Por Jorge Zepeda Patterson
Felipe Calderón ha citado en estos días el viejo dicho de que los ex presidentes son como los jarrones chinos: se sabe que tiene mucho valor pera nadie sabe dónde colocarlos. El panista tiene mucha razón en eso de que no se sabe qué hacer con los ex presidentes, pero se equivoca en algo: tienen mucho menos valor de lo que cree. Si fueran jarrones chinos en todo caso serían de los de imitación que se venden en los tianguis.
La semana pasada los dos expresidentes del PAN salieron al escenario para mostrar que aún están vivos. Lo cual no deja de ser curioso tratándose de dos mandatarios que prefirieron nadar de muertito la mayor parte de su sexenio, salvo para dos cosas: Fox para soltar ocurrencias, Calderón para soltar los perros de guerra en el fallido combate al crimen organizado. Para casi todo lo demás encabezaron doce años de un gran bostezo. Tan es así que los primeros veinte meses de Peña Nieto parecen, en comparación, una dechado de activismo político gracias a su andanada de reformas.
También la semana pasada, Vicente Fox anunció la celebración de una cumbre energética en su rancho de Guanajuato a la cual asistiría el propio Peña Nieto, además de varios miembros del gabinete. Los Pinos no ha confirmado el hecho, así es que bien podría tratarse de otra de las fanfarronadas del Vaquero cocacolero (cómo olvidar la clásica de “Chiapas se resuelve en quince minutos”). Fox afirmó, además, que está en proceso de reunir un fondo de 500 millones de dólares, probablemente para asegurar que la reforma energética llegue a buen puerto. Hombre, gracias; qué sería de nosotros sin nuestro Mandela versión ranchera.
Fox me recuerda a un grupo de mexicanos que residía en París en la Ciudad Universitaria, en la Maison du Mexique en los años noventa. Todos los fines de semana celebraban una noche mexicana con guitarras y sarapes de saltillo para beber tequila, comer totopos con guacamole y llorar de nostalgia por el terruño a ritmo de José Alfredo Jiménez. Años después me los encontré de regreso en México en dónde se reunían una vez al mes para oír a Edith Piaf, tomar vino francés y embarrar quesos olorosos en pan baguette, para llorar su nostalgia por la incomparable época parisina.
Desde mediados de su sexenio como presidente, Fox comenzó a decir que añoraba regresar a su rancho y observo los últimos años de su administración como una anhelada cuenta regresiva. Le urgía salir de Los Pinos y de la escena pública para irse a montar caballos. Hoy no encuentra como entrar a la escena pública y busca micrófonos con la desesperación del adicto.
Calderón no canta mal las rancheras. Luego de su modesto paso por Harvard (qué fue cacareado como si se tratara del fichaje de James Rodríguez para el Real Madrid, pero en realidad la universidad lo aceptó como invitado temporal para quedar a disposición de alguna charla y consultas de estudiantes), el expresidente regresó con más pena que gloria. La semana pasada presentó un libro para reivindicar a su gobierno, acto al que asistieron miembros de su administración, en un reunión más bien desangelada. Como un funeral al que los asistentes acuden calculando el tiempo mínimo que tendrán que mostrar la cara para que se registre su presencia.
Más preocupante que sus esfuerzos por colarse a los reflectores, es el hecho de que Calderón todavía puede hacer bastante daño dentro de su partido. Como presidente rompió, por vez primera, la tradicional democracia en la vida interna del PAN imponiendo una y otra vez manotazos desde Los Pinos. Nadie ignora que su grupo liderado por Ernesto Cordero y María Luisa Calderón intentan hacerle la vida imposible a Gustavo Madero, presidente del debilitado panismo.
A Ernesto Zedillo le seguirá por siempre el nefasto Fobaproa del rescate bancario, pero ha sabido ser un ex presidente ausente, lo cual se agradece. Fox fue un extraordinario candidato, un presidente mediocre y un ex presidente incómodo. Calderón se está inaugurando, pero tiene todos los visos de que habrá de conquistar un pésimo triatlón político: mal candidato, mal presidente, mal ex presidente. Veremos.
@jorgezepedap
Fuente: Sin Embargo