Organizados en ambos lados de la frontera, migrantes mexicanos exigen a Obama una reforma migratoria humana
Por Marta Molina/ Otramérica
Un grupo de mexicanos liderados por el padre Alejandro Solalinde , defensor de los migrantes, inició el pasado 29 de abril la Caravana “Abriendo puertas a la Esperanza” que recorrió 26 ciudades de Estados Unidos para exigir una reforma migratoria justa en el país norteamericano terminará el próximo 26 de mayo en la ciudad de Nueva York.
De acuerdo con Acción Migrante, organización aliada de dicha caravana, esta acción sirve para sensibilizar sobre la crisis humanitaria que ocurre a lo largo de las rutas migratorias de Centroamérica en donde decenas de miles de migrantes centroamericanos y mexicanos han sido secuestrados o han desaparecido en los últimos siete años cuando intentaban llegar a la frontera con México.
En este sentido, coaliciones de organizaciones mexicanas empezaron a organizarse desde el pasado invierno y hasta la primavera de este año para unir fuerzas e influir en la inminente reforma de inmigración de EE.UU. desde el otro lado de la frontera. Una de las acciones más recientes tuvo lugar durante la primera semana de mayo, cuando el presidente Barack Obama visitó México.
El objetivo, reunirse con el que ocupa el cargo de presidente del país, Enrique Peña Nieto. Los temas: las relaciones comerciales, la seguridad nacional, y la migración. Fue su cuarta visita desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2009. En la primera -abril de 2009- fue recibido en México con alegría y optimismo por una sociedad esperanzada que confió en su “Yes We Can”. Muchos veían su llegada a la presidencia de los Estados Unidos como un cambio, una esperanza para los mexicanos que viven a ambos lados de la frontera.
Pero esta vez, durante su primer viaje oficial después de la reelección, muchas mexicanas y mexicanos le recibieron con indignación frente al trato inhumano y degradante al que han sido sometidos por culpa de las políticas de Washington. Sobre todo, los migrantes, que siguen exigiendo cambios en la relación bilateral y una reforma migratoria digna.
Obama llegó con “La Bestia”, su Cadillac presidencial equipado con un dispositivo de seguridad que nada tiene que ver con “La Bestia” que más se conoce en México, el tren de carga que atraviesa el país de sur a norte y al que se suben migrantes centroamericanos y mexicanos para llegar a los Estados Unidos en busca de una vida mejor.
El pasado 3 de mayo, en el marco del encuentro entre Barack Obama y su homólogo mexicano, se organizó la “Jornada Acción Migrante” como parte de una campaña a la que se unieron varias organizaciones y colectivos que trabajan por los derechos de los migrantes en la región Centro-Norteamérica y que tiene el objetivo de visibilizar y ciudadanizar la “Declaración por los derechos de las y los migrantes” que firmaron más de 50 organizaciones el 18 de diciembre del año pasado (coincidiendo del Día Internacional del Migrante).
Migrantes deportados, en tránsito, familiares y organizaciones se reunieron delante de la embajada estadounidense en la Ciudad de México vestidos con una camiseta naranja en la que imprimieron en letras negras frases como: “por una reforma migratoria incluyente y justa en Estados Unidos, “alto inmediato a los ataques hacia migrantes y sus defensores en México”. 72 de los manifestantes se numeraron del 1 al 72 y dibujaron sus siluetas con gis en el suelo de cemento para simbolizar, en un acto de memoria y justicia, a los 72 migrantes asesinados en San Fernando, en el Estado de Tamaulipas entre el 22 y 23 de agosto del 2010, la primera de las masacres perpetuadas contra migrantes en la región. En la segunda –abril de 2011- se asesinaron al menos 193 personas que fueron encontradas en fosas clandestinas.
Los manifestantes caminaron hacia la Estela de Luz –considerado monumento a la corrupción para muchos mexicanos por los millones de pesos que costó- cargados con cuadros del artista plástico y defensor de los derechos de los migrantes, Cristian Pineda. Allí develaron una placa “por la memoria y la justicia para los migrantes asesinados, fallecidos desaparecidos y explotados en Centroamérica, México, Canadá y Estados Unidos”. Con la acción de la placa se unieron a la demanda del movimiento mexicano de víctimas contra la guerra contra las drogas (el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad) de resignificar el espacio público y convertir la Estela de Luz en “Estela de Paz” y en memorial para las víctimas del país.
