En un gesto simbólico, el presidente Lyndon B. Johnson fue a la Estatua de la Libertad para firmar una ley de inmigración que otorgaba a personas de todos los países del mundo las mismas oportunidades de entrar a Estados Unidos.
Él mismo descartó en aquel entonces que la medida fuese revolucionaria.
“No afecta las vidas de millones de personas. No modificará la estructura de nuestra vida cotidiana, tampoco aumentará de manera importante nuestra riqueza ni nuestra fuerza”, dijo el presidente durante la ceremonia que tuvo lugar el 3 de octubre de 1965.
Sin embargo, subrayó que la nueva normativa migratoria podría “fortalecernos en cientos de maneras no visibles”.
Cincuenta años después, la Ley Hart-Celler promulgada por Johnson ha provocado cambios dramáticos.
El país donde en 1965 casi totalidad de sus habitantes había venido a este mundo dentro de sus fronteras, tiene ahora una considerable población nacida en el exterior; su diversidad demográfica abarca todas las latitudes, y el paradigma racial de blancos y negros se ha ampliado a uno multicolor.
Los estadounidenses han adoptado con alegría los géneros musicales y la gastronomía de los migrantes aunque a nivel político persisten las discrepancias e inquietudes sobre quién está de forma legal o ilegal en el país.
“Celebramos las generaciones de inmigrantes que han forjado este país y que han contribuido al engrandecimiento de Estados Unidos”, declaró el presidente Barack Obama en un comunicado con motivo del aniversario de la ley al tiempo que se pronunció en favor de una reforma migratoria integral y elogió el apoyo bipartidista que hizo posible que Johnson firmara y promulgara la medida.
A continuación, hechos relacionados con la ley Hart-Celler, también conocida como la Ley de Inmigración y Naturalización de 1965:
RESULTADO IMPREVISTO
Ante la exigencia de familias estadounidenses formadas por migrantes europeos deseosos de llevar al país a sus parientes, el Congreso decidió reemplazar el estricto sistema de cuotas migratorias por país por un proceso que repartía las visas equitativamente entre todas las naciones y en el que se dio preferencia a los inmigrantes con habilidades y educación avanzadas o con vínculos familiares con ciudadanos estadounidenses.
Algunos en el Congreso pensaron que en la práctica nada cambiaría. En aquel entonces, muchos consideraron que los migrantes europeos serían los principales beneficiados.
“Según los patrones históricos, las olas de inmigración habían procedido siempre de Europa”, dijo Erika Lee, profesora de historia de la inmigración en la Universidad de Minnesota. “Pensaron que se basaría en esos patrones”.
Sin embargo, a Estados Unidos habían llegado también migrantes de Asia y América Latina. Estos aprovecharon también el beneficio de la preferencia familiar para traer a sus padres, hijos y hermanos.
Según un informe del Centro de Investigación Pew, 59 millones de personas llegaron a Estados Unidos desde 1965 y, de esos, más de la mitad eran de América Latina y una cuarta parte, de Asia.
ABRIENDO UNA PUERTA CERRADA
La inmigración a Estados Unidos estuvo estrictamente controlada a partir de finales del siglo XIX; estaba rotundamente prohibida para personas de ciertas regiones, como Asia.
Desde 1924, una ley de inmigración limitaba el número de inmigrantes procedentes de un país al 2% de la población de esa nación que ya vivía en Estados Unidos en 1890.
Las restricciones se flexibilizaron algo más allá de mediados del siglo XX, pero ingresar al país desde una nación no favorecida continuaba siendo muy difícil.
Como resultado, el Estados Unidos de mediados del siglo XX era atípico comparado tanto con los orígenes del país como con la situación actual, dijo Jeffrey Passel, director de demografía en el Centro de Investigación Pew.
En 1965, sólo el 5% de los habitantes de Estados Unidos habían nacido en el extranjero. Passel contrastó esa cifra con el periodo de 1860 a 1920, cuando alcanzaba entre 13 y 15%, y con el 14% actual.
“Hoy (el país) es más normal que en 1970 respecto de la presencia de inmigrantes en la población”, agregó.
Estados Unidos pasó de una población 84% blanca, 11% negra, 4% hispana y 1% asiática en 1965, a una actual de 62% blanca, 11% negra, 18% hispana y 6% asiática, según el informe del centro Pew. Para 2055 ningún grupo será mayoritario, según proyecciones.
ALGUNOS CARECIAN DE DOCUMENTACION
La ley también propició el problema actual de los migrantes que viven en el país sin documentación legal, dijo Alan Kraut, profesor de historia en la Universidad Americana.
Antes de 1965, los países del hemisferio occidental no tenían cuotas, por lo que ciudadanos de México y América Central entraban y salían con bastante regularidad. Cuando fue decretada la ley, a México y los países centroamericanos también se les asignaron cuotas, que eran insuficientes ante la enorme demanda.
La ley fue promulgada un año después de que Estados Unidos terminase formalmente su programa de braceros, que había permitido la llegada de trabajadores temporales procedentes de México durante más de 20 años.
“Ambas leyes cerraron la puerta a una generación de migración transfronteriza”, dijo Lee.
El sistema de cuotas iguales ha causado una enorme acumulación de solicitudes de países como India, donde la demanda es mucho más alta que en otras naciones menos pobladas.
ESTADOS UNIDOS, UN PAÍS EN CAMBIO
La cultura dominante de Estados Unidos se ha visto considerablemente afectada por los migrantes y sus culturas, dijo Jeff Melnick, profesor de estudios estadounidenses en la Universidad de Massachusetts-Boston.
“Hay que ir bastante lejos para encontrar un aspecto de la vida estadounidense que no haya sido alterado por las realidades de la ley del 65”, agregó.
Puso como ejemplo el hip-hop, cuyas raíces se remontan a los cantos sobre ritmos traídos por los inmigrantes jamaicanos y de otros lugares del Caribe a la ciudad de Nueva York.
Jim Bittner, presidente y gerente general de Bittner-Singer Orchards, al norte de Buffalo, Nueva York, señaló que hace décadas, los temporeros del campo eran principalmente negros del sur que se iban a la conclusión del trabajo. En algún momento en la década de 1980, esto comenzó a cambiar y la mano de obra del sector pasó a estar formada cada vez más por migrantes, en especial hispanos.
Pero no ha sido un proceso fácil. La funcionalidad del conjunto de personas que viven en Estados Unidos abarca todas las esferas, desde conversaciones sobre la representación en los medios y el sector del entretenimiento hasta acalorados debates políticos sobre muros y deportaciones.
“Por una parte, la cultura dominante de Estados Unidos más o menos toma aspectos de las demás y dice ‘esto es delicioso’ o ‘esto está en la onda’ o ‘vaya, es atractivo’, mientras también dice ‘Dios, que esa gente no nos quite los trabajos”’, dijo Melnick.
Fuente: AP