La ‘notablecracia’

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Por Luis Javier Valero

Justamente cuando el tema de los candidatos independientes empezaba a convertirse en el fenómeno destacado de la presente campaña electoral (y aún no se le puede descartar), dos de los aspirantes más destacados, los que buscan convertirse en candidatos independientes a la alcaldía de Chihuahua destaparon lo que puede ser la tumba electoral de ellos y la del aspirante a la gubernatura José Luis (Chacho) Barraza.

Lo que protagonizaron Luis Enrique Terrazas y Javier Mesta a principios de la semana fue un verdadero batidero, poco faltó para que se insultaran a través de los medios de comunicación. Lo que se dijeron se inscribió como caso ejemplar de las querellas que han protagonizado los miembros de la clase política chihuahuense, lo novedoso es que quienes cruzaron groseras descalificaciones pertenecen a algunas de las familias más poderosas de la capital chihuahuense.

El origen del conflicto fue que resolvieron nombrar a un “consejo de notables” para que decidiera quien debía declinar a favor del otro, a fin de no obstaculizar el triunfo de alguno de ellos.

Según todas las informaciones, los “notables” se reunieron el domingo anterior y ahí dictaminaron que quien llevaba la delantera era Javier Mesta. Acordaron –y firmaron el acuerdo– que al día siguiente realizarían una conferencia de prensa a fin de dar a conocer la declinación de Terrazas.

Sin embargo, éste se adelantó y ante la prensa declaró que Mesta debería sumarse a su candidatura en virtud de contar con mayores y mejores evidencias de que llevaba la delantera en las simpatías electorales.

La réplica fue relampagueante, Mesta lo acusó de faltar a su palabra, que había aceptado esa determinación y que para comprobar quién mentía, lo retaba a someterse al detector de mentiras.

La contrarréplica fue aun más contundente, Terrazas adujo que tenía más trabajo en la comunidad, de muchos años atrás, que su “amigo” Javier Mesta y que éste “ni una hamburguesada había efectuado a favor de Chihuahua”.

No es todo. Ante el requerimiento de la prensa por saber quiénes eran los integrantes del “consejo de notables” respondieron que habían prometido guardar la secrecía de su integración.

No fue muy difícil saber los nombres, pero la mayor novedad y sorpresa la constituyó el hecho de que uno de esos notables resultó ser el mismísimo aspirante a la candidatura independiente al Gobierno de Chihuahua, Chacho Barraza.

Los restantes son: Alberto Chretín (ex secretario Economía y ex presidente de la Asociación de Maquiladoras, de la Unión Social de Empresarios Mexicanos, del Grupo Industrial las Américas, de Chihuahua Now, Consejero de la Fundación del Empresariado Chihuahuense y ex vice presidente de Coparmex y de Canacintra);  Sergio Mares (Propietario de la cadena de Al Super), Federico Elías (Propietario de CTU, empresa constructora), el doctor Antonio Ríos (Director de una de las escuelas del Instituto Tecnológico de Monterrey-Campus Chihuahua); Miguel Ángel Valdez (Rector de la Universidad Lasalle), Alberto Araujo (ex rector ITESM) (ex director de ITESM), y las señoras Cano y Baca.

Mesta reconoció que la reunión se había realizado en las oficinas del rector de la Universidad La Salle (al parecer hubo otras reuniones previas) y que en ella había participado, también, el ex presidente de Canacintra, Francisco Santini, quien va de suplente de Terrazas en su planilla.

Así, de golpe y porrazo los diferencias de los aspirantes nos permitieron confirmar lo que algunos pensaban acerca de estas pretensiones, que se intuía la existencia de un hilo conductor en la aparición simultánea de tantos aspirantes que mantienen más de una coincidencia.

Tres de sus argumentos para postularse han quedado hechos añicos: La antidemocracia existente en los partidos, la opacidad y los continuos pleitos de los políticos “que sólo pelean por el poder”.

¿Quién eligió al “consejo de notables” para que resolviera un asunto que en última instancia le tocaba resolverlo a la ciudadanía con su voto?

¿Por qué se niegan a dar a conocer a los “notables”, en un asunto que es por demás extremadamente público, pues se trata de decidir quién debe administrar el erario municipal en el período 2016-2018 y quizá 2018-2021?

¿Qué hacía en esa reunión José Luis Barraza? ¿Hay, entonces, planes compartidos sin que la sociedad esté enterada de ellos?

Luis Enrique Terrazas ha expresado en varias ocasiones que varios de los integrantes de su planilla no son sus amigos, que a algunos no los conocía. Y entonces ¿Quién los designó? ¿Quién los invitó a esta aventura independentista?

Así, con la existencia de ese grupo de “notables” y la participación de otras personas para impulsar proyectos como el de estos dos aspirantes, podemos llegar a la conclusión que en la práctica cuentan con un organismo de dirección, como el de los partidos políticos, que, como el de éstos, no le responde a la sociedad, pero que a diferencia de las agrupaciones partidistas, no está obligado a rendir cuentas de los recursos económicos empleados para hacer política, ni de las acciones realizadas.

Y por supuesto, salta la inquietud, sin siquiera llamarla, ¿De llegar a la presidencia municipal realizarían el mismo ejercicio, el de llamar a los suyos para integrar ese consejo de notables, para que resuelva los asuntos más importantes del Cabildo –igual que hacen los partidos–?

El anotar que existe un símil con los partidos políticos lo refuerza el hecho de que finalmente los integrantes –con variaciones, obviamente– comparten concepciones ideológicas y políticas, como si se tratara de un partido político, porque quienes tienen pretensiones políticas se “juntan” con quienes comparten puntos de vista, por lo menos en materia política, a menos, claro está, que sus pretensiones vayan más allá de las estrictamente políticas y se inscriban en el uso de las posiciones gubernamentales para el beneficio personal o grupal.

¿Que son válidas sus pretensiones? Por supuesto que sí –obviamente las que se refieren al buen gobierno– el problema estriba en que lo hasta ahora conocido, fruto de un diferendo, nos vino a revelar cuán débil se encuentra la veta democrática en ellos y desveló la posibilidad de que estemos frente al proyecto de una parte de la élite empresarial del país, de espaldas a la sociedad, que se está concretando con los peores defectos de la clase política mexicana, y eso no le conviene a la mayoría de la sociedad.

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