Ese día, Angélica Torres, de diez años, escribió una carta al presidente Barack Obama que fue leída durante la jornada:
“Querido señor presidente Barack Obama. Me llamo Angélica Torres Bárcenas y tengo 10 años. Nací en USA. Yo te quiero decir algo, me separaron de mi familia y me vine con mi mamá que se llama Margarita. Nos separaron de mis hermanos y de mi papá y de mis sobrinos. A mi sobrino Jesús fue el único que conocí. Cuando mi hermana me habla por teléfono me cuenta que mi sobrino dice que ya no crezca, para que juegue con él (…) Por eso te pido de corazón que me reúnas con mi familia, para abrazarlos a mi papa a mis hermanos a mi sobrino que todavía no conozco. Y por esto te pido una reforma migratoria justa, para reunir a muchas familias y para que ya no sufran. Por eso te digo que por favor me ayudes a que vuelva a abrazar a mi familia y ya no lloren por estar lejos sino de felicidad. Espero con mucha fe que llegue mi carta a sus manos. Lo deseo de todo corazón”.
Angélica vive ahora en México. Su mamá, Margarita fue deportada y se la llevó con ella.Trabajó 20 años en campo, en el estado de Washington, recogiendo manzana, cherry, uva y espárrago. El día que migración le dio salida voluntaria, acató las ordenes y salió del país. Ahora, hace 2 años y 7 meses que no ve a su familia y no puede conseguir una visa que se lo permita.
Son decenas de miles las familias divididas por la política de deportación. De ahí, la pertinencia de la acción “Obama, don’t deport my mama”, promovida por el Movimiento Migrante Mesoamericano, organización que forma parte también de Acción Migrante y que el pasado 2 de mayo, día del niño, entregaron, en la embajada de EEUU las cartas que escribieron los niños con papás deportados.
Verónica Solís también contó parte de su historia ese día. Ha estado más de 10 años trabajando en Estados Unidos gracias, dijo, “a la falta de oportunidades que nos ofrece nuestro gobierno mexicano, que nos expulsa de nuestra patria”. Verónica, como trabajadora en EEUU, paga sus impuestos y es contribuyente, como cualquier ciudadano norteamericano. “Deberes sí, pero no podemos ver ninguno de los derechos”, comentó. Verónica insistió en que el gobierno de Obama se ha caracterizado por batir el récord de deportaciones de mexicanos de Estados Unidos. “Los dos gobiernos son los culpables de la situación de los migrantes en el norte, en Estados Unidos y Canadá. Nuestros paisanos están viviendo de una forma que no nos la imaginamos los que aquí estamos, por eso no podemos callarnos frente a la política de Obama, quien después del apoyo que tuvo de la comunidad latina, no nos escucha, y el gobierno mexicano tampoco.”
“Estas son historias interminables”, comentó Marco Castillo, organizador de Acción Migrante. “México y Estados Unidos cada día somos más familia y menos países vecinos. Obama y Peña Nieto, lejos de centrarse en el ser humano se centran en la llamada “seguridad nacional” priorizando el interés político, de poder o de grupo por encima de la vida misma”. Castillo remarcó la incapacidad de ambos políticos de aceptar la movilidad humana como parte del mismo proceso que el mundo y México vive todos los días y consideró que por esta razón, lo que debería ser una reforma migratoria parece un nuevo acuerdo de seguridad nacional.
Acción Migrante demanda un alto a la crisis humanitaria que ha puesto en riesgo las vidas de más de 30 millones de mexicanos y mexicanas viviendo en México y Estados Unidos y de los más de 400 mil migrantes que cada año cruzan el territorio mexicano. Para Castillo, el muro que existe entre México y EEUU representa la vergüenza de la relación entre dos países que históricamente están hermanados por las familias que están partidas entre los dos países pero además ahora, “pensar en triplicar los muros de la frontera implica ya no solamente la vergüenza sino el descaro y el horror.
Muchas familias que deciden migrar empiezan una nueva vida en el país de acogida, casándose y hasta teniendo hijos que ya son también ciudadanos estadounidenses, como Angélica Torres, quien tiene en su familia algunos miembros con residencia legal, otros irregulares y otros ciudadanos. La deportación en estos casos afecta a la familia en general; en especial a los niños.
En su carta para Obama Angélica dibujó una bandera norteamericana y una mexicana. En medio de las dos, una barrera, un muro. A un lado está ella con su mamá, Margarita. Al otro lado, su papá, sus hermanos y sobrinos y les dice “no lloren, pronto vamos a estar juntos”
Margarita comentó indignada: “esto es lo que hacen las leyes espero que pongan un poco de atención en el sufrimiento de las familias y den una reforma migratoria justa, para todas las personas que están esperando con tantas ansias en EEUU y todos los que estamos aquí injustamente separados de nuestras familias”
«Acción Migrante», convoca a la sociedad a apropiarse de sus demandas y a hacer de la migración un asunto de interés ciudadano. “La movilidad es un derecho y no debe ser criminalizada: la dignidad no tiene nacionalidad”, comenta Marco Castillo, quién insistió en que “esta campaña no detendrá su caminar hasta encontrar un camino de justicia y de paz para todos los migrantes, sus familias y sus comunidades”.
Fuente: Otramerica.com
Artículo publicado originalmente en inglés por Waging Non Violence