En seis estados mexicanos hay al menos 900 pozos de gas natural o petróleo de esquisto perforados mediante la técnica de la fractura hidráulica, a la que se oponen diversas organizaciones y comunidades.
La exploración y explotación de hidrocarburos en México estuvo en manos de la paraestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) durante todo el siglo XX. El 18 de marzo del 2013, al conmemorar el 75.º aniversario de la expropiación petrolera que derivó en la creación de la empresa, el presidente Enrique Peña Nieto dijo ante gobernadores de diversas entidades del país, sindicalistas y trabajadores que México podría convertirse en un país deficitario en energía para el 2020.
Peña Nieto trazó entonces tres objetivos para el país: incrementar la productividad y producción del sector, aumentar sus recursos y fomentar el tránsito a fuentes de energía limpia para transformar a Pemex en una “empresa de clase mundial”.
La opacidad con respecto a la infraestructura petrolera se extiende por diversos temas, entre otros: la ubicación geográfica de pozos y ductos, las especificaciones técnicas mínimas de cada pozo, la delimitación de los campos de hidrocarburos
CartoCrítica
Para el presidente, la Reforma Energética permitiría a México “contar con la tecnología y la inversión necesarias para extraer y aprovechar los vastos recursos energéticos del país”. Entonces evitó mencionar el uso de la fractura hidráulica en México, y hasta hoy no lo ha hecho.
El ‘fracking’ se ensaya en México desde el 2003, pero solo en julio del 2014 el Congreso ratificó el uso de esta técnica para extraer gas. Hoy, las corporaciones BJ Services, Halliburton, Sowell Schlumberger y Baker Hughes operan ya en Coahuila y Nuevo León, estados fronterizos con el vecino del norte; y en Tamaulipas, Veracruz, Puebla y Tabasco, estados que abarcan casi toda la geografía del golfo que México comparte con Estados Unidos, donde organizaciones ecologistas advirtieron desde enero del 2015 que las operaciones en el Golfo se realizan en pleno litoral a espaldas de las poblaciones costeras.
“La Reforma Energética divide a México como un pastel” cuenta aRT Alejandra Paras, de Nuevo León, quien pertenece a la Alianza Mexicana Contra el Fracking, un conjunto de 44 organizaciones y colectivos en 12 estados conformada en agosto del 2013.
“El discurso dominante de los promotores hablaba de que México tenía un gas que no iba a explotar Pemex y se necesitaba inversión”, explica Claudia Campero, otra miembro de la Alianza Mexicana Contra el Fracking.
Según un reportaje publicado por el diario español ‘El País‘ en mayo de 2015, titulado ‘¿Cuánto crudo de ‘fracking’ hay fuera de EE UU?’, se lee que los cuatro países con mayores reservas de petróleo extraíble mediante esta técnica son Irán, México, Rusia y China. De sus pozos podrían obtenerse, respectivamente, 40.000, 14.000, 12.000 y 6.000 millones de barriles de crudo. El texto destacó que en México estaban los descubrimientos más interesantes para Estados Unidos a raíz de la reforma.
Hoy, la geografía del ‘fracking’ en México es amplia. De acuerdo con un mapa de CartoCrítica, una iniciativa civil que busca promover la transparencia y el acceso a la información pública, hay 47 pozos en Coahuila, 182 en Nuevo León, 233 en Puebla, 13 en Tabasco, 100 en Tamaulipas y 349 en Veracruz.
Sin embargo, el sitio encontró también que en un documento denominado Proyecto Aceite Terciario del Golfo, fechado en abril de 2010, se menciona específicamente que 1.323 pozos han sido fracturados, una cifra significativamente superior a la suma de las anteriores.
EE.UU. considera a México como su reserva energética
Ramón García, del Centro de Derechos Humanos Bety Cariño
“La opacidad con respecto a la infraestructura petrolera se extiende por diversos temas, entre otros: la ubicación geográfica de pozos y ductos, las especificaciones técnicas mínimas de cada pozo, la delimitación de los campos de hidrocarburos”, denuncia CartoCrítica.
