de Ford, la investigación se amplió en 2012 y al final llevó a la detención de 29 personas que formaban parte de una banda de pornografía infantil que abarcaba todo el mundo y al rescate de quince víctimas. Los cómplices de las Filipinas que cometían los abusos, entre los que se contaban familiares de los chicos, ganaban 37 mil 500 libras (64 mil dólares) en un país en el que el hogar promedio tenía ingresos de alrededor de 5 mil 400 dólares en 2012.
COLABORACIÓN CRECIENTE
Al profundizar la cooperación con compañías financieras como Western Union, PayPal Inc., Visa Inc. y MasterCard Inc. para cortar el flujo de dinero que alimenta el comercio de pornografía infantil online, la policía tuvo un notable éxito. La Coalición Financiera Contra la Pornografía Infantil, que agrupa a empresas y policías, dice que desde 2006 los ingresos por la venta comercial de pornografía infantil en la Internet pública se redujeron de varios miles de millones de dólares anuales a “casi cero”.
No obstante, el éxito es ilusorio. Si bien los pagos con tarjeta de crédito por pornografía infantil en la Internet pública han caído en picada, una cantidad gigantesca de material se mueve en forma clandestina y a menudo se paga por medio de transferencias electrónicas anónimas y la moneda virtual bitcoin.
CLANDESTINIDAD
De especial preocupación es un rincón oscuro de Internet llamado The Onion Router o Tor. El servicio, fundado por el Laboratorio de Investigación Naval de los Estados Unidos para ayudar a que los habitantes de los países con gobiernos autoritarios permanezcan en el anonimato, oculta las identidades online haciendo rebotar la señal por hasta 5.000 repetidoras. El problema es que lo han adoptado los depredadores sexuales, los que lavan dinero y los traficantes de drogas.
“Cuando bajamos páginas Web, reaparecen online en otro lugar”, dijo Sarah Smith, investigadora técnica de The Internet Watch Foundation del Reino Unido, que actúa siguiendo las pistas que le llegan del público y trabaja con los proveedores de servicios de Internet y compañías como Google Inc. y Microsoft Corp. para limpiar Internet de pornografía infantil.
Conforme más material se traslada a zonas ocultas de la Red, se hace más difícil rastrear los pagos. En la mayoría de los países, la normativa protege la identidad de las personas que realizan transacciones con tarjeta de crédito a menos que la policía tenga un motivo razonable para sospechar que se está desarrollando una actividad ilegal.
“El secreto bancario y la privacidad en general son las preocupaciones que nos manifiesta toda una serie de compañías de pagos financieros cuando tomamos contacto con ellas”, señaló Bindu Sharma, responsable de la Coalición Financiera de Asia-Pacífico Contra la Pornografía Infantil en Singapur.
CORREDORES DE ALTO RIESGO
La preocupación por las leyes sobre secreto llevó a las compañías financieras a idear métodos creativos para combatir el problema. Western Union, que registra 29 transacciones por segundo, desarrolló programas de computación que detectan una actividad potencialmente ilícita en torno a transacciones repetidas por sumas pequeñas procedentes de “corredores de alto riesgo”, como del Reino Unido a las Filipinas.
Barnes, que trabajó para la Policía Metropolitana de Londres durante 18 años, se sumó a la iniciativa de Western Union de Englewood, Colorado, para combatir las transferencias de fondos que financian la actividad delictiva hace dos años. En el último año, ha aportado pruebas en por lo menos una docena de casos relacionados con pagos por pornografía infantil.
Trabajar con la policía “es clave”, aseguró Barnes, de 43 años, que integra un equipo de 25 investigadores de Rusia, Australia, Dubai y las Filipinas. “A partir de los casos, tratamos de aprender cuál es la metodología y les enseñamos a nuestros sistemas a identificarla”.
PAREJA DE TEXAS
Gran parte de los avances logrados en utilizar las herramientas financieras para luchar contra la pornografía infantil online se deben a Ernie Allen. Como responsable del Centro Nacional de Niños Desaparecidos y Explotados, agrupación sin fines de lucro que actúa en los EE.UU. como centro de intercambio de información sobre imágenes y videos de abusos sexuales, Allen hace ocho años acercó a la comunidad financiera a la policía. Lo impulsó un caso de Texas en el que una pareja dirigía un sitio que ofrecía categorías como “Violación de niños” y “Niños obligados a la pornografía”, que tenía 250 mil miembros, cada uno de los cuales pagaba 29.95 dólares por mes.
“Llamé al presidente de una importante empresa de tarjetas de crédito y le pregunté cómo era posible que ocurriera eso y me dijo: ‘No sabemos qué son estas transacciones’”, recordó Allen, ahora responsable del Centro Internacional de Niños Desaparecidos y Explotados de Alexandria, Virginia, filial mundial de la agrupación estadounidense. “Me dijo que, si podíamos identificar dónde estaba radicada la cuenta, ellos podían detener los pagos y cerrar la cuenta”.
Fuente: Bloomberg