La protesta social

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Ufano y medio vitriólico, Joseph Blatter, presidente de la FIFA, preguntó a quien quiso escucharlo: “¿Y dónde están las protestas?, ¿dónde está la furia social? ¡El Mundial es un éxito!”.

Mordaz, desafiante, Blatter acudió como invitado a un seminario organizado hace unos cuantos días por la prestigiada Fundación Getulio Vargas, que tiene su sede en Río de Janeiro, donde también  estuvieron el ministro brasileño del deporte, Aldo Rebelo y el excapitán de la Canarinha, Cafú. Ahí, Blatter estaba eufórico por lo que consideró el éxito del Mundial de Futbol, al punto que en pleno clímax de su disertación, lanzó su mordaz y retador: “¿Y dónde están las protestas?”, que a más de uno sorprendió por el tono que empleó el jerarca suizo, quien trató de moderar su dicho al conceder que si bien la organización no es perfecta, ni es lo que ellos hubieran esperado, a unos cuantos días de que concluya Brasil 2014 el torneo puede considerarse ya un éxito para la FIFA.

“La Copa es más que un éxito y estoy feliz de que la FIFA sea parte de él”, espetó Blatter en el recinto, mientras que afuera del edificio, como queriéndole dar la razón, un grupo pequeño de manifestantes (de acuerdo a crónicas periodísticas), protestaban por lo que consideran gastos millonarios del torneo. Pero el máximo jerarca de la FIFA les aplicó la técnica de Salinas de Gortari: ni los vio, ni los oyó.

Atrás quedaron las tumultuarias manifestaciones de enfurecidos brasileños, quienes protestaban por las millonarias sumas de dinero que el gobierno de Dilma  Rousseff destinó para la organización del Mundial.

La alegría de Blatter tiene sustento. Conservadoramente, la FIFA se embolsará cerca de 3,500 millones de dólares, de los cuales repartirá una bicoca entre los equipos participantes.  A sus amigos, los patrocinadores de la Copa, a sus multimillonarias ganancias por ser los únicos que pueden vender sus productos durante el torneo, se suma otro regalo: durante un año no pagarán ningún tipo de impuesto en Brasil, como parte de los acuerdos que se tienen por participar del negocio que es el Mundial de Futbol, lo que se traducirá en que dejen de ingresar a las arcas del Estado entre 245 y 500 millones de dólares, de acuerdo al Tribunal de Cuentas de la Nación. ¡Cómo no estar contento con un acuerdo así!

A cambio, el pueblo brasileño tendrá que pagar la cuenta de la fiesta. La administración de Dilma ha “invertido” cerca de 11 mil millones de dólares en la organización del Mundial, la mayor parte de ellos en la construcción de estadios, dos de ellos en lugares que hasta a los propios brasileños sorprendió por carecer de equipo de futbol profesional de primera división: Manaos y Brasilia.

De esa estratosférica suma invertida, que dicho sea de paso, coloca  ya al Mundial de Brasil como el más caro de la historia –supera con creces a sus dos antecesores Alemania y Sudáfrica  juntos-, se debe agregar un arma secreta del gobierno de Dilma, que bien puede responder a la retadora pregunta de Blatter sobre, ¿Y dónde están las protestas?

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El gobierno brasileño destinó cerca de 870 millones de dólares para armar el mayor esquema de seguridad de la historia de los mundiales de futbol,[1] que incluye por supuesto a las temibles Unidades de Pacificación Popular (UPP), una organización de élite con formación militar,  y desde luego el propio Ejército brasileño, que materialmente ha ocupado comunidades y favelas completas, e impuesto un estado de sitio mientras dure el Mundial, como es el caso de Maré, el mayor conjunto de comunidades de pobres asentados en la famosa Avenida Brasil, que se encuentra en la ruta entre el aeropuerto internacional de Río y la populosa ciudad. Ahí, más de dos mil elementos del Ejército mantienen ocupada la zona, y estarán en ese lugar hasta que termine el mundial. El esquema de seguridad impuesto por el gobierno brasileño para este Mundial, incluye a más de 20 mil efectivos tan sólo en Río de Janeiro, donde el promedio de visitantes es de 400 mil para esta Copa.

Tal es el miedo a sus cuerpos policiacos, que un reciente estudio de Amnistía Internacional reveló que 8 de cada 10 brasileños aseguran sentir temor de ser torturados por alguno de esos grupos.[2]

Pero pese a ello, el futbol es el futbol, y más para los brasileños.

De lo que se vivió hace un año a lo que pasa ahora, es una pálida sombra. Hace un año, más de un millón de brasileños llegaron a protestar enojados por los gastos excesivos para el Mundial, mientras que a ellos se les golpeaba con aumentos de impuestos  y de servicios, principalmente en el transporte público. La evolución de la protesta social ha ido del transporte público a la vivienda, la educación y la justicia, hasta evolucionar ahora directamente contra los gastos hechos por el gobierno para el Mundial y el enojo que provocó en un gran sector al conocer que como parte del famoso “Cuadernos de Cargos” que impone la FIFA a los países organizadores de un Mundial, esto incluye el no permitir la instalación de vendedores ambulantes en las inmediaciones de los estadios donde se disputa la Copa. Esto,  y conocer que el gobierno se gastó cerca de 11 mil millones de dólares para financiar el Mundial, la llamada “Ley FIFA” que exenta del pago de impuestos durante 12 meses a las grandes patrocinadoras del evento,  léase Coca Cola, Budweiser, McDonald´s,  y otras, fue la gota que derramó el vaso para que la gente enfilara su furia contra el gobierno y la FIFA, quien gracias a este favor espera ganancias millonarias, como nunca antes en su historia en este Mundial. Gran negocio, sin duda.

