Por Álvaro Delgado
En una situación de desastre o ante una pandemia, el periodista está para dar un servicio y hacer ejercicio de solidaridad
“El periodista, en una catástrofe, está para auxiliar con su información a la población. Es el más apremiante criterio ético del momento”, enseña el periodista colombiano Javier Darío Restrepo, referente del periodismo ético en Iberoamérica. “En una catástrofe, más que en otras situaciones, la información llega a ser un recurso indispensable, como el agua o los alimentos”.
Fallecido hace apenas seis meses, el 6 de octubre, autor de más de 20 libros, entre ellos varios sobre los deberes éticos de los periodistas y medios de comunicación, Restrepo escribió Ética sobre la información de desastres, un ensayo especialmente útil para los periodistas de México ante la pandemia del coronavirus.
“Los deberes éticos aparecen, inquietantes y cuestionadores, cuando menos se los espera, especialmente cuando las noticias tienen que ver con la vida o la muerte de las personas en las grandes catástrofes”, escribió Restrepo, para quien el mejor servicio que hace un periodista a la sociedad es informar con rigor, al margen del apresuramiento y la ligereza.
“Las inexactitudes y sus consecuencias hacen parte del potencial de estas informaciones que deben manejarse con el mismo cuidado con que se manipula un explosivo”, dice. “Igualmente dañinos pueden ser los silencios que con frecuencia quieren imponer las autoridades ‘para no alarmar’. O resultan imponiendo silencios con el argumento, que sólo ellos creen, de que hay informaciones que la población no debe conocer para su bien”.
¿Qué deben hacer los periodistas? Restrepo responde: “Entre los dos extremos, la palabra que oculta y que estimula la pasividad y la que alarma y produce miedo o pánico, el periodista —consciente de su poder y de su deber— busca el justo medio, de modo que no sólo abre los ojos de la audiencia a la realidad catastrófica, sino que estimula la esperanza al mostrar y demostrar que hay posibilidades”.
En una situación de desastre o ante una pandemia, el periodista está para prestar un servicio y para hacer un ejercicio de solidaridad: “Si ese no es su objetivo, y su presencia y trabajo se han vuelto parte de un negocio, o de un proceso de creación de imagen, la motivación para estar allí se reduce a los términos elementales de obtener circulación o sintonía y de hacer negocio con el sufrimiento ajeno”.
Pero cuando la información puede salvar vidas, la credibilidad del periodista es asunto de vida o muerte, afirma Restrepo: “No basta estar allí ni disponer de todos los elementos técnicos para investigar y difundir la información; el periodista debe ser alguien a quien se le cree y en quien las audiencias confían. El charlatán profesional del entretenimiento y de la información ligera poco o nada tiene que hacer en una catástrofe”.
Finaliza: “Esa indispensable credibilidad se mantiene, sobre todo, con una información sólida. Y, por el contrario, la debilitan los rumores y las noticias sin fundamento, que se vuelven contra el periodista y su medio, cuando queda al descubierto su falsedad”.
Fuente: El Heraldo de México