En Veracruz ya no existe la noche
Ramón García, del Centro de Derechos Humanos Bety Cariño, revela a RT que el estado costero de Veracruz es el que más pozos tiene: 349. En la región del Tatahuicapan, las comunidades náhuatl y popoluca han detenido la entrada del ‘fracking’, pero en el norte del estado, en la región de Papantla, los pueblos totonacos ven afectado su medio ambiente por el ‘fracking’ desde hace 10 años.
“En esos pueblos ya casi no existe la noche”, cuenta García en referencia a las flamas que provoca la extracción de petróleo, y que ahora podría realizarse mediante ‘fracking’.
“Ahora, con el ‘fracking’, el uso de agua es mayor a la extracción convencional, pero las afectaciones son las mismas: filtraciones de pozos, derrames, fugas, fumarolas”.
García denuncia que en los municipios de Coatzacoalcos y Minatitlán hay graves afectaciones por la industria petroquímica y contaminación sobre el río Coatzacoalcos y mantos acuíferos en la región.
“EE.UU. considera a México como su reserva energética. Por ello la imposición de este sistema de explotación en las comunidades”, acusa.
Por este motivo diversas comunidades de Veracruz levantan actas donde declaran a sus pueblos libres de empresas extractivas y firman compromisos para no dejarlas entrar.
La apuesta es a la organización comunitaria, pueblos informados, organizados… eso hará frente a estas industrias y detendrá la contaminación
Ramón García, del Centro de Derechos Humanos Bety Cariño
El agua queda inservible
Alejandra Paras asocia el aumento de sismos en Nuevo León con las primeras exploraciones para la extracción de hidrocarburos con ‘fracking’. Explica que un polémico proyecto de acarreo de agua denominado Monterrey VI podría estar relacionado con el uso masivo de líquido que requiere el ‘fracking’, ya que el ducto pasa precisamente por las licitaciones para pozos.
De acuerdo con el sitio Cartocríticas, el ‘fracking’ requiere el uso de 9 a 29 millones de litros de agua dulce por pozo mezclada con arena y 750 productos químicos, de los cuales 26% son cancerígenos.
“Ahora nuestra prioridad es que Nuevo León se entere de dónde será el ‘fracking’. Hay concesiones a un kilómetro del aeropuerto”, cuenta.
En el estado vecino de San Luis Potosí, recalca, hay 20 municipios conformados por 388 comunidades indígenas tenek, náhuatl y pame que se encuentran en concesiones de ‘fracking’. De San Luis Potosí parte el río Pánuco. De ahí saldría el agua para el proyecto Monterrey VI.
“El agua para fracturar queda inservible. No hay un proceso para que se vuelva a integrar. Se debe reinyectar al suelo y ahí se queda”, advierte Paras.
Parar el ‘fracking’
La Alianza Mexicana Contra el Fracking busca la prohibición total de esta práctica en México mediante la incidencia política, la divulgación del problema en los medios y la defensa del territorio desde las propias comunidades.
Los estados norteamericanos de Vermont, Nueva York y Maryland han prohibido el uso de la fractura hidráulica, pero en México es más difícil detener o conseguir una moratoria para esta práctica porque los asuntos energéticos son de ámbito federal. Hoy existe una iniciativa de ley elaborada con apoyo de diputados y senadores de diversos partidos, pero está congelada desde abril del 2015. Además, ya hay una petición en Change para exigir al Congreso la prohibición de la fractura hidráulica.
Los próximos 22 y 23 de julio se celebrará un foro nacional en el famoso pueblo turístico de Jilitla, en el estado de San Luis Potosí, donde ya existen polígonos exploratorios trazados. En el foro personas afectadas de todo el país se reunirán para compartir sus experiencias.
Por eso, Ramón García considera que “la apuesta es a la organización comunitaria, pueblos informados, organizados… eso hará frente a estas industrias y detendrá la contaminación”.
Fuente: RT
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LA REFORMA ENERGÉTICA PERMITE EL USO DE MAQUINARIA PROHIBIDA EN OTRAS NACIONES POR LA POSIBILIDAD DE CREAR SISMOS EN MÉXICO.