 

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¿Qué sucedió entonces?, y como afirma Joseph Blatter, ¿dónde está la furia social? Y las respuestas las podríamos encontrar en muy diversas fuentes.

La más cercana, sería que está reprimida  por el miedo.

La gente dejó de protestar ante la brutalidad mostrada tanto por las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), como del propio Ejército o de la Policía Militar, que de golpe sustituyeron en muchos lugares a la violencia que ejercía el narcotráfico, principalmente en las favelas del país, particularmente en Río, donde más de un centenar de ciudadanos se encuentran hasta el momento desaparecidos, de acuerdo con diversas Organizaciones No Gubernamentales.

La segunda, sería que la furia social no es manifiesta,  debido al propio Mundial. Y es que para los brasileños, el futbol es una religión, y más ahora que hay fundadas esperanzas de conquistar la Copa y sacudirse así de una vez por todas el fantasma del “Maracanazo” de 1950, cuando Uruguay les arrebató el título.

Y es que de acuerdo a un estudio publicado por el influyente diario brasileño, Folha de Sao Paulo, las protestas en el país disminuyeron en cerca del 39 por ciento. A 12 días del inicio del Mundial, sólo se registraron 71 protestas en 10 de las principales ciudades del país, y 12 días después de que rodara el balón, tan sólo se habían realizado 42 manifestaciones con insignificantes números en cuanto a los protestantes, comparadas con las registradas hace un año en los mismos lugares.

Otras encuestas reflejan muy claro el momento que viven los brasileños, cuyo respaldo a las protestas pasó del 81 por ciento en junio de 2013 a un 52 por ciento ya en febrero pasado, según la firma Datafolha.[3]

Todo ello en base al terror, o bien a la negociación, como lo hizo la propia Dilma con el poderoso Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), con quienes pactó una tregua durante el Mundial, a cambio de proponerles un ambicioso plan de construcción de viviendas y frenar los desalojos. En otros casos, simplemente se aplicó la ley a secas, como en el aspecto laboral, decretando inexistente o ilegal un buen número de huelgas, como las de los trabajadores del Metro de Sao Paulo o los policías de Bahía.

Blatter no puede fingir demencia al hacer su retadora ¿Y dónde están las protestas?, pues junto con el gobierno brasileño le apostaba a que rodara el balón para que todo transcurriera en calma, que es finalmente lo que le interesa a la FIFA: salvar su negocio, aunque el ticket de la fiesta lo tenga que pagar el pueblo brasileño. Ya por lo pronto, algunos estudios hablan de que los gobiernos locales que fueron sedes, han incrementado su deuda en poco más de 30 por ciento, más lo que se acumule.

“A los brasileños les gusta mucho el futbol”, sintetiza pronto el politólogo y profesor universitario Joao Feres Júnior, razonamiento que apoya también,  Thiago Ávila, uno de los líderes del Comité Popular de la Copa que encabeza los movimientos contrarios al Mundial, al tratar de explicar ¿por qué la gente dejó de salir a las calles? Y él se responde: “El mayor interés de la población [en este momento]es ver los partidos”, afirma.[4]

A todo ello hay que sumarle que en algunos sectores que protestan, no ha caído bien la infiltración de grupos anarquistas, como los llamados Black Blocks, conocidos por sus violentos métodos, lo que los ha llevado a enfrentamientos brutales con la policía, y eso ha alejado a muchos manifestantes.

“Las calles dejaron de ser un carnaval político, para convertirse en escenarios de violencia entre anarquistas y policías, y eso asustó a la clase media que comenzaba a salir a protestar. Esa población medio despolitizada que fue a las calles en junio se asustó”,[5] dice Rudá Ricci, sociólogo y politólogo brasileño especializado en movimientos sociales, y autor del libro: En las calles, texto que analiza las manifestaciones de 2013.

Para Ricci, las manifestaciones del año pasado tuvieron como motor principal a los jóvenes de la clase media, sin banderas partidarias y medio desorganizados, que al ver la creciente violencia que se daba en las protestas, ya sea por la represión de la propia policía o a los enfrentamientos de ésta contra los grupos anarquistas, simplemente dejó de asistir. La otra causa, el inicio del Mundial y el amor de los brasileños al futbol.

Sea como sea, al parecer, el miedo es ya el gran triunfador de este Mundial.

Esperemos pues las elecciones presidenciales de octubre para ver cómo le va a Dilma.

Hasta mañana, buen día y buena suerte.

 

 

 

[1]www.infobae.com/2014/07/02/1577775-el-presidente-la-fifa-se-burla-los-manifestantes-y-la-furia-social. [Consultado el 2 de julio de 2014].

 

[2]www.anep.or.cr/article/brasil-2014-el-negocio-del-futbol-a-costa-de-un-pu/.[Consultado el 9 de junio de 2014].

[3] elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/que-se-desinflan-protestas-brasil-noticia-1736730?ref=nota_mundo&ft=mod_leatambien&e=titulo. [Consultado el 3 de julio de 2014].

[4] elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/protestas-brasil-caen-39-desde-inicio-mundial-noticia-1738550. [Consultado el 3 de julio de 2014].

[5] elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/que-se-desinflan-protestas-brasil-noticia-1736730?ref=nota_mundo&ft=mod_leatambien&e=titulo. [Consultado el 3 de julio de 2014].

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