Por Álvaro Delgado
La irrupción en México del venezolano Juan José Rendón, un experto en estrategias psicológicas mediante rumores y guerra sucia, inauguró la próspera temporada para los consultores políticos locales e internacionales, casi siempre oportunistas, que se forran de millones de dólares para envenenar la vida social del país.
“Haré lo que esté a mi alcance, dentro de la ley, para que Andrés Manuel López Obrador no llegue a la Presidencia”, declaró Rendón a la revista Líder, que lo presentó en portada como “el mejor estratega político de Latinoamérica”, que quizá lo sea en términos de estimular el odio entre connacionales.
Aunque López Obrador exigió a la “mafia” de PAN y el PRI aclarar si son los contratantes de Rendón, lo que le dio la notoriedad que buscaba, si se hizo aparecer en la portada de esa revista es porque en realidad está desempleado. Tras esta incursión, seguramente será contratado para ejecutar lo que ya ofreció de manera pública.
Y pese a que no sea cierto –lo que a él no le importa–, a Rendón se le van a atribuir todas las campañas de guerra sucia que habrá hacia la elección de julio, y de hecho ya se le asoció a las pintas de bardas en Venezuela que, atribuidas al Partido Socialista, daban apoyo a López Obrador.
“Yo soy priista”, me dijo una mañana de septiembre de 2004, cuando coincidí con él en un desayuno en la Ciudad de México, en el que aseguró que detestaba a la derecha, una afirmación a la que nadie puede darle credibilidad por los servicios prestados a partidos y gobiernos de este signo, a los que sirvió con “algunas herramientas como el rumor”, declaró en una entrevista.
–¿Sí usas el rumor? –le preguntó el entrevistador.
–¡Pero por supuesto! Por supuesto, por supuesto. ¡Claro!
Pero Rendón es sólo uno de los tantos consultores que aparecen en época electoral, hacen lo que tienen que hacer, se forran de dinero y se van, casi siempre dejando envenenada a la sociedad.
Es el caso también de Dick Morris, el estadunidense que en 2006 diseñó la guerra sucia contra López Obrador con la frase de que era “un peligro para México” y que hasta ahora, 12 años después, prevalece después de que en el país ocurrió todo lo que le atribuían, pero con los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto.
Morris ha estado en México tres veces: Dos, en 2006, para asesorar la campaña de Calderón, en reuniones celebradas en la residencia del empresario filopanista Fredo Arias King, quien fue también anfitrión de una tercera, en 2012, para Josefina Vázquez Mota.
La “obra” de Morris prevalece en México con el odio arraigado en un sector de la sociedad y está latente que vuelva, otra vez, a continuarla. Él y muchos otros, como el español Antonio Solá Reche, son los mercenarios que, así como hacen ganar elecciones, degradan la vida pública y el tejido social.
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Fuente: Proceso