Por Francisco Javier Pizarro
La concepción del mundo no es un saber, sino un conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia.
En la reflexión en Voz Alta de la semana pasada, compartí la crisis que se ha generado entre el ser y la conciencia social, a partir de la cual un número significativo de lectores, me solicitaron que definiera el lugar que la filosofía y la ciencia ocupan dentro de la conciencia social, lo que con todo gusto les comparto.
De entrada, abordo cuatro parámetros básicos de la consciencia social: El nivel teórico y el nivel empírico; la consciencia social cognoscitiva y la valorativa, que trataré de explayar de manera más profunda.
Es necesario en principio, dejar en claro que la concepción del mundo no es un saber, sino un conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia.
Por ello, es fundamental describir las diferencias que existen entre el “cuadro del mundo” (ciencia) y “concepción del mundo” (filosofía).
Para comprender lo que es el cuadro del mundo, debemos recordar que el ser humano en su actividad práctica y teórica, posee en cada etapa de su desarrollo, una suma de conocimientos sobre la naturaleza, la sociedad y sobre sí mismo.
Evidentemente, el objeto de estudio de la filosofía (concepción del mundo) y su correlación con las ciencias particulares específicas (cuadro del mundo), ha variado históricamente. A “Grosso Modo” les enumero tres etapas fundamentales:
En la primera etapa, correspondiente a la edad antigua, el conocimiento es indiviso y embrionario. El ser humano no era capaz todavía de penetrar en el conocimiento particular de la naturaleza. En aquel entonces el conocimiento sólo alcanzaba a captar el carácter general del cuadro universal de los fenómenos en conexión y su desarrollo.
Esa prolongada fase se mantuvo hasta el período Alejandrino, en el cual se empezaron a dar los primeros signos de diferenciación de ¿Qué es el Universo? ¿Cuál es la esencia del ser humano y que relación guarda con el mundo que le rodea?
A partir de entonces, empiezan a separarse un grupo de ciencias exactas interrelacionadas, como la Astronomía, la Mecánica y las Matemáticas, la Física, así como la Química en su forma filosófica-naturalista de la Alquimia, aunque su separación definitiva se dio hasta el final de la edad media.
La cuestión esencial a comprender en relación al tema que nos ocupa (el lugar de la filosofía en el sistema de las ciencias) es que, en ese período, el saber era un conocimiento no diferenciado. Los embriones de las ciencias naturales (naturalismo) se hallaban en una relación de subordinación respecto a la filosofía, razón por la cual, el naturalismo fue la primera forma histórica del pensamiento filosófico. (concepción del mundo).
La segunda etapa en el desarrollo del conocimiento humano, se caracteriza por el proceso de diferenciación de las ciencias, expresado claramente por su desprendimiento de las concepciones filosóficas anteriores: mitología, naturalismo, idealismo.
La tercera etapa que inicia el en periodo del renacimiento y dura hasta nuestros días, se caracteriza por el surgimiento de nuevas ramas del saber científico tanto en las ciencias naturales como sociales. Este proceso de diferenciación del conocimiento coincide históricamente con el transito del régimen feudal al sistema capitalista.
A partir de entonces el cuadro del mundo del capitalismo, se forja con la tecnología de los instrumentos de producción, que fueron un factor de suma importancia en el desarrollo del conocimiento científico. Las necesidades de la producción y la técnica significaron en pocos años un estímulo mucho más grande para el desarrollo de la ciencia que el que habían representado durante siglos las especulaciones escolásticas del medioevo.
El régimen político, clase social, e incluso la nacionalidad a la cual pertenece el capitalismo, se asumieron como plataforma para apropiarse de los logros materiales y espirituales: históricos y contemporáneos de su país, que la economía globalizada del neoliberalismo pretende reactivar frente a la crisis en que está inmersa ahora.
En síntesis. El cuadro del mundo es, ante todo, una suma de conocimiento proporcionados a la especie humana y a la sociedad por la conciencia social y sus distintas formas en una época dada.
En la concepción del mundo, por lo contrario, se expresa la vinculación de la conciencia individual y la conciencia social. Por ello es habitual que el conjunto de ideas, nociones y representaciones sobre el mundo que tenemos, adquieren un carácter heterogéneo e insuficientemente sistematizado.
