Por Francisco Javier Pizarro Chávez
La condición de vida de los seres humanos es diversa y compleja. El sistema orgánico de la especie humana es integral, no desigual entre de mujeres y hombres.
Desde los orígenes de la especie humana, predomino el “matriarcado” atribuido en la prehistoria de pueblos primitivos. A partir de entonces del matriarcado se desarrolló el régimen de la “comuna primitiva”, integrada con las madres y los niños, no el padre. La causa esencial del matriarcado residía en que la mujer tenía en sus manos toda la economía de la “gens”. El trabajo era más productivo en la agricultura, lo que la economía domestica desempeñaba un papel importante.
Con la aparición y desarrollo de la cría de ganado, la mujer dejó de ser la “superintendente” de la casa. El hombre se convierte en la fuerza principal de la producción de sus pueblos; la mujer se convierte en la servidora de su “marido” (valga la redundancia).
Federico Engels, lo dejó en claro: “el derrocamiento del derecho materno fue (ojo) la derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuño también las riendas de la casa; la mujer se vio degradar, convertida en la sirvienta, la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción” (F Engels: “El origen de la familia…”).
A partir de entonces, el “patriarcado” se consolidó. La sociedad patriarcal a partir de entonces, considera que la mujer carece de relevancia y de valía en comparación con el hombre, que son los que deben “ocupar predominantemente los puestos de mayor poder en las empresas o negocios, en la política, en el gobierno y, por supuesto, también dentro de la casa”.
Rousseau consideró que la mujer “había perdido el estado de la naturaleza y se había convertido en un ser falso, mundano y artificial, cuya regeneración le obliga a aprender vivir según su origen”. En cambio, Simone de Beauvoir, dijo que “no se nace mujer, se llega a serlo”, esto es, que “las diferencias biológicas existentes entre hombres y mujeres no nos dotan de contenido masculino y femenino”. Esto es un artificio, una construcción que aprendemos e incorporamos.
Las feministas radicales, desafortunadamente, han desdeñado o tratado muy a la ligera, la “equidad de género” que en cada etapa de la humanidad se han logrado avances significativos y congruentes, siglos tras siglos.
La “violencia de género” contra las mujeres no se circunscribe únicamente a los conflictos que se generan en las relaciones “machistas y feministas” sino, sobre todo, de las relaciones sociales que el neoliberalismo ha estructurado desde sus inicios, las cuales hay que ponerles freno
La violencia de género se incrementó exponencialmente, con la “guerra contra el Narcotráfico” y “violencia familiar “decretada por Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, y su secretario de Seguridad Federal, Genaro García Luna, el cual negocio al narcotráfico la “trata” de personas, “órganos biológicos”, “consumo de drogas”, “depravación sexual” de las mujeres y el “Bullying” de los niños y niñas en las escuelas.
Las cifras no mienten. Entre 1993 y 2012, “Las muertas de Juárez” generó una oleada de asesinatos y desapariciones en Cd. Juárez de 700 trabajadoras de las maquiladoras y, a la par, jóvenes de 15 a 25 años de edad del narcotráfico.
Entre el año 2000 y 2015, se registró un total de 256 mil 347 homicidios, de los cuales 28 mil 710, fueron asesinatos de mujeres y niñas; 16 mil 104 de ellas eran jóvenes y de edad media (de 15 a 39 años) y 2 mil 643 niñas y adolescentes de 0 a 14 años).
La mayoría de las mujeres asesinadas (6 mil 945) eran casadas; 4 mil 486 vivían en unión libre; 9 mil 695 eran solteras; 7.1% eran viudas y 4 de cada 10 eran divorciadas o separadas.
El 36 % de los feminicidios referidos se cometieron en la vía pública; 34 % en viviendas y 16 % en diversos lugares como escuelas, oficinas y áreas industriales de las maquiladoras.
Julia Montarrez, extraordinaria feminista, reveló que fue un “crimen de estado” del PAN y el PRI en la frontera de Ciudad Juárez, cuyos gobiernos protegieron actos de violencia que se generaron desde el “maltrato emocional psicológico”, violaciones y prostitución, acuso sexual, abuso infantil, infanticidios de niñas, mutilaciones genitales, violencia doméstica.
A partir de ello, la antropóloga feminista Marcela Lagarde, fue la que calificó los homicidios de las mujeres como “feminicidio” en México. Tras un largo proceso legislativo, se decretó el 2012, la “Ley General de Acceso a las Mujeres a una vida Libre de Violencia” que ella promovió el 1 de febrero de 2007 en torno a “las muertas de Juárez”.
Infortunadamente, ni la ley ni la norma jurídica penal referida, dieron resultados positivos y tangibles. Reitero, “La violencia de género” tiene que ser desintegrada si se consolida “la equidad de género” de la especie humana.
Veremos y diremos si la 4ta Transformación consolida el humanismo y no el irracionalismo.