Por Martín Moreno
+Evidente, el enfriamiento entre la pareja presidencial +Enrique y Angélica: similares a Jolopo y doña Carmen
Como regla periodística he intentado, siempre, no traspasar la línea de la vida privada de políticos, personalidades o ciudadanos en general. Creo que el círculo familiar debe respetarse porque, en lo estricto, es eso: lo íntimo de cualquier ser humano.
Sin embargo, cuando el poderoso exhibe públicamente sus desavenencias personales, el asunto se convierte, en automático, en público y de interés colectivo, máxime si se trata de un presidente de la República.
Ocurrió – y así lo escribí en su momento-, cuando Marcelo Ebrard metió a la nómina del GDF a su ex esposa Francesca Ramos Morgan al nombrarla secretaria de Asuntos Internacionales. Es decir: los capitalinos pagábamos la pensión post- divorcio de la ex de Marcelo. Allí, un asunto privado mutó en lo público.
O bien cuando la salud de Vicente Fox estaba en entredicho, al trascender que tomaba el antidepresivo Prozac. ¿Cómo tomaba las decisiones de gobierno un hombre, se presumía, con depresión? ¿Gobernaba él o su pareja presidencial, Martha Sahagún?
Y recién se ha debatido también, en algunos espacios, sobre la salud de Enrique Peña Nieto: dos operaciones en tres años en un hombre que aún no llega a los 50, es indicativo de la fragilidad en su cuerpo. Y Peña es el presidente de México.
Hoy, el escándalo en torno a la parejita Peña Nieto – Angélica Rivera, alias “La Gaviota”, vuelve a presentarse.
Un video de la prestigiada cadena CNN muestra – con imágenes de Cepropie, la televisora oficial de Los Pinos-, cómo durante la reciente visita de los Reyes de España, Peña Nieto le ofrece la mano a su esposa para cederle el paso. ¿Qué ocurrió en instantes?
La Gaviota lo mira con desdén.
La Gaviota lo taladra con una mirada cargada de rencor.
La Gaviota lo barre de arriba a abajo.
La Gaviota lo desprecia y sigue su camino.
La Gaviota lo ignora.
Peña Nieto da media vuelta con el rostro desencajado, descompuesto por la ira. Es evidente.
Ese es el presidente de México: despreciado a la vista de todos por su propia esposa, una actriz surgida de las filas de Televisa que está interpretando su papel más importante (y redituable) en su historia histriónica: el de ser Primera Dama de México.
Y como en las telenovelas, su contrato tiene fecha de caducidad: 30 de noviembre de 2018.
Ese día se apagarán las luces del foro de La Gaviota en Los Pinos.
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El matrimonio Peña Nieto – Angélica Rivera es cada vez más parecido al tormentoso entre José López Portillo y Carmen Romano.
En Los Pinos, todo mundo sabía, durante el sexenio lopezportillista, que el Presidente y su esposa no dormían en la misma cama y estaban separados como pareja. De hecho, se decía que desde que fue ungido como candidato presidencial, Jolopo fue obligado a regresar con doña Carmen por cuestiones de imagen personal.
Públicos eran los deslices personales del Presidente. Sus amoríos. Sus infidelidades.
¿Cómo terminó el sexenio de López Portillo?
En el desastre financiero. En la ruina de un país. En el dispendio petrolero. En la pesadilla para México.
Hoy por hoy, la historia parece repetirse entre Peña Nieto y Angélica Rivera.
Ha trascendido, públicamente ya, el enfriamiento entre la pareja presidencial.
Ha trascendido que a Peña Nieto y a su primer equipo les enfadan las apariciones en portada en la revista española ¡Hola!, que una semana sí y otra también hacen La Gaviota y sus hijas.
La Gaviota y su obsesión con la riqueza desmedida, con los lujos inmensos, con las excentricidades, con los desplantes públicos a su esposo. Angélica Rivera es la Carmen Romano de nuestros días.
Muchas historias turbias corren en torno a Peña Nieto y a La Gaviota. Pronto, seguramente, serán expuestas.
Por lo pronto, allí queda el desprecio público, ante los Reyes de España, de La Gaviota a su esposo: el presidente de México. Es fiel reflejo del tipo de gobernante que es Peña Nieto: un hombre que carece de respeto hasta de su propia esposa.
Así, ¿qué puede esperar un país de un político despreciado en público por su mujer?
El mismo camino de los Peña, es similar al de los López Portillo.
Esperemos que México no acabe igual 36 años después: en el desastre financiero.
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Precisamente una portada de La Gaviota en ¡Hola! dio pie al estupendo reportaje de Carmen Aristegui y su equipo para exhibir, públicamente, la adquisición de la faraónica Casa Blanca de 7 millones de dólares.
La Gaviota prometió, durante esas horas de escándalo, poner a la venta su mansión. Nada ha pasado.
“La Casa Blanca de la familia presidencial permanece en la opacidad. A cinco meses de que se iniciara la investigación por supuesto conflicto de interés, no hay información al respecto ni la ex actriz Angélica Rivera ha puesto en venta el inmueble, como se comprometió, en cadena nacional, en noviembre pasado”. (Proceso. 4/Julio/2015, con base en lo publicado en Reforma el sábado pasado).
Es decir: la simulación, uno de los sellos del gobierno de Peña Nieto, rodea a la Casa Blanca de la familia presidencial.
Y esa simulación sobre el brutal e insultante enriquecimiento de los Peña-Rivera, es lo que tiene indignados a los mexicanos.
Por esa simulación, pocos le creen a Peña Nieto.
Por esa simulación, pocos respetan a La Gaviota.
Y por esa simulación, México es catalogado como un país gobernado por corruptos.
Nada menos.
Twitter: @_martinmoreno
Fuente: Sin Embargo
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