Por Sanjuana Martínez
Elba Esther Gordillo está a punto de irse a su casa. La reclusa más influyente del penal de Tepepan ha comentado a sus compañeras de piso de la Torre Médica de este centro femenil de readaptación social, que pronto, muy pronto se irá a su residencia.
La presa de la habitación A4 está contenta. Cada mañana la visitan sus empleados. Su celda médica, una amplia habitación de hospital, tiene aire acondicionado y todas las comodidades, a diferencia de las celdas de las demás internas.
“La Maestra”, ha contado con el servicio de varias enfermeras, su secretaria, y algunos trabajadores que se encargan diariamente de sus asuntos, incluso tiene hasta un chef que le cocina comida especial, porque ustedes ya saben que la comida de hospital es terrible, y la señora Gordillo prefiere comer bien y sano.
Generosa, cuentan las internas de la Torre Médica, que les comparte platillos cocinados por su chef. Y que por las tardes le gusta platicar con ellas en el pasillo, y que incluso disfruta armando rompecabezas con ellas.
“La Maestra”, no ha perdido su estilo, ni su elegancia, dicen sus compañeras de la Torre Médica. Su peluquera y maquillista también la visitan, como debe ser. Le gusta andar arreglada. Y los custodios saben que cuando ella quiere algo tienen que satisfacer sus deseos. Su don de autoridad es tanto, que uno de las custodios cuenta que le grita hasta al director del penal: “No me gusta como me trata fulanita, si no se compone la corro y tú sabes que la corro, también a ti”.
Las “aventuras” de “La Maestra” en la cárcel de Tepepan son discretas. “A veces la sacamos por las noches”, dice un custodio. “Ella tiene asuntos que atender”, me comenta en voz baja mientras recorro uno de los pasillos del pabellón médico.
La celda “A4” del segundo piso de la torre médica esta ubicada al final del pasillo. Es la última. Y ha sido acondicionada para ofrecer todas las comodidades a la ilustre presa.
Y es que “La Maestra” ha guardado con llave los secretos del poder. Y de esa manera ha preservado su parcela, pequeña o grande, de poder. Decidió no hablar, ni cantar las verdades de tantos poderosos. Seguramente, fue una condición para negociar su libertad.
“La Maestra”, es la Maestra, un animal político. Durante estos 29 meses tras las rejas ha aprendido mucho. Ha conocido a sus verdaderos amigos, a sus aliados; también a sus enemigos. Le ha dolido la traición de algunos que consideraba leales y también de otros enemigos que creía superados por el tiempo y el espacio.
La cárcel ablanda, dicen, pero “La Maestra” no ha perdido un ápice de su espíritu de lucha, de su recio carácter, de su seguridad, y por supuesto, de su dignidad. No se hincó frente a nadie. No pidió nada que no le correspondiera por derecho. Y no suplicó al patrón en turno.
Desde el 6 de febrero cumplió 70 años y por derecho le toca prisión domiciliaria. Concretamente el artículo 55 del Código Penal Federal ofrece ese beneficio a los “adultos mayores” presos que no constituyan “riesgo de fuga, un peligro social y no estén acusados por secuestro”.
Tal vez por eso el Juez sexto de distrito con sede en el reclusorio oriente le notificó que será hoy lunes a las 11 de la mañana cuando le diga si puede otorgarle el beneficio de permanecer en su domicilio por lo que resta de su juicio.
Como una medida estratégica, “La Maestra” había solicitado al juez que se desistiera de todos los peritajes sobre su salud y que solo fijara su criterio en base a su edad.
Desde el mes pasado fueron dos peritos de la PGR los que aseguraron que “La Maestra” si padece enfermedades crónico-degenerativos, pero que afortunadamente se encontraba “debidamente atendida”.
Por supuesto que está bien atendida, nomás eso faltaba, pero una cosa es estar en la fría Torre Médica del penal de Tepepan y otra muy distinta irse a su casa de Polanco, o su residencia de San Diego, o su departamento de París, aunque creo que sus propiedades en el extranjero no podrá disfrutarlas porque la prisión domiciliaria tiene que ser en México, un país que próximamente se convertirá también en su cárcel.
Por lo pronto, a “La Maestra” le queda claro que la justicia en México no es pronta ni expedita, y que la maquinara corrupta judicial le ha puesto todas las trabas posibles para que no saliera libre. Su defensa ha denunciado reiteradamente todas las “irregularidades” en su proceso, tanto que su abogado anuncia que llevará su caso a instancias internacionales.
Lo cierto es que “La Maestra” nunca pensó estar tanto tiempo en la cárcel. Pensó que sería pasajero, que era simplemente un golpe publicitario, que su órdago lanzado al Presidente no iba a tener consecuencias. “La Maestra” fue la única que se opuso a la cacareada y fracasada reforma educativa, y lo dijo abiertamente. Eso le costó su libertad. Peña Nieto y Emilio Chuayffet, señalado por la masacre de Acteal y por su ineptitud frente al magisterio, no estaban dispuestos a permitir semejante obstáculo para consumar sus planes.
“La Maestra”, ha sido en parte la villana favorita desde su detención. En un país eminentemente machista, la sociedad en parte aplaudió su detención, aunque también cuestionó la impunidad de la que gozan innumerables políticos y funcionarios, frente a esta líder magisterial.
Quienes piensen que “La Maestra” es un cadáver político, están muy equivocados. Ella vuelve y viene con fuerza. Para empezar, María Sanjuana Cerda Franco, ex integrante del Colegiado de Administración y Finanzas del SNTE y su principal asesora en materia financiera, ha justificado los desvíos en el sindicato en beneficio de su lideresa, porque dice que el Sindicato autorizó cada peso: “No existe ninguna (disposición estatutaria) que lo impida y por lo tanto está permitido como una práctica para hacer pagos”, dijo ante el Juez.
Por lo visto, el magisterio sindical oficialista se prepara para recibir la nueva “prisión domiciliaria” y operativa de “La Maestra”. La pregunta es, si ¿Enrique Peña Nieto y los maestros mexicanos están listos?
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Fuente: Sin Embargo