Por Jenaro Villamil
En su cómoda “entrevista” ante los asistentes al foro “Impulsando a México. La Fortaleza de sus Instituciones”, el primer mandatario Enrique Peña Nieto no sólo justificó la decisión de posponer la elección del Fiscal General de la República hasta después de las elecciones presidenciales del 2018 sino que consciente o inconscientemente vinculó el tema de la corrupción con la designación del candidato presidencial del PRI.
Peña Nieto habló sin telepromter y con un claro enojo frente a la salida de Raúl Cervantes Andrade como su tercer y fallido procurador general, y a los señalamientos de corrupción como el socavón del Paso Exprés de Cuernavaca –donde existen tres dictámenes periciales que confirmaron negligencia, omisión y sobrecostos con el aval de la SCT- y, sobre todo, frente a la sucesión presidencial.
Las expresiones de Enrique Peña Nieto ante el foro organizado por el Grupo Financiero Interacciones, demuestra que para el primer mandatario los casos de corrupción son sólo “escándalos mediáticos” y no fenómenos de ilegalidad graves, resultado de un sistema que se retroalimenta y “normaliza” con esta corrupción.
“Hemos tenido ejemplo de socavones. A ver, pasan en todas partes del mundo, uno señalado, pero ha habido varios más y ahora vimos estos sismos y detrás de cada evento quieren encontrar un responsable, un culpable y siempre es la corrupción, cuando no necesariamente asiste el que detrás de algún evento, consecuencia de algo, tenga que ver con la corrupción”, afirmó en tono molesto, frente a una impasible Adela Micha.
“Si casi hay un choque aquí, en la esquina, fue la corrupción; algo pasó en el semáforo, quién compró el semáforo que no funcionaba”, ironizó.
Para Peña Nieto, en México no existe más corrupción que antes, sino que ahora es más evidente porque se exhibe en redes sociales:
“Se vale ser críticos y más para quienes tenemos responsabilidades de gobierno, se aprecia y se valora la crítica, pero también cabe en la sociedad tener un mínimo nivel de autocrítica y saber en dónde están fallando; porque no todo dependerá sólo del gobierno, sino depende de un esfuerzo colectivo, de un esfuerzo de toda una sociedad para combatir la corrupción”.
¿Resulta que ahora es responsabilidad de la “sociedad” y del “esfuerzo colectivo” frenar casos como el de siete exgobernadores priistas que desfalcaron por más de 259 mil millones de pesos el erario? ¿Son una responsabilidad social frenar los casos de Odebrecht, OHL, Grupo Higa y tantos otros donde se ha documentado hasta el cansancio los indicios de tráfico de influencias, como en el caso de la Casa Blanca y la mansión de Malinalco del propio Peña Nieto y de Videgaray?
Por supuesto, estas preguntas no se le hicieron al primer mandatario. El señor Peña Nieto puede desahogarse como quiera, pero como presidente de la República minimizar casos tan graves como el del socavón del Paso Exprés en Cuernavaca o como los presuntos casos de corrupción de inmobiliarias y funcionarios que autorizaron la construcción de edificios que colapsaron y en donde murieron decenas de mexicanos, sólo demuestra que el interés principal es “normalizar” la corrupción e imponerla como método y esencia de la procuración de justicia y de su propia sucesión.
El otro eje de las declaraciones de Peña Nieto fue una explicación rocambolesca y sacrílega sobre el proceso de sucesión presidencial. Según el primer mandatario “los priistas tenemos nuestra propia cultura, nuestra propia liturgia. Hay quienes nos estigmatizan porque somos diferentes, porque no hacemos (elecciones) primarias, porque no hacemos ejercicios que otros partidos políticos eventualmente hacen o que otros partidos políticos de otros países hacen”.
“¿Y qué pasa con la liturgia del PRI?”, cuestionó Micha cuando le preguntó por la designación del candidato presidencial.
“Lo que pasa es que luego nos sincronizamos el partido y el presidente, eso pasa. Luego no se quién le lee la mente a quién, si el partido al presidente o el presidente al partido, pero coincidimos”.
(Por supuesto, cuando no “coinciden” de pronto asesinan a un candidato como Luis Donaldo Colosio, diría una irónica R. de tono monsivaiano).
–¿El presidente no va a decidir quién va a ser el candidato del PRI a la presidencia? –le preguntó con “candor” Micha.
–El presidente tiene siempre, por supuesto, una opinión importante en el priismo y el priismo lo sabe. Los priistas tenemos nuestra propia cultura, nuestra propia liturgia -respondió Peña Nieto.
En el tono de la intervención de Peña Nieto ante el Grupo Interacciones salió una pista clara para quienes le “leen la mente”: la sucesión será definida por la corrupción.
Y en último lugar está la Procuraduría General de la República y toda esta ensalada institucional que se creó con la reforma del 2014 para crear una Fiscalía General y una Fiscalía Anticorrupción que dormirán el sueño de los justos.
Fuente: Homozapping.com.mx