La democracia de Estados Unidos, en manos de 158 familias

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Casi la mitad de las donaciones a los candidatos para las próximas elecciones proviene del 0,00014% de los estadounidenses. El 87% donó al Partido Republicano, sólo el 13% al Demócrata

No es la democracia del 1%. Es la democracia del 0,00014%. Estados Unidos tiene 117 millones de familias según el Censo que elabora la Administración de ese país. Pero 158 de esas familias -el 0,00014%- han aportado el 45,3% de todas las donaciones recibidas por los candidatos a las elecciones de ese país que se celebran el 8 de noviembre de 2016. El otro 54,7% queda para los otros 117 millones.

Ése es el resultado de un análisis llevado a cabo por el diario ‘The New York Times’de los datos de la Comisión Federal Electoral y la Hacienda de EEUU, y que abarca desde el 1 de enero hasta el 30 de junio pasados. A lo largo de ese periodo, los estadounidenses donaron 388 millones de dólares (264 millones de euros) a los candidatos a la Casa Blanca. De esa cantidad, 176 millones de dólares de dólares (154 millones de euros) procedieron de 158 familias.

La orientación política de ese grupo es muy clara: 138 familias -nada menos que el 87% del total- donaron al Partido Republicano, y sólo 20 -el 13%- al demócrata. Es algo que ya detectó la agencia de noticias Bloomberg el 15 de septiembre, cuando, en un análisis similar, comprobó que “incluso en enclaves tradicionalmente demócratas, la mayor parte de las grandes donaciones están fluyendo a candidatos republicanos”. En su noticia, Bloomberg -propiedad del ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, cuya fortuna es de 34.100 millones de euros y que en 2012 ya se planteó presentarse a la Presidencia pagándose su propia campaña- destacaba que los donantes de Hillary Clinton “no han firmado cheques por más de un millón de dólares”.

De modo que, cuando el candidato de la izquierda demócrata Bernie Sanders dijo que “el Congreso no regula a Wall Street; Wall Streeet regula al Congreso”, estaba declarando lo que es obvio. Pero el debate lo ganó Hillary Clinton, que es, ademas, la candidata de ese partido con apoyos más sólidos entre el mundo del dinero.

Lo mismo pasa con las donaciones. Algunas proceden de sectores bien conocidos, como el financiero, el del petróleo o el de la sanidad. Pero también hay un grupo considerable de la industria del entretenimiento y de la de las nuevas tecnologías. Ésas son dos industrias en las que se concentran los apoyos de los demócratas, y es que Google tiene más poder poder en la Casa Blanca de Obama que Goldman Sachs en la de George W. Bush. Algunos de los mayores donantes proceden de sectores difícilmente imaginables, como el azucarero, los cítricos o lacarne de pollo. Claro que, si se miran algunos de los mayores conflictos comerciales de EEUU con el resto del mundo, destacan los que se han producido por las importaciones de naranjas y azúcar, y por las exportaciones de carne de pollo.

Así pues, EEUU ha conseguido llegar en el siglo XXI al ideal de la democracia ateniense. Ideal en el sentido estricto. En Atenas, el 80% de la población no votaba, ya que eran mujeres, esclavos o varones libres que no pertenecían a la oligarquía de 10 tribus que controlaban la política de la ciudad-estado.

El peso de estas familias en la política estadounidense se debe a una decisión del Supremo de ese país, que en 2010 aprobó -con los votos a favor de los cinco jueces nombrados por los republicanos y el rechazo de los cuatro puestos por los demócratas- que las organizaciones sin ánimo de lucro pueden gastar fondos ilimitados, recibir donaciones sin límite, y no informar de quiénes les han dado esos fondos en campañas políticas. En otras palabras: que siempre que no apoyen a un candidato explícitamente -pero sí a la agenda de un candidato- esas organizaciones no tendrán ningún límite en su actividad, al contrario que las campañas oficiales.

Esa decisión dio lugar a los Supercomités de Acción Política (Super PACs, según sus siglas en inglés), que reciben y gastan dinero a chorros, y a los que van la mayor parte de los donativos de las grandes familias. Como ha explicado a EL MUNDO el máximo responsable de una empresa que trabaja en campañas desde hace varios años, que ha preferido no dar su nombre, “si en 2016 decidimos participar en alguna carrera presidencial, será posiblemente trabajando para algún PAC. Hay mucho más dinero y la regulación es mucho menor”.

Ahora bien, el dinero no garantiza la victoria electoral. Según el Centro para la Integridad Pública-una organización que analiza el impacto del dinero en la politica de EEUU- cada voto a Mitt Romney en las elecciones de 2012 salió por siete dólares y medio. Obama, sin embargo, con sólo un dolar y medio por votante, salió elegido. Con semejantes decisiones de inversión, cabe peguntarse si la elite económica estadounidense sabe lo que hace con su dinero cuando invierte en un candidato.

Claro que muchos multimillonarios tienen mecanismos que van más allá de las donaciones para influir en los resultados electorales. Ése es el caso de David Siegel -propiteario de la empresa de apartamentos en multipropiedad Westgate, la mayor del mundo- y su esposa Jackie, que aparecen en la lista de ‘The New York Times’. En el premiado documental ‘The Queen of Versailles’ (‘La reina de Versalles’), sobre esta familia, David Siegel explica su estrategia en las elecciones de 2000, en las que George W. Bush se impuso al democrata Al Gore gracias a, precisamente, el Estado donde estos millonarios tienen su base de operaciones: Florida.

Mirando tranquilamente a la cámara, Siegel explica: “Hice que los supervisores llevaran a cabo un sondeo de toda la plantilla. Si iban por Bush, les hacíamos registrarse para votar; si iban por Gore, no. El día de las elecciones nos aseguramos de que todos los que apoyaban a Bush votaran”.

Fuente: El Mundo

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