Por Luis Javier Valero Flores
Queda, también, la investigación periodística que, por la naturaleza de los hechos que se comentan hoy, accederemos a ella en los días y semanas posteriores.
Más aún, sabedores de las difíciles condiciones en que recibieron la administración estatal, era justificado otorgarles a las nuevas autoridades estatales una especie de período de gracia, pero la gobernabilidad de una entidad como Chihuahua no espera, menos en el incubamiento de lo que parece ser el inicio –o agravamiento– de una severa crisis de seguridad pública.
Y justamente cuando eso ocurre, a raíz de los distintos enfrentamientos entre grupos del crimen organizado en la región de Cuauhtémoc y otros municipios aledaños, con el más severo de ellos, ocurrido el domingo anterior en las cercanías de Rubio, con la participación de centenas de sicarios y una duración de más de tres horas, las explicaciones del fiscal general del Estado, César Augusto Peniche, causan más terror.
No sólo eso, la imagen en la que nos lo muestran, tomando fotos de uno de los vehículos –casi 24 horas después de los hechos–, con guantes especiales para “no contaminar las escenas del crimen” es la viva evidencia de la notoria incapacidad para afrontar la crisis de inseguridad existente en la entidad.
¿Estamos tan mal que el fiscal duda de la capacidad de los peritos de su oficina, como para que sea el encargado de la seguridad en la entidad quien realice esa tarea, destinada a quienes poseen una muy elevada especialidad? Y si queríamos respuestas a la interrogante del porqué el enfrentamiento duró tanto, sin la presencia de policías estatales, federales o militares, implícitamente Peniche nos develó su estrategia al expresar que: “Así como le pasó a ‘El Cabo’, también está ‘El 80’ y hay otros más delincuentes en diferentes partes del estado y a todos les tendrá que llegar suresultado,esdecir,iránla cárceloacabaránvíctimasde sus propias traiciones”. (Nota del Staff de El Diario, 22/03/17).
Y si usted se sorprendió de esa declaración, en la que le deja a la dinámica de los grupos criminales la “resolución” de la incidencia delictiva, Peniche aseveró que esos grupos y esos jefes “aprovecharon el domingo y horario en la tarde, cuando había poca presencia de la autoridad estatal para dirimir sus diferencias… es una estrategia que ellos utilizaron buscando el día preciso que pudiera suponer que habría el menor número de elementos estatales, pues era día de asueto y por el festivo del lunes…”. (Ibídem).
Ya nos imaginamos a los jefes criminales poniéndose de acuerdo:
-Oye, Cabo ¿Qué tal si, ahora que los policías se van de puente, aprovechamos para echarnos unos tiritos ahí afuera de Rubio?
-Po’s ya estás, 80, ¿qué te parece como a las 5, ya pardeando la tarde?
-Ya está, ahí nos vemos.
Interrogado acerca de la ausencia de las fuerzas federales, a pesar de que en Cuauhtémoc –a escasas decenas de kilómetros– se encuentra una guarnición militar, sólo atinó a responder que “ya tuvo comunicación con la federación” y que diseñarían “esquemas de coordinación más efectivas…”. (Nota de la redacción, El Diario de Chihuahua, 22/03/17).
¡Increíble! Luego diría que la mayor parte de los homicidios “son del orden federal y ojalá el estado de fuerza federal también se incremente”. (Ibídem).
Y como si el problema fueran, solamente, las policías municipales, achacó a la corrupción de éstas la principal causa de lo que ahora estamos viviendo. Resulta que, de acuerdo con el alcalde de Cuauhtémoc, Humberto Pérez Holguín, esos agentes “fueron aprobados por la propia Fiscalía para desempeñarse como agentes municipales, según los exámenes de confianza en donde, de manera oficial, Cuauhtémoc resultó uno de los mejores municipios derivado de esta evaluación”.
¿Y entonces? Imposible precisar la causa del crecimiento de la inseguridad, pero quienes están a cargo, lo que menos le otorgan a la sociedad chihuahuense es seguridad.
Y a eso están obligados.