Hechas estas aclaraciones, se puede definir a la concepción del mundo “como el sistema de ideas generalizadas sobre el mundo en su conjunto; sobre los procesos naturales y sociales que en él se producen y sobre la actitud del ser humano ante la realidad circundante”.
La concepción del mundo es un reflejo integral e inteligible a la realidad, pero también, mediatizado por exigencias, intereses, de carácter social, económico, financiero y desde luego, político e ideológico.
No obstante, al expresar y orientar la consciencia del ser humano en el sistema de sus relaciones sociales y en su interacción con la naturaleza, la concepción del mundo proporciona un conjunto de valores y orientaciones básicas que influyen decisivamente en la conducta y el modo de vida de las clases sociales, grupos e individuos.
El filósofo y periodista italiano, Antonio Gramsci, lo expresó con una frase contundente: “La concepción del mundo es conciencia y ética, y señalaba agudamente que, entre el hecho puramente intelectual y la norma de conducta, hay con frecuencia contradicciones y se preguntaba:
“¿Cuál será pues la concepción del mundo; la aseverada lógicamente como manifestación intelectual o la resultante de la verdadera actividad de cada cual que se encuentra implícita en su obrar? “.
Y socarronamente concluyó: “Puesto que el obrar es siempre un obrar político ¿No se puede afirmar que la filosofía real de cada quién está cabalmente contenida en su política?”.
La historia ha demostrado que Gramsci tenía razón. Tan es así que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, emitió el fin de semana pasado un discurso de trascendencia internacional en torno a la concepción del mundo de Gramsci (conciencia y ética) que las grandes potencias y organismos internacionales, pretenden dominar.
Convocó durante su conferencia a reestructurar la Organización de Estados Americanos (OEA) la que calificó como un organismo “Lacayo”, esto es, subordinado a su amo de Estados Unidos, (Joe Biden) que como es de dominio público, no aceptó la suspensión del Embargo a Cuba; quien no solo no acató la resolución de la ONU, sino que también ha emprendido una aguda embestida en contra ya no solo de la isla del Caribe, sino también de Bolivia, Chile, Argentina e incluso en contra de México con el Tratado de Libre comercio.
Diplomáticamente – un día después– AMLO exhortó al presidente de Estados Unidos, a “separar lo político de lo humanitario.”
“Ya la política que se definió desde hace 200 años no funciona, no es buena para nadie. Ya no tiene que haber invasiones, anexiones, bloqueos y debe haber cooperación”.
“Ahora que hay una situación difícil de salud en Cuba en vez de bloquear todos deberían de ayudar, no es concebible que en estos tiempos se quiera castigar a un país independiente con un bloqueo. Además, casi todos los países del mundo están contra el bloqueo a Cuba, es el momento de tomar una decisión al respecto”.
“La vida es lo más importante, es el principal de los derechos humanos, el derecho a la vida”, señaló el presidente Andrés Manuel López Obrador., Y en congruencia con ello, anunció que “tomo la decisión de poner por delante la solidaridad (de México) por lo que se enviarán a la isla dos barcos de la Armada con oxígeno, alimentos y medicinas”.
Y reiteró, una vez más: “No debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto”.
Y para cerrar, recordó que “desde el siglo XIX Estados Unidos realiza operaciones abiertas o encubiertas contra países independientes situados al sur del río Bravo y que Cuba ha sido blanco en los últimos años de la nación vecina del norte”. Mas claro ni el agua.
Desgraciadamente, desde mi punto de vista, no me cabe la menor duda que a Biden le es indiferente la crisis que la humanidad está enfrentando. Sus intentos de ocultarla o atribuirla a sus países adversarios, lo demuestra.
La concepción del mundo y el cuadro científico que Estados Unidos fomenta, tienen un contenido ideológico, político y financiero, hegemónico sin parangón alguno.
Ignorar la relación que existe entre la ciencia y la ideología y, sobre todo, cuestionar la importancia y necesidad de fortalecer la concepción del mundo es, además de grotesco, un grave peligro para la especie humana.
Veremos y diremos, que se derivara de la concepción del mundo y el cuadro científico que el mandatario de la Casa Blanca quiere tener bajo su control.